10-12-2013
Caminante kamikaze
Hoy
he comenzado la grabación de la película. Su título final será Sad Song. Scream of Stone About Europe’s
Decline (Canción Triste. Grito de
piedra sobre el declive de Europa). Los días cada vez son más tristes, más
nublados, más grises. Esto me viene de lujo para el tono que quiero que tenga
el film. El plan de grabación es de tres días contando hoy.
El
trayecto de mañana me llevará a cruzar el río Spree, al Este de Berlín. El recorrido
incluirá grabar al Molecule Man, la East Side Gallery, la estatua de Rosa
Luxemburgo, el Volkspark Friedrichshain, el Ernst-Thälmann-Park, una estatua
que hay en el exterior del cementerio judío, y las estatuas del centro que hoy
no he podido grabar: la de Martin Luther[1] (el
impulsor del luteranismo) y la de San Jorge y el dragón, a la que tanto aprecio
le tengo desde que Triángulo de Amor Bizarro utilizara el cuadro de Rubens para
la portada de su último disco: Victoria
Mística.
En
fin, otros casi treinta kilómetros que también me voy a patear mañana. Y es que
ya lo canta Fernando Alfaro: “caminante
kamizake soy, así que no me deis ideas”.
Hoy he vuelto a lo que ya puedo considerar mi lugar favorito de Berlín,
el Tiergarten. Ya tenía bastantes planos de la Catedral de Berlín, la puerta de
Brandemburgo, la Isla de los Museos y de éste maravilloso y tranquilo parque,
pero no con la duración necesaria. Así que vuelta a grabar los mismo planos y
algunos de más. Siendo metódico y consecuente, salvo los planos al ritmo de la Matthäus-Passion que irán de prólogo, el
resto serán todos de un minuto exactamente. Para darme un regalo después de
caminar durante toda la mañana hasta que ha comenzado a oscurecer, y de grabar
todo lo que tenía que grabar, me he pasado por el Lidl y me he comprado una
deliciosa pizza cuatro quesos.
Lo
he grabado todo excepto las dos estatuas citadas en el párrafo anterior. La del
amigo Lutero no he podido porque había un grupo muy pesado de niños pidiendo
limosna. No puedo ir regalando dinero todos los días, pues ya salgo de casa con
lo justo para incidencias y/o para coger el metro si llega el momento en el que
no puedo seguir caminando. Pero hoy me han sucedido dos cosas que me hace dudar
de la sinceridad con la que estos chavales van rascando el bolsillo de la
gente. Los que me han asaltado mientras estaba preparando el plano de Lutero
los escuchaba llegar desde lejos. Y recalco el “los escuchaba” porque se supone
que son niños de una asociación de sordomudos, pero que antes de llegar a mi
estaban bien felices hablando y riendo entre ellos. Al pedirme, de repente
habían perdido el habla y se hacían los sordos. A la vuelta a casa he buscado
en internet y he leído en diferentes páginas web lo de estos pequeños
estafadores que podemos encontrar en ciudades de toda Europa.
El
otro hecho que ha reafirmado mi negativa a dar un euro más a estas personas es
cuando en la isla de los museos, justo después de grabar a la arquera que
apunta al resto de caminantes kamikazes,
se me ha acercado otro niño a pedirme limosna. Le he dicho con gestos que “¿otra vez?”, acompañado de un “¿again?” en voz alta. El chaval lo ha
entendido a la primera y ha seguido, pero cuando ha visto que parecía que iba a
guardar el móvil, que en ese momento llevaba en la mano, al bolsillo, ha vuelto
y se me ha cogido al brazo insistiéndome, diciéndome, que le diese dinero. Al
mismo tiempo ha hecho el amago de meterme la mano en el bolsillo de la chaqueta.
Como soy precavido llevaba la cartera y demás en la sudadera debajo de debajo y
dentro de bolsillos con cremallera (¿a cuanta gente le habré dicho que el
bolsillo con cremallera es el mejor invento del mundo?). Así que el zorupo (como lo habría llamado mi amigo
Juan Carlos utilizando un gentilicio de Fuensanta en Albacete) no ha podido
sacar nada, de hecho no ha llegado ni a meter la mano en el bolsillo, pues ya
lo he protegido mientras le decía que no y que no. Me ha insultado y cada uno
por su camino.
La
estatua de San Jorge y el dragón no la he podido grabar porque el Google Maps
no reconocía esa zona y no la he podido encontrar. Para evitar estos fallos,
las direcciones de mañana las llevo anotadas en un papel.
También
hoy, por primera vez, se me ha acercado un policía mientras grababa. Ha sido
junto a la catedral, a la orilla del río. No me ha dicho nada, solo ha pasado
por detrás, se he parado un momento, supongo que habrá visto desde una distancia
práctica que no hacía más que grabar estatuas y ha seguido la marcha. Como voy
con un trípode y eso no es que sea muy común, o esta mal visto en amateurs (ya
se lo decían a Maya Deren), he grabado ese plano y he seguido el camino. Cuando
ya no he visto al policía me he vuelto a detener en una zona donde un muro más
alto me protegía de las miradas. He vuelto a plantar la cámara y seguir
grabando. Al terminar y darme la vuelta el policía estaba al final del paseo
mirándome a mí y a un vagabundo que daba de comer a una paloma que se le
abalanzaba a las manos. Tanto el policía,
como el vagabundo y como yo nos hemos reído. Era un hombre mayor y con pinta de
ser cordial. Lo único que ha hecho ha sido sonreírme.
