miércoles, 11 de diciembre de 2013

10-12-2013. Caminante kamikaze

10-12-2013

Caminante kamikaze

Hoy he comenzado la grabación de la película. Su título final será Sad Song. Scream of Stone About Europe’s Decline (Canción Triste. Grito de piedra sobre el declive de Europa). Los días cada vez son más tristes, más nublados, más grises. Esto me viene de lujo para el tono que quiero que tenga el film. El plan de grabación es de tres días contando hoy.

El trayecto de mañana me llevará a cruzar el río Spree, al Este de Berlín. El recorrido incluirá grabar al Molecule Man, la East Side Gallery, la estatua de Rosa Luxemburgo, el Volkspark Friedrichshain, el Ernst-Thälmann-Park, una estatua que hay en el exterior del cementerio judío, y las estatuas del centro que hoy no he podido grabar: la de Martin Luther[1] (el impulsor del luteranismo) y la de San Jorge y el dragón, a la que tanto aprecio le tengo desde que Triángulo de Amor Bizarro utilizara el cuadro de Rubens para la portada de su último disco: Victoria Mística. 

En fin, otros casi treinta kilómetros que también me voy a patear mañana. Y es que ya lo canta Fernando Alfaro: “caminante kamizake soy, así que no me deis ideas”.  Hoy he vuelto a lo que ya puedo considerar mi lugar favorito de Berlín, el Tiergarten. Ya tenía bastantes planos de la Catedral de Berlín, la puerta de Brandemburgo, la Isla de los Museos y de éste maravilloso y tranquilo parque, pero no con la duración necesaria. Así que vuelta a grabar los mismo planos y algunos de más. Siendo metódico y consecuente, salvo los planos al ritmo de la Matthäus-Passion que irán de prólogo, el resto serán todos de un minuto exactamente. Para darme un regalo después de caminar durante toda la mañana hasta que ha comenzado a oscurecer, y de grabar todo lo que tenía que grabar, me he pasado por el Lidl y me he comprado una deliciosa pizza cuatro quesos.


Lo he grabado todo excepto las dos estatuas citadas en el párrafo anterior. La del amigo Lutero no he podido porque había un grupo muy pesado de niños pidiendo limosna. No puedo ir regalando dinero todos los días, pues ya salgo de casa con lo justo para incidencias y/o para coger el metro si llega el momento en el que no puedo seguir caminando. Pero hoy me han sucedido dos cosas que me hace dudar de la sinceridad con la que estos chavales van rascando el bolsillo de la gente. Los que me han asaltado mientras estaba preparando el plano de Lutero los escuchaba llegar desde lejos. Y recalco el “los escuchaba” porque se supone que son niños de una asociación de sordomudos, pero que antes de llegar a mi estaban bien felices hablando y riendo entre ellos. Al pedirme, de repente habían perdido el habla y se hacían los sordos. A la vuelta a casa he buscado en internet y he leído en diferentes páginas web lo de estos pequeños estafadores que podemos encontrar en ciudades de toda Europa.

El otro hecho que ha reafirmado mi negativa a dar un euro más a estas personas es cuando en la isla de los museos, justo después de grabar a la arquera que apunta al resto de caminantes kamikazes, se me ha acercado otro niño a pedirme limosna. Le he dicho con gestos que “¿otra vez?”, acompañado de un “¿again?” en voz alta. El chaval lo ha entendido a la primera y ha seguido, pero cuando ha visto que parecía que iba a guardar el móvil, que en ese momento llevaba en la mano, al bolsillo, ha vuelto y se me ha cogido al brazo insistiéndome, diciéndome, que le diese dinero. Al mismo tiempo ha hecho el amago de meterme la mano en el bolsillo de la chaqueta. Como soy precavido llevaba la cartera y demás en la sudadera debajo de debajo y dentro de bolsillos con cremallera (¿a cuanta gente le habré dicho que el bolsillo con cremallera es el mejor invento del mundo?). Así que el zorupo (como lo habría llamado mi amigo Juan Carlos utilizando un gentilicio de Fuensanta en Albacete) no ha podido sacar nada, de hecho no ha llegado ni a meter la mano en el bolsillo, pues ya lo he protegido mientras le decía que no y que no. Me ha insultado y cada uno por su camino.


La estatua de San Jorge y el dragón no la he podido grabar porque el Google Maps no reconocía esa zona y no la he podido encontrar. Para evitar estos fallos, las direcciones de mañana las llevo anotadas en un papel.

