viernes, 27 de diciembre de 2013

26-12-2013. Homicidios a orillas del río Spree

26-12-2013

Homicidios a orillas del río Spree

El día se presentaba rutinario y los supermercados continuaban cerrados. He terminado el montaje de la performance de ESOC, quitándole la parte inicial de la preparación, pues me han dicho por correo que cuando actúan como ESOC son anónimos y tendría que emborronar las caras o ponerles un cuadrado negro, cosa que me parece completamente anti estética con lo que he preferido eliminar la mitad de la secuencia. La verdad es que ahora queda mucho mejor. No sucedía nada relevante durante la preparación. Era interesante, mínimamente, pero perfectamente descartable. De la performance de ESOC lo realmente atractivo era la actuación. Ya habrán otras propuestas en las que pueda grabar la preparación del evento.

Con todo cerrado y nada de ambiente no valía la pena salir a la calle. He aprovechado para actualizar la página web del proyecto y elegir las palabras de las entrevistas, que salvo que cambie de idea serán: Name and country, Art, Berlin, Creativity, Apple, Silence, Time, I, Dinosaur, Memory (Historic memory), Spain, Pollock, Exhibition, Musem (or Gallery) y Begin.

También he empezado a trabajar en una cosa que he decidido que se convierta en proyecto: semanalmente mi madre quiere que le envíe un autorretrato. De momento lo estoy cumpliendo y si lo hago hasta que finalice mi estancia tendré suficientes imágenes, y significativas, que muestren el paso del tiempo y mi evolución (aunque sea física) en Berlín. Evidentemente, la pieza no iba a ser tan sencilla como unas simples fotografías de mi mismo (cosa que no me gusta hacer), sino que estos Autorretratos para mi madre (así titularé la pieza) voy a llevarlos al terreno de Desaparezca aquí desenfocando por completo mi figura dentro de la imagen, convirtiéndola sólo en una presencia en el ambiente, una mancha, un borrón, un fantasma que ha habitado esos lugares pero que los ha tenido que dejar atrás, una huella. No subiré el álbum fotográfico hasta que no esté terminado, no vaya a ser que cambie de idea o no me convenzan los resultados.


Después de comer me he puesto una película del festival Márgenes, Torres y cometas (Gonçalo Tocha, 2013) y un cortometraje de Jorge Tur: Si yo fuera tú, me gustarían los Cicatriz (2010). Y he pensado que si estas dos películas han circulado por festivales es que, o hay que tener muchos contactos que te ayuden a colocar tus obras por el mundo, o venderlo tan bien que ni los miren los programadores, o salir de una escuela de cine o un máster con la suficiente influencia para meterte un pie y medio en el mundillo. A ver, que me han parecido interesantes, y esto es una reflexión en general. Pero lo que hago yo juega en la misma liga, pero lo hago sin un equipo que me apoye, es decir, las películas que he hecho hasta ahora no tienen detrás una productora ni mecenas, ni padrinos, con lo que me siguen viendo como un cineasta amateur. Pues bien orgulloso hay que estar de ello, y las palabras de Maya Deren grabadas con fuego[1]:

El mayor obstáculo para los cineastas amateurs es su propio sentimiento de inferioridad vis-à-vis con las producciones profesionales. La propia clasificación “amateur” tiene un timbre apologético. Pero la propia palabra –del latín “amateur”– “amante” significa alguien que hace algo por amor a la cosa más bien que por razones económicas o por necesidad. Y este es el significado por el cual el cineasta amateur debe tomar su camino. En lugar de envidiar el guión y los escritores de diálogos, los actores entrenados, los equipos elaborados y los sets, los enormes presupuestos de producción de los films profesionales, el amateur debe hacer uso de la gran ventaja que todos los profesionales le envidian, llámese libertad –tanto artística como física.
Libertad artística significa que el cineasta amateur nunca es forzado a sacrificar el drama visual y la belleza a una corriente de palabras, palabras, palabras, palabras, a la incesante actividad y explicaciones de un plot, o al despliegue de una estrella o del producto de un patrocinador; de la producción amateur no se espera que retorne utilidades sobre una gran inversión manteniendo la atención de una audiencia masiva y variopinta por 90 minutos. Como el fotógrafo amateur el cineasta amateur puede dedicarse a la belleza y la poesía de lugares y eventos y, desde que usa una cámara de cine, puede explorar el vasto mundo de la belleza y el movimiento… En vez de tratar de inventar un plot que mueva, usa el movimiento del viento o del agua, los niños, la gente, elevadores, pelotas, etc., como un poeta las celebraría. Y usa su libertad para experimentar con ideas visuales; sus errores no harán que lo despidan.
Libertad física incluye libertad de tiempo –libertad de los plazos impuestos por un presupuesto. Pero sobre todo, el cineasta amateur, con su pequeño, ligero equipo, tiene una inconspicuidad, y una movilidad física que es la envidia de la mayoría de los profesionales, cargados como están por sus monstruos de muchas toneladas, cables y equipos. No olvides que no hay trípode construido que sea tan milagrosamente versátil en movimiento como el complejo sistema de soportes, articulaciones, músculos y nervios que es el cuerpo humano, el cual, con un poco de práctica hace posible una enorme variedad de ángulos de cámara y acción visual. Tú tienes todo esto y un cerebro también, en un solo, compacto, empaque móvil.
Las cámaras no hacen films. Los cineastas hacen films. Mejora tus films no añadiendo más equipo y personal sino usando lo que tienes a su total capacidad. La parte más importante de tu equipo eres tú mismo. Tu cuerpo móvil, tu mente imaginativa, y tu libertad para usar ambos. Asegúrate de usarlos.
Maya Deren, Film Culture, Invierno de 1965.

