sábado, 4 de enero de 2014

3-1-2014. Barcos de papel con banderas extranjeras

3-1-2014

Barcos de papel con banderas extranjeras

Hoy ha vuelto el caminante kamikaze.  Trípode al hombro, cámara en el bolsillo, el caminante kamikaze estaba dispuesto a recorrerse las calles de Berlín hasta llegar al extremo este de la ciudad.  Hacía sol, corría una refrescante brisa y las nuevas zapatillas estaban bien acopladas a sus pies. Hoy ha vuelto el caminante kamikaze.

Sí, hoy he vuelto a darme uno de mis largos pateos. No sabía ya que lugar visitar, así que busqué por Google Maps algún sitio que me llamará la atención. Mirbachplatz. Desde la vista aérea del Maps solo veía una punta de un edificio en medio de una pequeña plaza copada de árboles. Estaba a ocho kilómetros de casa y cerca había un parque con un lago, buena elección. Pero no he estado muy atento al camino. Florence me ha inspirado una idea muy buena para un cortometraje que podría realizar para Notodofilmfest. Así que, en las casi cinco horas de caminata apenas he sacado la cámara, pero he escrito mentalmente un guión. Se va a llamar Desaparecer. Al principio lo iba a titular El amor desaparecido o El amor ha desaparecido, pero quedaba muy cursi para mi gusto. Poco a poco, a cada paso que daba le he ido dando forma. Es increíble la sensación que produce ese proceso de ir dándole cuerpo, de pensar y repensar la idea, añadirle aspectos, corregirle fallos, enlazando temas y acciones, buscar el por qué ... y más emocionante es hacerlo de cabeza, sin detenerse mental ni físicamente, mientras caminas por las calles y cuando te das cuenta estás cruzando sin mirar una gran avenida y un camino de Heinz podría haber hecho un bote de kétchup contigo. Es sorprendente cómo el tener que visualizar lo que estás pensando para poder ir dándole forma hace que no veas lo que tienes alrededor, que estés sumergido en un mundo paralelo.

Los cortos del Notodfilmfest deben ser muy breves, un máximo de tres minutos creo. Anoche estaba dándole vueltas, un buen corto de esa duración tiene que ser muy sencillo pero muy profundo, con las ideas claras y con una narrativa mínima decirlo todo. Y, por supuesto, yo no pienso hacer un corto cómico con el que todo el mundo se ríe, gana el premio del público y la moraleja es lo de menos. Viene en mí, tengo que hacer algo dramático y profundo, serio (aunque no demasiado), poético y elegante. Es decir, poco popular. Como lo tendré hecho en un par de semanas o menos (espero) ya contaré de que va. De hecho, publicaré el relato corto en que se basa. Porque no me gusta escribir guiones. Prefiero escribir un relato corto que me sirva de guión. Mientras lo iba pensando ha resultado ser muy kafkiano, que le vamos a hacer. En mi hombro izquierdo Camus, en el derecho Kafka.

Caminando he pasado por delante de un café, creo que llevado por españoles, que se llamaba “Ana y Otto”, como Los amantes del circulo polar (1998), esa mala, sí, mala, reconocedlo de una vez, película de Julio Medem. Con ella empezó el desastre después de las maravillas de Vacas (1992), La ardilla roja (1993) y Tierra (1996). Y podemos salvar también La pelota vasca, la piel contra la piedra (2003).

He llegado a la Mirbachplatz y había una pequeña iglesia, he pensado, abandonada y medio en ruinas. Le he dado la vuelta a la rotonda y he cogido dirección al parque WeiBensser. El lago era inmenso para un parque. Y es que no dejan de llamarme la atención los parques de Berlín, son bosques a los que se les respeta su naturaleza. En la orilla del lago había dos barquitos de papel. Por supuesto, me he puesto a grabarlos. ¿Cuántas veces se encuentra uno con barcos de papel que flotan de verdad en medio de un lago?


Ya tenía el punto de partida para iniciar la serie de haikus inspirada por los poemas de Irene. Barcos de papel, patos, la luz bañándose en el agua… difícil de encajar en la tristeza que tiñe sus haikus. Pero más interesante saldrá el vídeo. Adiós a la delicadeza y la ñoñez de los cisnes, adiós los barcos de vapor y las luces doradas del sol. Que se llenen de tristeza esos iconos gentiles, que desparezcan sus rimas sutiles. He decidido que utilizaré éste:

Senyal

Vida de paper
Has deixat l’estampa en ella
Amb eixa tinta vermella

Cuando me estaba marchando he visto que un hombre se ha tirado desnudo al lago para darse un chapuzón y lavarse un poco. Una señora con la que me he cruzado me ha dicho algo en alemán riéndose. Cómo llevaba la cámara al hombro supongo que habrá sido algo tipo que lo grabase, no lo sé, pero he asentido con una sonrisa y he seguido caminando. Ha sido entrar y salir del agua, no he podido grabarlo, y tampoco habría sido pertinente.


