9-1-2014
¿Quién dijo que Desaparecer fuera fácil?
El
insomnio continua. Creo que me va por fases. Dos semanas un lirón, dos semanas
un ciclón. Me fui a dormir pronto. Y cuando digo pronto, es pronto. Pero no
había manera de coger el sueño. A las dos y media de la madrugada me puse a hacer
pruebas que me habían venido a la cabeza para intentar lograr hacer desaparecer
la mitad de mi cuerpo sin necesidad de pintarme las piernas. Las pruebas fueron
un fracaso. Y el corto, comencé a pensar que también lo sería. Continué cavilando
los diferentes planos que necesitaría para generar capas y poder hacerme
desaparecer de una forma más o menos creíble y que no quedase muy cutre. Lo
pero de un trabajo es que quede a medio hacer, y por muy buena que sean las
intenciones, si es cutre, es cutre.
Al
final me conseguí dormir, pero a la seis de la mañana un ruido sordo me
despertó. Mi mural de periódicos donde pego las cartulinas para pintar, y que
era parte del decorado de Desaparecer,
se había venido abajo. Levanté la cabeza y pensé “ya lo arreglaré cuando me levante”. Y dos horas después ya estaba
arreglando el desaguisado. Seguidamente tocaba convertirme en tortuga ninja
pintándome los brazos y las piernas de arriba abajo.
Si
me quedaba algo de seriedad, credibilidad y/o cordura de cara al resto de glogauers, hoy se ha perdido por
completo. El primero en verme con los brazos verdes ha sido Kuno. Las dos veces
que nos hemos cruzado yo no estaba para dar buena impresión. Al menos esta vez
le ha hecho gracia mi pinta. Después, una tensa espera hasta las diez y comenzase
la grabación. Hanneke, como siempre,
puntual. Ha sido la segunda en verme y se ha partido de risa. En el fondo, lo
que mejor que se puede hacer es hacer reír a la gente. Mientras esperábamos a
Cyril le he explicado los planos que tenía que grabar con ella. Cyril ha
llegado con su Canon 7D y su trípode y hemos empezado a grabar. Es la primera
vez que dirigido a un equipo en inglés y la situación ha sido bastante estable,
divertida incluso, haciendo bromas sobre mi piel de serpiente verde que se me
iba cayendo, o el collage que hice el otro día. Lo más importante en un rodaje,
grabación o como queráis llamarlo, es que haya buen ambiente. Para matizar las
instrucciones les iba enseñando el storyboard
fotográfico e interpretando las acciones que iban a suceder en el plano.
Hanneke
tenía que hacer como que me dejaba y se iba calle abajo con mi maleta. Por lo
que, para grabar su segundo plano la maleta debía quedarse fuera de mi
habitación para no romper la continuidad. Cuando la he ido a llevar a la cocina
me he cruzado con Hyeja, que ha soltado un grito de terror, de desastre, de “¡Dios mío, ¿qué te ha pasado?”. Le he
lanzado una sonrisa y un “Work” y ha
seguido limpiando los cubiertos.
Después
de filmar el plano de Hanneke en la habitación hemos hecho el de la cocina.
Cuando hemos terminado de grabar a Hanneke y me tocaba a mí, ésta se ha subido
a su habitación a por la cámara de fotos y me ha hecho algunas mientras cortaba
la ensalada y fingía que me desaparecía la mano. Soy un actor pésimo. Recuerdo
que sólo aguanté un día en las clases de teatro de la poscomunión. De ahí me
pasé al baloncesto. Quiero comprarme una pelota, aprovechando que cerca de la
residencia hay unas cuantas canchas, pero como estamos esperando a que llegue la nieva y
será imposible jugar, prefiero no arriesgar.
El
último plano de Hanneke era tocando a la puerta. Necesitaba manos, así que nos
hemos puesto los tres a golpearla. Ha salido Kuno para ver que pasaba. “We are playing” le ha dicho Hanneke. Y
Kuno ha vuelto a su trabajo. No hemos molestado mucho. Se ha ido Hanneke y me
he quedado con Cyril. Plano a plano, la grabación ha sido rápida y bastante
sencilla. Cuando se planifican bien las cosas, salen bien los planes. Lo más
doloroso ha sido cuando me he tenido que dar de cabezazos contra la puerta. Lo
más asqueroso cuando he tenido que reptar por el suelo de mi habitación lleno
de pelos, polvo, suciedad de los zapatos, etc. Antes de terminar, ya comenzaba
a dudar del resultado final. Y en los ojos de Cyril también veía dudas.
Anoche
me contestó Rosabel a un correo que le había enviado pidiéndole que pusiera
ella la voz over. Me dijo que sí. Más responsabilidad para que el resultado
fuera, por lo menos, decente. Rosabel me preguntaba si tenía pensado algún tipo
de entonación. Le he contestado que prefiero escuchar primero su interpretación
del texto para después dar las indicaciones, y que todavía no se hasta que
punto voy a utilizar la voz. Todo depende del montaje, que he empezado esta
tarde. Pero antes del montaje venía lo peor: la ducha.
