10-1-2014
Panteras kafkianas
“Panteras. Panteras, panteras, panteras.
Panteras, panteras, panteras. Panteras, panteras, panteras. Panteras, panteras,
panteras. Yo era una pantera, nena“ canta Espanto. Me he pasado el día
tarareándome “Kafkiano. Kafkiano, kafkiano,
kafkiano. Kafkiano, kafkiano, kafkiano. Kafkiano, kafkiano, kafkiano. Kafkiano,
kafkiano, kafkiano. Yo era un bicho kafkiano“.
A
las ocho de la mañana he saltado de la cama por si tenía que grabar a Hyeja
cocinando. Mientras tanto me he puesto a editar Desaparecer, a ver si conseguía acercarlo a mi idea de hacer algo
expresionista y artístico, plástico. He decidido convertirlo en una
cortometraje mudo, con intertítulos y música como único acompañamiento sonoro. Y,
después de las pocas esperanzas que tenía ayer, hoy me ha parecido hasta
medianamente bueno. Con la música de Raül Fuentes (Heezen) bien colocada en su
sitio, siendo una pieza más del corto, dándole toda la fuerza que necesitaban
las imágenes, ha quedado bastante fino. He tenido que recortar planos, eliminar
otros y demás. Falta la voz de Rosabel y creo que ya estará listo.
Hyeja
al final no ha cocinado. Mañana se va a Londres y tenía que preparar el viaje,
así que he aprovechado el día para probar y pulir los efectos de desaparición y
distorsión. Mientras trabajaba han golpeado a mi puerta, abierta como siempre a
todo aquel que quiera entrar. Era Giulz. Sin levantarme de la silla la he
saludado con una sonrisa, esperando a que entrara, o que me preguntara algo, o
no lo sé, todavía tenía la cabeza en el montaje y he quedado bastante mal. Se
ha asomado Sergio y otra chica. He salido de mi mundo y me he acercado a
presentarme. Fuera había medio séquito de los nuevos becarios que van a
trabajar en la residencia. Todos españoles. El que se va a encargar de las
tareas de mantenimiento, Samuel, es de Castellón. Ellos han seguido la visita
por el edificio y yo me he quedado hablando un poco con Giulz, que me habla en
italiano y la entiendo perfectamente, pero yo le hablo en inglés, no vaya a
decir alguna palabra que no toque. Va a preparar una pieza para el showcase y
me ha dicho que si quiero grabarla. “Nice,
of course!”.
Cuando
tenía el montaje terminado he bajado a las oficinas a buscar a los españoles. Quería
comprobar si los rótulos del corto se entendían bien. He utilizado una
tipografía que me parece que no termina de leerse y los acentos parecen no
existir. Sólo estaban Sergio, Samuel y Giulz, así que han sido bienvenidos. Efectivamente, las letras al principio cuesta
leerlas. El corto les ha gustado. “Muy
kafkiano” me ha dicho Sergio. “Me has
pillado. Salió así, sin quererlo, una especie de adaptación de La
metamorfosis”. Han visto que Hanneke era
la actriz y tenía que salir el comentario: “Hanneke
es tu actriz favorita”. Giulz ha hecho el otro pertinente: “Si necesitas a una chica joven yo soy tu
actriz”. Le he dicho que se lo iba a decir a ella, pero todavía no estaba
aquí. Y es verdad, había pensado que fuese Giulz la actriz, pero eso, no estaba
todavía por aquí. Y con Hanneke me lo paso bien, nos reímos mucho. Por la tarde
yo seguía liado intentando pulir al máximo los efectos de un par de planos que
se resistían, y en eso ha llamado ella a la puerta.
Al
parecer alguien había pintado un grafiti muy cutre y feo sobre una de las
piezas de su mural y quería hacer algo, así que me ha avisado por si la quería
grabar. Me he puesto las zapatillas y la he acompañado. Ha sido rápido, sólo ha
xerografiado la palabra “Riders” que
habían escrito sobre el mural, y ha sacado del showcase su pintura y la hemos subido a la habitación.
