jueves, 19 de diciembre de 2013

18-12-2013. Las botas de Werner

18-12-2013

Las botas de Werner

Como todos los días: me he levantado, he salido a la cocina, me he puesto un vaso de zumo de naranja, he cogido dos galletas de chocolate y un bollo de leche, he vuelto a mi habitación, he dejado la puerta entreabierta y me he sentado en la butaca junto a la ventana para ver la calle mientras me he puesto a meditar en todo lo que tenía que hacer. En ese momento de tranquilidad donde el tiempo no existe, Cyril me ha visto desde el pasillo y ha llamado a mi puerta. Me ha preguntado por la conexión a Internet, que fallaba desde anoche y seguía sin funcionar.

Viendo que no podría adelantar la faena de escritura, y que hoy no iba a ser el día en el que me iría con Cyril a ver los edificios abandonados, he decidido adelantar un plan que tenía pensado para más adelante: ir en busca de la filmoteca alemana.


Me he calzado mis botas de Werner Herzog y he salido a la calle. Caminar por las aceras empedradas de Berlín era como hacerlo sobre un suelo firme y recto. Las botas hacían que no palpase la tierra. Me sentía como si caminara sobre las aguas cruzando el río Spree para llegar a mi tierra prometida. Hora y media después he llegado a la Deutsche Kinemathek y he entrado a ver el museo del cine y la televisión.

El diseño de la exposición me ha parecido deslumbrante. Se me ha puesto una sonrisa gigante en el rostro al entrar a la primera sala. Hay cinematógrafos antiguos, maquetas de sets de rodaje de películas como El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), el vestuario de Emil Jannings en El último (F.W. Murnau, 1924) y el de Marlene Dietrich en muchas películas… también he visto un Oscar, un Globo de Oro, un Oso de la Berlinale y muchos de estos premios que nunca ganaré (ni falta que hace, mientras pueda vivir de hacer películas). Una magnífica exposición de los orígenes del cine alemán.

No quería hacer ninguna fotografía con el móvil, pero cuando he llegado a una de mis películas favoritas, Metropolis (Fritz Lang, 1927) no he podido evitar caer en la tentación y he aprovechado un salón de espejos para hacerme un pequeño autorretrato junto al cartel reflejado. Aún así, me he librado del mal. Ha sido hacer la foto y poner la pantalla de inicio del móvil cuando ha entrado el guardia de seguridad, que con mala cara ha recorrido mi cámara, mi cuello, mis pecho, mis brazos, mis manos y la pantalla de mi teléfono móvil por si encontraba las pruebas del delito.

Después de la sala dedicada al periodo del nacional-socialismo la exposición comienza a decaer. Y es que parece que los seres humanos atendemos a aquello que trataba de deconstruir Woody Allen en Midnight in Paris (2011) sobre que cualquier tiempo pasado fue mejor. El cine moderno, posmoderno y contemporáneo apenas reciben atención. Dos largos pasillos donde por cada estantería encontramos una fotografía de dos directores y algún objeto, guión o fotografía de su película más importante. También algunas maquetas, trajes o atrezzo de las películas más destacadas. Me he quedado sorprendido con la maqueta del barco de Fitzcarraldo (1982), la película de Werner Herzog en la que cruzó, literalmente, un barco por encima de una montaña, esa Conquista de lo inútil. También estaban las alas y la coraza de los ángeles de El cielo sobre Berlín, y la ropa de Lola, de Corre, Lola, corre (Tom Tykwer, 1998) que le habría gustado ver a Pilar. Al igual que la ropa que Günter Lamprecht llevaba en Berlin Alexanderplatz, que también le habría gustado ver a Águeda y Fermín.

Al salir de la Deutsche Kinemathek me he acercado un momento a la puerta de Brandemburgo para grabar el vídeo experimental que tenía pensando. Aquel que se inspiraba en el cuadro de Seurat: Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte. He decidido hacerlo con la cámara compacta de calidad medio-baja que me llevé de Castellón y que utilizaba habitualmente mi madre. Con esta cámara tendré un pixel más pronunciado, que es lo que busco para este vídeo.

Ha sido una grabación divertida. Los hombres disfrazados de militares americanos (la embajada americana está justo al lado de la puerta de Brandemburgo) hacían las delicias de los turistas, y es que tenían mucha personalidad. Tanta que a los pobres hombres disfrazados del oso representativo de Berlín nadie les hacia caso. Con sus chistes y su carisma se ganaban a todos los que pasaban por su lado. Incluso a un grupo de chinos. Los cómicos militares se han sacado de la manga una bandera de china y han hecho cuatro movimientos de kárate muy tópicos. Enseguida han cogido a la chica del grupo y la han puesto a posar con ellos vistiéndola con su gorra del ejército al tiempo que hacían poses de artes marciales.  Luego, no se de dónde serían los otros turistas que se les han acercado, pero nuestros personajes han gritado en perfecto español con acento americano: “Mexicanos cabrones”. A los turistas les ha hecho gracia. Otra foto de recuerdo. Otros siete euros para nuestros cómicos.



La vuelta a casa ha sido dura. Era el primer día con mis botas de Werner y el pateo que me he querido pegar me ha salido caro. Tengo el pie izquierdo inservible, no como el protagonista de Mi pie izquierdo (Jim Sheridan, 1989). He tenido la suerte de que cuando los pinchazos y el dolor me impedían caminar he pasado por delante e una parada de metro por la que iba la línea que me dejaba más cerca de casa. Como “sólo” eran cuatro paradas he podido comprar el billete barato y algo que me he podido ahorrar. El problema vendrá mañana, que es cuando Cyril me ha dicho de ir a ver la Ballhaus Grünau y el Zombie hôpital. Espero que vayamos en metro, porque por primera vez desde que estoy aquí, no voy a poder caminar durante mucho tiempo. Las botas de Werner me han fallado. Pero es ir poniéndomelas y acostumbrarme a ellas, pues con ellas me siento capaz de todo. Como ha comentado María a la foto que he subido al Facebook: “parece portada de una teleserie de jóvenes alocados en Berlín que se dedican a hacer todo lo que nunca han hecho antes porque unas botas mágicas les hacen creerse invisibles e invencibles).

No hay comentarios:

Publicar un comentario