sábado, 28 de diciembre de 2013

27-12-2013. Orcas, Marilyn Monroe y Jesús

27-12-2013

Orcas, Marilyn Monroe y Jesús

Sr. Chinarro soñó “que Murcia iba a desaparecer. La noche pasada soñé, Granada ya no existía, ni rastro de Almería, la noche pasada soñé. No, no sé para qué, no sé para qué me desperté”. La noche pasada yo no soñé con Babieca, sino más bien con Willy la orca. Fue un sueño de lo más raro. Para cenar había visto un capítulo de Los Simpson en el que Lisa se hace amiga de una ballena que queda varada en la orilla y a la que no puede salvar. Supongo que ese habrá sido el desencadenante de mi aventura onírica. No recuerdo mucho, sólo que me tiré por un tobogán y caí dentro de una piscina. Era como un parque acuático para niños. Quizás por ser el mayor un hombre me dijo que entregara la ficha, que mágicamente había aparecido en mi mano, a la mesa y así podría continuar con una aventura especial. En la mesa me pusieron un sello y entonces el hombre activó un mecanismo que abrió un contenedor que se asía sobre la nada, flotando en el cielo, y dejó caer sobre la piscina, que había multiplicado su tamaño unas diez veces, a una enorme orca. En el resto del sueño el hombre me enseñaba a bucear y a manejar las aletas. Recuerdo estar la mayor parte del tiempo en lo más profundo de la piscina. Casi tan profundo como estar al final de una gran falla submarina. Veía la silueta de la orca a lo lejos. Al final conseguía acercarme a ella y tocarla. Me ha despertado la alarma del teléfono móvil. Pero era el primer aviso, así que he cerrado los ojos y he vuelto a dormirme otros cinco minutos más en los que me ha dado tiempo de tener otro extraño sueño en el que me planteaba lo famosa que era Marilyn Monroe. Creía que era tan famosa como Jesús, pero lo repensaba y no podía ser porque de Jesús nos hablan ya en el bautismo cuando no tenemos ni memoria, en cambio a Marilyn hasta no llegar a los once o doce años pues es complicado conocerla de por sí.  He pensado si mi prima la conocería. Al final me he despertado y la duda de si Marilyn era más conocida que Jesús se ha quedado en el aire. Creo recordar haber visto un póster de Niágara (Henry Hathaway, 1953) antes de irme a dormir, quizás sea esa la causa del porque de Marilyn en mis sueños.


El mismo cabello rubio y ondulante tiene Hanneke, a quien hoy he grabado mientras pintaba un mural en la pared exterior de la residencia. Me comentó el otro día que me avisaría si lo fuera a hacer, así que me he quedado esta mañana en casa esperando a que llamara a mi puerta. Para matar el tiempo he seguido adelantando con el montaje del video abstracto de Mañana de miércoles en la Pariser Platz de Berlín, al que he decidido cambiarle el título por Fracturas pero que tampoco me convence. Como estoy montando al ritmo de la música y con cada golpe hago un corte y edito de manera completamente diferente al plano anterior, el montaje me está llevando su tiempo y apenas he adelantado un minuto en las casi tres horas que he estado trabajando antes de que Hanneke apareciera.

No podía haber salido mejor día. El tiempo es realmente extraño. Ayer llovió un poco y nos sobrevolaron nubes de tormenta. No hemos visto rayos de sol desde hace dos semanas. Y hoy, de repente, cuando tengo que grabar en exteriores y con buenas condiciones de luz para aprovechar la radiante luminosidad del pelo de Hanneke, ha salido un sol cegador. Lo llamaría suerte, pero me pasa tan a menudo que el clima me acompañe que dudo de quién “decide que ande perdido en corrientes circulares en el tiempo. El que transforma los diamantes en quejidos y lamentos. El que se encarga de que salgas y que yo me quede dentro”, como cantan Los Planetas. Y dudo todavía más después de haber hablado con Sergio por la tarde. Le he preguntado si es normal que a estas alturas no haya nevado todavía. Me ha dicho que no es nada normal. Me ha contado que hace tres años, el veinticuatro de octubre ya tenían capas de veinte centímetros de nieve. Y que el año pasado los alemanes rezaban para tener una blanca nochebuena en las calles y al final, el día de antes, les nevó. Pero que lo de este año está siendo exagerado. No hace el frío que suele hacer, no nieva, no llueve… Será que me he traído el tiempo de la península, como se suele decir. O como le he dicho a Sergio, es el cambio climático, que no se lo toman en serio y cada año el planeta experimenta cambios más drásticos. Hemos llegado a la conclusión de que cuando nieve caerá una buena y no podremos salir de casa.