Parecía que salía un poco de sol, ya me había escuchado el disco de León Benavente (gran descubrimiento del día) y he pensado en coger mi cámara analógica para hacer algunas fotos. Todavía no he podido practicar con ella. La luz se ha ido en unos minutos y he tenido que descartar la idea. Pero no quería pasarme “la mañana, la tarde, la noche, tres veces al día y venga otra vez” como hace Sr. Chinarro, un día más encerrado en mi extraña habitación. He cogido la cámara de fotos digital y he salido a dar una vuelta bordeando el río. De la nada ha salido un proyecto de lo más interesante al que he titulado: Homicidios a orillas del río Spree[2], aunque cada vez que pienso en ello me viene el título de una canción de Manos de topo: Tragedia en el servicio de señoras. A veces no se como funciona mi cabeza. House by the river (1950) de Fritz Lang también revoloteaba entre mis greñas mientras sacaba fotografías.



Ha sido una mezcla entre el error, la casualidad y la mente creativa lo que ha dado vida al proyecto. Las horas del día se iban apagando y mi cámara en modo automático ha decidido utilizar el flash. Por supuesto, la foto ha salido horrible. Después me he encontrado con una bicicleta a la que le habían robado las ruedas. Le he hecho una foto, sin flash, pero teniendo que bajar tanto la velocidad de obturación por la falta de luz que por muy quieto que me quedaba la imagen salía ligeramente movida y desenfocada. Para la siguiente foto, tres pequeños postes de colores,  he utilizado el flash. Estaba a mayor distancia que en la primera foto, y el cielo completamente azul,  lo que le ha dado un punto interesante a la imagen. He vuelto a hacerla pero corrigiendo el encuadre para que la luz del flash rebotara contra el primer plano del suelo y no directamente con los postes. Ha quedado un efecto que me ha gustado.


Caminando le he seguido dando vueltas a si utilizar el flash o no. En la siguiente fotografía he probado las dos opciones. La foto con flash, un flash bien pensado antes de disparar, no al tun-tun y a ver que sale, me ha vuelto a convencer. Me ha recordado a las fotografías de archivos policiales que se toman en los casos de homicidios. Como las fotos que estaba haciendo eran de objetos degradados, olvidados, rotos, perdidos y polvorientos a la orilla del río, he decidido trabajar todas las imágenes con el flash como si cada una representase la prueba de un posible homicidio siguiendo la corriente del Spree.


Se ha dado la casualidad de que a medida que iba bajando el barrio se volvía más marginal y la tarde daba paso a la noche. Al subir por la otra orilla hasta he temido por mi vida. La calle apenas iluminada, mis pasos chapoteando por el fango, las largas de los coches que me iban adelantando, las personas con pintas extrañas, una manzana que en lugar de bloques de edificios era como un parque de caravanas abandonado. No se como lo hago para terminar metiéndome en estos lugares sin darme cuenta. No hay verdad sin experiencia, y experimentar esa mala sensación de pasar a formar parte de uno de esos homicidios que me estaba imaginando me ha servido para que mis capturas fueran más urgentes y tenebrosas, más reales. Este día tan rutinario se había convertido en un vértigo de misterio y suspense a orillas del Spree. Al llegar a casa me he puesto Camille Claudel 1915 (Bruno Dumont, 2013), y quizás sea mi cabeza que es capaz de relacionarlo todo aunque sea por el mínimo detalle, pero la película ha conectado perfectamente con lo que ha sido mi día y mi terror a la locura que produce el confinamiento y el hastío.


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