14-1-2014
El lobo estepario
No
hemos tenido conexión a Internet hasta la once y cuarto de la mañana. Así que
me he pasado horas recuperando la faena atrasada de ayer. Horas delante de la pantalla
del ordenador: traducir el texto de la correspondencia fílmica, subtitularla,
exportarla, subirla a Youtube, subirla a Vimeo, contestar correos, hacer el
cartel y la imagen de Desaparecer,
presentarlo al Notodofilmfest… faena de oficinista. Lo que más pereza da después
de haber terminado una película es comenzar a rellenar formularios, escribir
sinopsis, ajustar el tamaño del vídeo a las normas de los diferentes festivales
y mil cosas más en las que a uno se le van las energías. Pero hay que hacerlo.
Cuando
he terminado, a las tres y media, me he puesto las zapatillas y me he ido a dar
un largo paseo de lobo estepario hasta el centro de Berlín, buscando alguna hamburguesa de Orion en la calle Oranienburger, pero nada. La canción de Satie
que he utilizado para la correspondencia fílmica se repetía en un bucle
infinito a cada paso que daba. He salido por la mañana, he llegado por la
noche. Y como no ha sido un día a destacar, no me voy a alargar más. Acabo de
ver El lobo de Wall Street (2013) de
Martin Scorsese y quiero escribir la crítica. Me ha sorprendido, para bien.
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