lunes, 23 de diciembre de 2013

22-12-2013. El magnetismo

22-12-2013

El magnetismo

Renderizar. Esperar. Exportar. Esperar. Almacenar. Esperar. Copiar. Esperar. Esperar. Esperar. Así ha sido toda la mañana. Una mañana de las que hay que tener paciencia. Para adelantar la faena me he puesto a hacer tres cosas a la vez. Cuando tocaba esperar en una me ponía con la otra. Pero al final todas han convergido en una larga y tediosa espera.

Por un lado, subtitular Te querré siempre en inglés para enviarlo a la 10th Berlin International Directors Lounge. Y después de subtitular, exportar, subir a Internet, rellenar el formulario y enviar el enlace. Por otro lado, hacer tres copias en DVD de Sad Song, para enviarlo a los tres festivales a los que lo he presentado. Pero para grabar los DVD he necesitado descargarme el Toast, otra larga espera. Entre unas cosas y otras he seguido respondiendo a emails.

Hoy le tocaba a Estefanía. Como le he dicho: “Que envidia me das!!. Ojalá yo tuviera valor para hacer todo lo que tu haces y salir de esa manera a la aventura!!”. Estefanía se fue  Brighton de la mañana a la noche, encontró trabajo y se las apañó muy bien. El sitio en el que trabajaba cerró inesperadamente y ahora tendrá que buscar otra cosa. Como es capaz de todo y siempre tiene mucha ilusión, seguro que encuentra algo. Es increíble su capacidad de adaptación. Y yo aquí, dos días encerrado en mi extraña habitación: “He de salir de aquí, hoy tengo una razón, me canso de esperar, en esta extraña habitación” (Deluxe).

Y la idea es salir mañana de esta extraña habitación. Pero mientras… también ocurren cosas. Hay que estar atento y no dejar de mirar lo que nos rodea. Si el otro día dejé la cámara grabando durante horas y no sucedió nada, porque simplemente la dejé a expensas de que algo sucediera, y terminé borrando todo el material. Hoy si que he grabado algo muy bueno y en solo diez minutos, no he necesitado más.

Me he levantado de la silla y he asomado la cabeza por el ventanal, para tomar un poco de aire. Una chica estaba llamando a un taxi que ha pasado de largo. Indignada se ha girado hacia un grupo de personas con las maletas preparadas. Parecían estar esperando un taxi que no llegaba. He pensado que ahí podía suceder algo, más o menos interesante, pero algo. He plantado la cámara y como siempre que se le da al play buscando algo, algo se ha producido: el magnetismo. De repente, las gente entraba y en la imagen con un ritmo calculado, nadie se salía del encuadre, aún cuando pareciesen que se iban se quedaban en el borde, apresados por la fuerza centrípeta de mi cámara, que no quería que se escaparan. No hay un momento en el vídeo en el que no suceda nada, siempre hay acción y movimiento, y sorpresa. Como un par de hombres que se cruzan por delante del grupo protagonista y resulta que entrar en el portal que se sitúa en el borde superior izquierdo del cuadro. O, cuando ya parecía que la acción estaba clara y el hombre iba a coger el taxi, aparecer otro taxista y producirse una escena inexplicable. Y, lo más interesante de todo, que de todo ese grupo, el taxi no era para nadie, ni para la chica que lo estaba pidiendo. Era para un solo hombre. En fin, la realidad esta llena de pequeñas historias, aunque no sepamos que formamos parte de ellas porque suceden siempre de corrido, sin nada que nos haga pensar que estamos saltando de una escena a otra a lo largo del día. De que nuestra vida es una verdadera película. Pero cuando recortas una de esas escenas y la traes al cine, te das cuenta de que has vivido algo, un suceso, un drama que ha hecho que el día sea algo más interesante. Y para encontrar esos momentos y poder abstraerlos de la corriente ininterrumpida de la vorágine del tiempo, que no se detiene, aparece el cine, o el vídeo en este caso, que activa el magnetismo entre lo que ve la cámara y lo que quiere ver y necesita. El magnetismo del cine, que hace que al plantar la cámara, aunque quien este siendo grabando no lo sepa, surge una fuerza que hace que todo a su alrededor se vuelva más interesante.

Así pues, he llamado al vídeo El magnetismo[1]. Y esta es su sinopsis (que viene a decir lo mismo que el párrafo anterior, de una manera más sencilla quizás, porque es algo tan complicado de explicar que con cada intento la definición varía): El magnetismo se produce en el momento que plantas la cámara. El magnetismo se da de forma inesperada, por unas fuerzas que solo el cine comprende. El magnetismo es el poder que tiene la cámara de hacer que siempre suceda algo delante de ella.
Hay que estar atento a la realidad, hay que tener los ojos abiertos para saber cuando ese magnetismo se puede producir. Hay que saber elegir bien el encuadre, y que éste produzca un magnetismo en el que todo suceda dentro de él y a su alrededor.
La espera, los hechos, los imprevistos, el drama, la comedia, el interés, la duda... todo está presente en las calles y en la vida cotidiana, y si les prestamos atención descubriremos que siempre hay acción, que siempre estamos protagonizando una historia, que cada momento del día es parte de nuestra Historia. Y si hay una cámara que capta ese instante esencial, se produce el magnetismo.


Después de grabar El magnetismo, he terminado de enviar Siempre te querré y de hacer los DVD de Sad Song, ahora solo me falta enviarlos por correo. Dos cosas menos. Con El magnetismo rápidamente editado y exportado, he seguido trabajando en el video abstracto de Mañana de miércoles en la Pariser Platz de Berlín. Hay que trabajarlo poco a poco, aunque luego de la impresión de que haya sido darle al botón. Pero no, con cuidado, con ritmo, con profundidad en el píxel.

Y con ello me he entretenido hasta que ha empezado el baloncesto y el fútbol. Ambos partidos un Valencia - Madrid que ha ganado el Madrid. Los he visto a trompicones a través de Internet, pero los he podido ver, al fin y al cabo. Y mientras escribía esto me ha llegado un mensaje de Cyril, que como para ir a la montaña del diablo hay que pagar, ha decidido cambiar de lugar e ir las barracas de Krampnitz, cerca de Postdam, lugar donde se han rodado películas como Malditos Bastardos (Quentin Tarantino, 2009).

Como nuestra conexión a Internet no es muy buena, y alguien buscó indebidamente por la Red, Google no nos deja realizar búsquedas y encontrar la localización ha sido complicado. Cyril quería ir, pero no encontraba donde estaba el lugar, pues en el blog que me ha pasado no lo indica. En plan Rastreator he buscado el nombre en Wikipedia, me he asegurado que era el mismo que el del blog. En la página de Wikipedia estaban las coordenadas geográficas. Como el buscador de Google lleva dándome problemas desde que llegué, en la barra de favoritos me he puesto el Google Translate y el Google Maps, así no tengo la necesidad de buscarlo desde Google, y evito problemas como los que estamos teniendo desde hace un par de días con el buscador. He introducido las coordenadas en el Maps y le he indicado que me diga cómo llegar. Son dos horas de viaje combinando metro y autobús, pero el sitio está localizado. Así que mañana o pasado vamos a intentarlo. Moraleja: la tecnología (y Google) son herramientas perversas pero imprescindibles hoy en día, solo hay que saber como ingeniárselas para sacarles el mayor rendimiento y que la espera sea lo más breve posible. 

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