A la vuelta he decidido bajar por un camino diferente que me ha llevado al cementerio judío. Al lado del cementerio hay un Lidl. Unos chavales han salido corriendo con un par de botellas de alcohol cada uno y mirando hacia atrás mientras soltaban carcajadas malhechoras. Estaba claro que lo habían birlado. Al llegar al final del cementerio me he metido por una callejuela sin asfaltar que daba a una especie de camping. Algo muy extraño: a la izquierda un pequeño taller y concesionario de Citroën, a la derecha el cementerio, entre ambos una idílicas casas de verano con su jardín bien cuidado.


Para llegar a casa debía pasar por el Görlitzer Park con mis queridísimos drug dealers. Con estos pelos y estas barbas debo de tener pinta de consumidor de marihuana, pues uno tras otro me han ido ofreciendo. “Hallo! Do you want some weed?”. “No, thanks” y he cruzado el parque.

Nada más llegar me he puesto con el relato corto/guión de Desaparecer. Después me he leído el guión del cortometraje que está preparando Cyril. Me lo ha pasado para que le diera mi opinión. Me lo he leído en francés y en inglés para que no se me escapase nada. Una buena respuesta requería tiempo, y escribirla en mi frenchglish todavía más.  Al menos con el puedo ir cambiando el idioma cuando no me salen las palabras, eso hace las cosas más fáciles. No sabré hablar bien ningún idioma, pero chapurreándolos todos un poco algo se puede hacer.  Lo mismo me ha pasado con Giulz, que hoy, por sorpresa para mí, me ha escrito un mensaje para decirme que ya había llegado a Berlín. Le he contestado en italiano y eso también me ha quitado minutos. Después el correo pendiente que tenía con Florence para intercambiar cortometrajes y demás. Éste correo todo en francés. Tengo pendiente el alemán…

Se me ha hecho tarde para transferir el material grabado, o ponerme a editar el vídeo en el que empecé a trabajar ayer y que consiste en comparar una actuación de música tradicional coreana con otra de flamenco. Mañana me pondré con ello, después con el haiku y después con el corto para Notodofilmfest. Tres proyectos diferentes en la cabeza. También estoy leyendo tres libros diferentes. Y todos los días caen una película y un par de capítulos de series de televisión. Entre medias camino, como, trabajo y escribo. No sé de dónde saco el tiempo ni las fuerzas, pero ahí están. Es la pulsión creadora, inagotable, insaciable.


Cuando ya me disponía a cenar y tenía el capítulo de Futurama esperándome, he salido al comedor ha prepararme la leche. Estaba la nueva inquilina, Lye, haciéndose la cena. Me ha repetido su nombre varias veces, pero ha sido imposible pronunciarlo. El mío tampoco era fácil, así que los dos contentos. He decidido hacerle compañía, cenar con ella, hablar un poco y conocernos mejor. He vuelto a la habitación, he quitado el capítulo de Futurama, cogido el paquete de Corn Flakes y he salido a la cocina. Me ha contado que pinta y hace fotografías de ruinas, que vive en Alemania desde hace seis o siete años, pero que los últimos meses estaba en otra residencia artística de Estambul. Ha vuelto para terminar el proyecto que debe presentar de final de estudios en su escuela de bellas artes cerca de Leipzig (si no recuerdo mal). Ha estado en Granada y en Sevilla. Yo le he dicho que quiero a Taiwan y que tengo una prima china. No sé cómo, pero siempre termino sacando a Carlota en todas mis presentaciones. Hemos terminado de cenar y ya eran las diez y media. Como escribir cada capítulo me lleva unas dos horas y media, me he puesto a ello sin ver ninguna película, aunque tampoco tenía la cabeza preparada. Para mañana dejo el documental sobre El infierno de Henri-George Clouzot (Serge Bromberg y Ruxandra Medrea, 2009) que me ha pasado Cyril, y, puede que también La vida secreta de Walter Mitty (Ben Stiller, 2013), que para los que no lo sepan es un remake de una película de Norman Z. McLeod dirigida en 1947 e inspirada por un relato de James Thurber. Estoy pensando que últimamente tengo al cine asiático un poco abandonado. Le daré estas semanas.

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