22-12-2013
El magnetismo
Renderizar. Esperar. Exportar. Esperar.
Almacenar. Esperar. Copiar. Esperar. Esperar. Esperar. Así ha sido toda la
mañana. Una mañana de las que hay que tener paciencia. Para adelantar la faena
me he puesto a hacer tres cosas a la vez. Cuando tocaba esperar en una me ponía
con la otra. Pero al final todas han convergido en una larga y tediosa espera.
Por
un lado, subtitular Te querré siempre
en inglés para enviarlo a la 10th Berlin
International Directors Lounge. Y después de subtitular, exportar, subir a
Internet, rellenar el formulario y enviar el enlace. Por otro lado, hacer tres
copias en DVD de Sad Song, para
enviarlo a los tres festivales a los que lo he presentado. Pero para grabar los
DVD he necesitado descargarme el Toast,
otra larga espera. Entre unas cosas y otras he seguido respondiendo a emails.
Hoy
le tocaba a Estefanía. Como le he dicho: “Que
envidia me das!!. Ojalá yo tuviera valor para hacer todo lo que tu haces y
salir de esa manera a la aventura!!”. Estefanía se fue Brighton de la mañana a la noche, encontró trabajo
y se las apañó muy bien. El sitio en el que trabajaba cerró inesperadamente y
ahora tendrá que buscar otra cosa. Como es capaz de todo y siempre tiene mucha
ilusión, seguro que encuentra algo. Es increíble su capacidad de adaptación. Y
yo aquí, dos días encerrado en mi extraña
habitación: “He de salir de aquí, hoy
tengo una razón, me canso de esperar, en esta extraña habitación” (Deluxe).
Y la
idea es salir mañana de esta extraña habitación. Pero mientras… también ocurren
cosas. Hay que estar atento y no dejar de mirar lo que nos rodea. Si el otro
día dejé la cámara grabando durante horas y no sucedió nada, porque simplemente
la dejé a expensas de que algo sucediera, y terminé borrando todo el material.
Hoy si que he grabado algo muy bueno y en solo diez minutos, no he necesitado
más.
Me
he levantado de la silla y he asomado la cabeza por el ventanal, para tomar un
poco de aire. Una chica estaba llamando a un taxi que ha pasado de largo.
Indignada se ha girado hacia un grupo de personas con las maletas preparadas.
Parecían estar esperando un taxi que no llegaba. He pensado que ahí podía
suceder algo, más o menos interesante, pero algo. He plantado la cámara y como
siempre que se le da al play buscando
algo, algo se ha producido: el magnetismo. De repente, las gente entraba y en
la imagen con un ritmo calculado, nadie se salía del encuadre, aún cuando
pareciesen que se iban se quedaban en el borde, apresados por la fuerza
centrípeta de mi cámara, que no quería que se escaparan. No hay un momento en
el vídeo en el que no suceda nada, siempre hay acción y movimiento, y sorpresa.
Como un par de hombres que se cruzan por delante del grupo protagonista y
resulta que entrar en el portal que se sitúa en el borde superior izquierdo del
cuadro. O, cuando ya parecía que la acción estaba clara y el hombre iba a coger
el taxi, aparecer otro taxista y producirse una escena inexplicable. Y, lo más
interesante de todo, que de todo ese grupo, el taxi no era para nadie, ni para
la chica que lo estaba pidiendo. Era para un solo hombre. En fin, la realidad
esta llena de pequeñas historias, aunque no sepamos que formamos parte de ellas
porque suceden siempre de corrido, sin nada que nos haga pensar que estamos
saltando de una escena a otra a lo largo del día. De que nuestra vida es una
verdadera película. Pero cuando recortas una de esas escenas y la traes al
cine, te das cuenta de que has vivido algo, un suceso, un drama que ha hecho
que el día sea algo más interesante. Y para encontrar esos momentos y poder
abstraerlos de la corriente ininterrumpida de la vorágine del tiempo, que no se
detiene, aparece el cine, o el vídeo en este caso, que activa el magnetismo
entre lo que ve la cámara y lo que quiere ver y necesita. El magnetismo del
cine, que hace que al plantar la cámara, aunque quien este siendo grabando no
lo sepa, surge una fuerza que hace que todo a su alrededor se vuelva más
interesante.
Así
pues, he llamado al vídeo El magnetismo[1].
Y esta es su sinopsis (que viene a decir lo mismo que el párrafo anterior, de
una manera más sencilla quizás, porque es algo tan complicado de explicar que
con cada intento la definición varía): El magnetismo se produce en el momento
que plantas la cámara. El magnetismo se da de forma inesperada, por unas
fuerzas que solo el cine comprende. El magnetismo es el poder que tiene la
cámara de hacer que siempre suceda algo delante de ella.
Hay que estar atento a
la realidad, hay que tener los ojos abiertos para saber cuando ese magnetismo
se puede producir. Hay que saber elegir bien el encuadre, y que éste produzca
un magnetismo en el que todo suceda dentro de él y a su alrededor.
La espera,
los hechos, los imprevistos, el drama, la comedia, el interés, la duda... todo
está presente en las calles y en la vida cotidiana, y si les prestamos atención
descubriremos que siempre hay acción, que siempre estamos protagonizando una
historia, que cada momento del día es parte de nuestra Historia. Y si hay una
cámara que capta ese instante esencial, se produce el magnetismo.
Después de grabar El magnetismo, he terminado de enviar Siempre te querré y de hacer los DVD de Sad Song, ahora solo me falta enviarlos por correo. Dos cosas menos. Con El magnetismo rápidamente editado y exportado, he seguido trabajando en el video abstracto de Mañana de miércoles en la Pariser Platz de Berlín. Hay que trabajarlo poco a poco, aunque luego de la impresión de que haya sido darle al botón. Pero no, con cuidado, con ritmo, con profundidad en el píxel.
Y
con ello me he entretenido hasta que ha empezado el baloncesto y el fútbol.
Ambos partidos un Valencia - Madrid que ha ganado el Madrid. Los he visto a
trompicones a través de Internet, pero los he podido ver, al fin y al cabo. Y
mientras escribía esto me ha llegado un mensaje de Cyril, que como para ir a la
montaña del diablo hay que pagar, ha decidido cambiar de lugar e ir las
barracas de Krampnitz, cerca de Postdam, lugar donde se han rodado películas
como Malditos Bastardos (Quentin
Tarantino, 2009).
Como nuestra conexión a Internet no es muy buena, y
alguien buscó indebidamente por la Red, Google no nos deja realizar búsquedas y
encontrar la localización ha sido complicado. Cyril quería ir, pero no
encontraba donde estaba el lugar, pues en el blog que me ha pasado no lo
indica. En plan Rastreator he buscado
el nombre en Wikipedia, me he asegurado que era el mismo que el del blog. En la
página de Wikipedia estaban las coordenadas geográficas. Como el buscador de
Google lleva dándome problemas desde que llegué, en la barra de favoritos me he
puesto el Google Translate y el Google Maps, así no tengo la necesidad de
buscarlo desde Google, y evito problemas como los que estamos teniendo desde
hace un par de días con el buscador. He introducido las coordenadas en el Maps
y le he indicado que me diga cómo llegar. Son dos horas de viaje combinando
metro y autobús, pero el sitio está localizado. Así que mañana o pasado vamos a
intentarlo. Moraleja: la tecnología (y Google) son herramientas perversas pero imprescindibles
hoy en día, solo hay que saber como ingeniárselas para sacarles el mayor
rendimiento y que la espera sea lo más breve posible.
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