También hoy, por primera vez, se me ha acercado un policía mientras grababa. Ha sido junto a la catedral, a la orilla del río. No me ha dicho nada, solo ha pasado por detrás, se he parado un momento, supongo que habrá visto desde una distancia práctica que no hacía más que grabar estatuas y ha seguido la marcha. Como voy con un trípode y eso no es que sea muy común, o esta mal visto en amateurs (ya se lo decían a Maya Deren), he grabado ese plano y he seguido el camino. Cuando ya no he visto al policía me he vuelto a detener en una zona donde un muro más alto me protegía de las miradas. He vuelto a plantar la cámara y seguir grabando. Al terminar y darme la vuelta el policía estaba al final del paseo mirándome a mí y a un vagabundo que daba de comer a una paloma que se le abalanzaba a las manos.  Tanto el policía, como el vagabundo y como yo nos hemos reído. Era un hombre mayor y con pinta de ser cordial. Lo único que ha hecho ha sido sonreírme. 


Y el otro individuo que me he topado hoy ha sido el más simpático y amable de todos. Estaba preparando el plano en un lugar que no tenía ni idea de que era, pues me lo he encontrado por casualidad al ir bajando hacia casa. El hombre, un tanto dejado con su barba, su gorro de lana y su nariz roja de llevar una botella de más, se ha parado a mi lado y me ha dicho algo en alemán. Por supuesto, no lo he entendido. Me ha seguido hablando pese a mis gestos, hasta que he dicho “I don’t kwon”. Al parecer me estaba preguntando si sabía que era lo que estaba grabando. Le he dicho que no y me ha contado que era el centro exacto de Berlín. El centro del centro de la ciudad. Me lo decía en alemán pero entre que usaba un lenguaje muy sencillo y hacía unos gestos muy evidentes todo ha quedado claro. Me he acordado del momento en el que Bill Murray intenta hablar con un paciente en el hospital de Lost In Traslation (Sofia Coppola, 2003) mientras espera a Scarlett Johansson. El hombre ha visto mi sonrisa de gran sorpresa y felicidad al conocer el dato, y con mi “Thank you”, se ha ido más contento que nunca sintiendo que ha hecho la buena acción del día.

Después de haberme comido mi pizza cuatro quesos me he puesto a importar el material grabado. Entre unas cosas y otras la tarde se ha pasado volando, pero he podido hacer un maravilloso cartel para la película y un tráiler de lo más sugerente usando cinco de los mejores planos que he podido grabar. Uno de ellos ha sido toda una revelación: la Niké, de la que tanto hablo, me la he encontrado de espaldas al salir del túnel que lleva a la rotonda de la Siegessäule. Estaba claro, el plano tenía que ser de ella dando la espalda a Europa, la Victoria dejando de mirar a Europa, una Europa en decadencia, una Europa en declive. La Niké dándonos la espalda es el símbolo de que el Viejo Continente hace tiempo que ya no rige el mundo. Y esa es la imagen que he utilizado para el póster.  Ahora a descansar, que mañana toca volver a ponerse el traje del caminante kamikaze.

Voy caminando y voy clavando así mis pasos,

voy clavando así mis huesos en la acera,

voy clavando así mis huesos en mis pasos,

voy clavando en el cemento y en la tierra.



Esta canción la cantarás siempre que andes,

canta fuerte sin temor a dar el cante.

Y cada vez colocando un pie delante

y a buen ritmo sí que avanzarás bastante,

caminando por el campo, por la calle,

ya lo dije: caminante kamikaze soy.



Y canta fuerte cuando vengan a buscarte,

que no oigas, que no puedan fusilarte,

tápate los ojos, que no puedan darte,

y camina, pon el otro pie delante,

caminando por el monte o por la calle,

ya lo dije: caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

así que no me deis ideas.



Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta amenazante,

sombra y luz son mi hogar de caminante

y la penumbra de la luna cuando nace

me convierte en caminante kamikaze.



Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta amenazante,

sombra y luz son mi hogar de caminante

y la penumbra de la luna cuando nace

me convierte en caminante kamikaze,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

así que no me deis ideas.



Caminando con la vida por delante

y con la muerte por detrás amenazante,

como truenos de tormenta galopante

cabalgando sobre lomos de elefantes,

cantarás esta canción siempre que andes,

que convierte en caminante kamikaze,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy.



Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta galopante,

son mi hogar de caminante kamikaze que

no sabe ya muy bien por qué lo hace

ni siquiera si está aún vivo el emperador.


Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta galopante,

son mi hogar de caminante kamikaze que

no sabe ya muy bien por qué lo hace

ni siquiera si es que hay guerra o aún no se acabó.







[1] Ahora caigo (me ha vuelto a suceder) que nuestro querido Martín Lutero (Martin Luther, como es conocido en alemán) tiene el mismo nombre que el pastor defensor de los derechos civiles para los afroamericanos: Matin Luther King Jr. Esto no es casualidad. Como bien nos dice las sagrada Wikipedia, el nombre original de su padre, Matir Luther King Sr., era Michael King, y así llamó a su hijo. Pero en un viaje a Alemania en 1934, el padre de éste decidió cambiar sus nombres por Martin Luther en honor al amigo Lutero.

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