Y el
otro individuo que me he topado hoy ha sido el más simpático y amable de todos.
Estaba preparando el plano en un lugar que no tenía ni idea de que era, pues me
lo he encontrado por casualidad al ir bajando hacia casa. El hombre, un tanto
dejado con su barba, su gorro de lana y su nariz roja de llevar una botella de
más, se ha parado a mi lado y me ha dicho algo en alemán. Por supuesto, no lo
he entendido. Me ha seguido hablando pese a mis gestos, hasta que he dicho “I don’t kwon”. Al parecer me estaba
preguntando si sabía que era lo que estaba grabando. Le he dicho que no y me ha
contado que era el centro exacto de Berlín. El centro del centro de la ciudad.
Me lo decía en alemán pero entre que usaba un lenguaje muy sencillo y hacía
unos gestos muy evidentes todo ha quedado claro. Me he acordado del momento en
el que Bill Murray intenta hablar con un paciente en el hospital de Lost In Traslation (Sofia Coppola, 2003)
mientras espera a Scarlett Johansson. El hombre ha visto mi sonrisa de gran
sorpresa y felicidad al conocer el dato, y con mi “Thank you”, se ha ido más contento que nunca sintiendo que ha hecho
la buena acción del día.
Después
de haberme comido mi pizza cuatro quesos me he puesto a importar el material
grabado. Entre unas cosas y otras la tarde se ha pasado volando, pero he podido
hacer un maravilloso cartel para la película y un tráiler de lo más sugerente
usando cinco de los mejores planos que he podido grabar. Uno de ellos ha sido
toda una revelación: la Niké, de la que tanto hablo, me la he encontrado de
espaldas al salir del túnel que lleva a la rotonda de la Siegessäule. Estaba
claro, el plano tenía que ser de ella dando la espalda a Europa, la Victoria
dejando de mirar a Europa, una Europa en decadencia, una Europa en declive. La
Niké dándonos la espalda es el símbolo de que el Viejo Continente hace tiempo
que ya no rige el mundo. Y esa es la imagen que he utilizado para el
póster. Ahora a descansar, que mañana
toca volver a ponerse el traje del caminante
kamikaze.
Voy caminando y voy clavando así mis
pasos,
voy clavando así mis huesos en la
acera,
voy clavando así mis huesos en mis
pasos,
voy clavando en el cemento y en la
tierra.
Esta canción la cantarás siempre que
andes,
canta fuerte sin temor a dar el cante.
Y cada vez colocando un pie delante
y a buen ritmo sí que avanzarás
bastante,
caminando por el campo, por la calle,
ya lo dije: caminante kamikaze soy.
Y canta fuerte cuando vengan a
buscarte,
que no oigas, que no puedan fusilarte,
tápate los ojos, que no puedan darte,
y camina, pon el otro pie delante,
caminando por el monte o por la calle,
ya lo dije: caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy,
así que no me deis ideas.
Y el cielo azul que ve la luz del sol
brillante
y las nubes de tormenta amenazante,
sombra y luz son mi hogar de caminante
y la penumbra de la luna cuando nace
me convierte en caminante kamikaze.
Y el cielo azul que ve la luz del sol
brillante
y las nubes de tormenta amenazante,
sombra y luz son mi hogar de caminante
y la penumbra de la luna cuando nace
me convierte en caminante kamikaze,
caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy,
así que no me deis ideas.
Caminando con la vida por delante
y con la muerte por detrás amenazante,
como truenos de tormenta galopante
cabalgando sobre lomos de elefantes,
cantarás esta canción siempre que andes,
que convierte en caminante kamikaze,
caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy,
caminante kamikaze soy.
Y el cielo azul que ve la luz del sol
brillante
y las nubes de tormenta galopante,
son mi hogar de caminante kamikaze que
no sabe ya muy bien por qué lo hace
ni siquiera si está aún vivo el
emperador.
Y el cielo azul que ve la luz del sol
brillante
y las nubes de tormenta galopante,
son mi hogar de caminante kamikaze que
no sabe ya muy bien por qué lo hace
ni siquiera si es que hay guerra o aún
no se acabó.
[1] Ahora caigo (me ha vuelto a suceder) que nuestro querido Martín Lutero (Martin Luther,
como es conocido en alemán) tiene el mismo nombre que el pastor defensor de los
derechos civiles para los afroamericanos: Matin Luther King Jr. Esto no es
casualidad. Como bien nos dice las sagrada Wikipedia, el nombre original de su
padre, Matir Luther King Sr., era Michael King, y así llamó a su hijo. Pero en
un viaje a Alemania en 1934, el padre de éste decidió cambiar sus nombres por
Martin Luther en honor al amigo Lutero.
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