Pero mientras espero que las calles se tiñan de blanco aprovecharé la maravillosa luz que sale cuando el sol quiere hacer acto de presencia. Es una luz dura, que lo viste todo de un amarillo tan radiante como los adoquines que llevan a Oz. Y grabar a Hanneke con esa luz ha sido un placer. Es una pena que mi cámara no la recoja como es debido y no pueda controlar la intensidad tal como quiero, pero ver los contrastes que produce al mismo tiempo que las atenuaciones y los contornos marcados ya es suficiente para pasárselo bien grabando. Porque si pones la cámara a contraluz tienes una imagen completamente diferente de situarla a favor de ésta, o si te quedas en el centro puede obtener en el mismo plano las dos tonalidades y ver la evolución lumínica en los adoquines de la calzada. En fin, una gozada.


¡Y cómo se iluminaba el rostro de Hanneke! Se dice que las personas pueden ser fotogénicas o no. Es verdad que hay algunas a las que da igual cómo las fotografíes que siempre van a quedar bien, como mi amiga María. Pero en realidad la fotogenia está en manos del que hace la fotografía y las condiciones lumínicas en las que se encuentra. Y hoy, la verdad, bañada por esa luz tan potente, Hanneke no podía ser/estar más fotogénica. Una pena que mi cámara de vídeo no lo haya podido captar a la perfección, pero con el esbozo de la realidad ha sido más que suficiente.

Llevo cinco párrafos y todavía no he hablado sobre qué consistía su pieza. Lo que ha hecho ha sido triplicar el show case pintado dos rectángulos blanco idénticos al espacio que ocupa la ventana de exhibición. La pieza se llama, creo, xtra. Al hacerla en la calle, y conmigo grabado desde la distancia, la situación se ha convertido en una performance en público que llamaba la atención de todo aquel que pasaba.


Al comienzo no estaba muy fino con los encuadres. La incerteza de no saber que iba a suceder me hacía dudar, y los primeros ocho o diez planos no estaban bien encuadrados, movía el trípode, no acertaba a intuir las acciones que Hanneke podía realizar y no conseguía pillarla en un momento concreto… cuando me he adaptado todo ha ido a mejor. Para crear más cercanía y confianza le he preguntado si conocía a Paco Dalmau sabiendo que tendría una respuesta afirmativa. Así que con eso he roto el hielo y se ha sentido más a gusto, pues ya no la grababa un extraño sino alguien conocido, un amigo de un amigo, y eso se nota. También mi capacidad para desaparecer con la cámara. Enseguida se ha olvidado de que estaba allí y ha trabajado con toda la normalidad del mundo. Cuando me acercaba para hablar un instante y darle un momento de pausa se cambiaba el chip, yo volvía a aparecer, le mostraba mi interés y me acercaba un poco más. Cuestión de ganarse la confianza. Para ello, también la he ayudado a volcar la pintura en el cubo, ayudar a sacar y guardar los materiales o limpiar el suelo después de que pelara la pared para alisarla antes de pintar.

Cuando hemos terminado he visto que Sergio y Hye estaban guardando cuadros y he decidido grabarlo también. Quedaban apenas un par de cajas y un lienzo, así que no he podido grabar mucho. Además, Hye necesitaba ayuda para bajar unas cajas que pesaban un quintal y he dejado la cámara grabando y he ido a ayudarla. He descubierto el sótano de la residencia, lleno de cuadros, cajas misteriosas y secretos. Hye se va en unos días. He aprovechado la ocasión para decirle si le puedo hacer la entrevista. Tímidamente me ha dicho que se lo pensará, pero que le da vergüenza y, además, estos días esta muy liada con el traslado. Es comprensible.


Puestos a ayudar, que cuesta poco, le he echado una mano a Sergio para intentar arreglar el embozo que se ha producido en nuestro cuarto de baño.  Tirando de mis escasas habilidades de fontanero heredadas poco más podía hacer que indicar un par de soluciones fáciles cómo detectar la cañería que había que abrir. El suelo de la cocina se nos ha inundado. El olor era insoportable. Ventanas abiertas. Fregonas en modo curling. Caminar sobre las aguas. Lo hemos desatascado un poco, pero no lo suficiente. Sergio ha echado unos polvos de sosa caustica que había comprado, pero no han hecho mucho efecto. He llamado a mi padre para ver si nos podía ayudar desde la distancia, que de esto sabe. Lo que me ha explicado ya lo habíamos hecho. El problema estaba todavía más abajo, y ahí no podíamos llegar. Sergio ha echado el resto del bote de sosa caustica limpia tuberías después de volver a vaciarlas de agua. Lo dejaremos así el fin de semana, a ver que pasa.

Para rematar  el día me he puesto una película griega: Mikres Afrodites (Nikos Koundouros, 1963). Con esto y todo lo sucedido a lo largo de hoy ya tengo suficiente material para que mi cabeza vuelva a tener sueños bizarros sobre orcas, Marilyn Monroe y Jesús. Y es que ya lo dicen Triangulo de Amor Bizarro: “Moriría en la cruz otra vez, si pudiese por San Fred Astaire, de Jesús el peinado tener”. 

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