Yo he seguido con la edición. No había pasado mucho tiempo y Hanneke ha vuelto a llamar. Había hecho un par de
dibujos sobre la serigrafía y quería pasarlos al mural. Esta vez no me he
puesto ni las zapatillas, he bajado a la calle con las de ir por casa. “In one moment you make magic” le he
dicho. Y es que en menos de cinco minutos ha convertido la palabra “Riders” en una especie de cabra fantasma
rosa muy graciosa. ¡Qué destreza con el
pincel! Le he dicho que el dibujo sería la mascota perfecta para una marca de
leche de motoristas macarras. Le ha hecho gracia el comentario. Al volver hacia
las habitaciones se ha acordado de que se había olvidado de hacerle una foto a
la palabra, antes de pintar sobre ella, para así poder ver luego el cambio. Le
he dicho que esta noche intentaría construir una máquina del tiempo y así
volver atrás un día para volver a pintar. Con la broma nos hemos terminado despidiéndo
con un “See you yesterday”, “nos vemos ayer”. Yo he seguido con la
edición. Por tercera vez, sin haber pasado más de quince minutos, Hanneke ha
vuelto a llamar. Se ha disculpado por ser “pesada”, pero yo encantado, me tenía
entretenido. Iba a volver a colocar el cuadro con los nuevos dibujos dentro de
la vitrina del showcase. La he
ayudado a bajarlo, he grabado como lo colocaba y “See you yesterday”.
Pero
antes de eso, a la hora de comer me he cruzado, después de dos días sin verla,
con Yunyi. Le he preguntado si quería ver mi corto, sin terminar y sin
subtítulos. “It’s very kafkian”, me
ha comentado. “Yes, you’re right. I like
Kafka and I don’t know how when I wrote the screenplay the result was very
kafkian”. Le ha hecho gracia y ha querido hablar un poco de ello. En eso,
el horno con mi pizza ha hecho “ding”,
así que le he enseñado rápidamente algunas fotos de Krampnitz para que vea que
no le mentía cuando le dije que yo también fotografiaba lugares abandonados.
Habían tantas que me ha pedido el Facebook para verlas con tranquilidad.
Después me he comido la pizza.
Pero
la historia de hoy con Yunyi no terminaba ahí. Lo primero que había hecho al
levantarme había sido poner la lavadora, esta vez sin fallar, seleccionando el
programa corto. Editando Desaparecer
se me ha olvidado por completo. Lo he recordado mientras me terminaba la pizza,
casi a las tres. La ropa llevaba seis horas en la lavadora. Enseguida he subido
a recogerla, pero había un problema. La llave para abrir la puerta del pasillo
del piso de arriba había desaparecido. He llamado al timbre, esperando a que
alguien me abriera, pero no. Al bajar a la habitación he visto que delante de
la puerta de Yunyi había un tendedero esperando a la ropa. He llamado a su
puerta esperando que tuviera las llaves. Efectivamente. Se las he pedido. Como
ambos hablamos a trompicones con el inglés, lo que es perfecto porque es un
“inglés nivel medio”, ella me explicaba que estaba lavando su ropa, que la
lavadora estaba ocupada. Yo le decía que quería recoger la ropa, no lavarla.
Entonces me ha contado que había sacado mi ropa de la lavadora y la había
tendido en el piso de arriba, para así ella poder utilizarla. Me he disculpado por haberlo olvidado y le he
agradecido que la tendiese, calzoncillos incluidos.
Cuando,
por la noche, he ido a hacerme el bol de Corn
Flakes me he encontrado con Cyril en la cocina. Hemos hablado un poco del
día y le he dicho que mañana en la librería española hay actuación de un kazajo
que hace música experimental, por si se quiere venir. Así que mañana
veremos. He cenado mientras veía Futurama y seguía trabajando los efectos
de Desaparecer. Al terminar, me ha
hablado Óscar, el director de Fallas 37,
el corto documental en el que ayudé hacer un par de años, para contarme que
había visto Monumentos en la luna y
que estaba empezando un proyecto nuevo. Me ha recomendado que viese la película
de Ralf König, rey de los cómics (Rosa
von Praunheim, 2012) para que me hiciera una idea de estilo y le diese mi
opinión.
Iba
a empezar a ver la película mientras se renderizaba
el corto. Pero me ha escrito Sofía y hemos estado hablando un rato, cosa que
siempre es agradable. Me he acordado de mis dudas con los rótulos del corto y
le he pasado una captura de pantalla. También le cuesta leerlo un poco.
Decidido, mañana cambio la tipografía. Pero por la mañana, y para que no se me
olvide como me ha pasado con la colada me lo he apuntado con boli en la mano, a
las doce he quedado con Rosabel. Voy a tener que ir haciendo una lista de
tareas. Por poco se me olvida que también tengo que preparar una entrevista a
Fernando Franco, el director de La herida,
al que le escribí anoche y, muy amablemente, ha accedido. La tengo que preparar
este fin de semana. Se acumula la faena, pero menos mal que somos “Panteras. Panteras, panteras, panteras”…
kafkianas.
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