Se
veía venir. La pintura no se disuelve. He embozado la ducha. Si la grabación
nos ha costado dos horas y media, la ducha no ha durado menos. Cuando he notado
que se empezaba a embozar he metido los dedos por el desagüe y he sacado una
melena asiática con un moco verde gigante de pintura pegado a ella. Después,
fregona y desatacador en mano me he puesto el mono de trabajo, y por mono me
refiero a la bata. No podrán quejarse de la limpieza que he hecho. He
desatascado las tuberías de todo lo que tenían dentro. Para recuperar fuerzas
me he ido a Lidl a comprarme una pizza… y un mocho nuevo, pero no tenían.
Me
he comido la pizza con un temblor en las manos que me había empezado al despertarme. He estado montando el corto
como si tuviera párkinson. Serían los nervios, supongo. He tardado unas cuatro horas en tener un
primer montaje con el efecto de la desaparición aplicado. No me terminaba de
convencer, así que me he visto el cortometraje de Alfredo, mi compañero
mejicano de clase del año pasado, que me lo había pasado para que le hiciese
comentarios respecto al montaje. Le he enviado tres folios de comentarios con
mejoras que podría hacer.
El
efecto con Hanneke de aparecer y desaparecer ha quedado bien, ese es fácil. El
de hacerme desvanecer los brazos y piernas no tanto, ese es muy difícil (al
menos con tan pocos medios). El corto es en blanco y negro y mudo, lo que salva
un poco el desastre, pero no lo suficiente. Es verdad que sólo es un primer
montaje, y que falta probar con la voz over o con un texto tipo carteles de
cine mudo. Como toda la historia es una invención he pensado hacerlo todavía
más irreal, y así seguir tapando agujeros. He probado a convertir la imagen
real en animación como si fuese un dibujo hecho con lápiz. Queda muy bien, pero
el efecto de la mano desapareciendo al principio pasa desapercibido. Lo que
podría intentar mañana es hacer que sea gradual el ir convirtiendo la imagen en
animación, en función de las partes del cuerpo que vayan disolviéndose. Así
sería una combinación de imagen en color, en blanco y negro y en animación. No
lo sé, mañana seguiré experimentando. ¿Por qué me habré querido complicar
tanto?
Mientras
grabábamos el corto, yo he grabado el making
of para el documental sobre la residencia. He estado pensando que igual
sería mejor hacer un corto que combine la grabación y el frustrado resultado final. Pero eso sería muy
fácil. Prefiero seguir intentando buscar la combinación de efectos, voces y
montaje que hagan que Desaparecer sea
digno de presentarse al Notodofilmfest, aunque luego no pase el primer corte y
el mejor comentario sea algo tipo: “buena
idea, pero mala realización”. La verdad es que grabar ficción, en el
sentido de contar una historia con un “guión” previo, necesidad de una cierta
continuidad, actores y demás lo he hecho pocas veces, y en ninguna me ha
terminado de convencer el resultado. Quizás porque lo he hecho demasiado rápido
y preocupado por no hacer perder el tiempo a la gente que me ayudaba. Monumentos en la luna fue un hibrido muy
extraño que salió bien: imágenes documentales, fotografías de archivo,
entrevistas, pero todo después guionizado y editado como una ficción. El
problema de mis ficciones es, pues, la grabación. No es como cuando salgo con
mi cámara que tengo todo el tiempo del mundo y no molesto a nadie. Pero bueno,
es seguir practicando hasta coger la destreza para trabajar igual de bien en
todos los campos. Tengo que acostumbrarme a tomarme mi tiempo cuando hay un
equipo detrás y darme cuenta de que si están ahí es o porque quieren y no les
importa esperar y repetir, o porque cobran y deben esperar y repetir; esta
opción es más fácil de llevar a cuestas, pero por ahora no puedo contar con
ella.
De
momento terminaré de editar Desaparecer,
seguiré grabando lo que vaya sucediendo por la residencia y empezaré a escribir
un guión al que llevo dándole vueltas desde hace tres años que, bien escrito,
puede ser muy bueno y atractivo de coproducir. Y, entre unas cosas y otras, si
hay feeling con Rosabel, hasta puedo
grabar algunas ficciones más con actrices y actores de verdad, no de pandereta
como yo, que si no hay actividad física contundente no valgo un centavo. Hablando
de actores, por la noche me he puesto Shutter
Island (Martin Scorsese, 2009) y Leonardo DiCaprio hace una actuación
magnífica con un doble rostro permanente entre la cordura y la locura. La
película gana con el segundo visionado y si se hace desde la perspectiva de
cómo todos van tejiendo la trama para que DiCaprio juegue su juego. Al final se
hace un poco larga, pero no es una mala película como me pareció la primera
vez. Hay una mala manía de criticar cada nuevo trabajo de alguien, y hacerlo
casi siempre en negativo. Es lo que le está pasando a los Scorsese, Woody
Allen, Coppola y demás del Nuevo Hollywood de los setenta, cuyas películas se
ven con malos ojos y si hacen una buena se celebra como una resurrección. Pues
no, si ahora están ahí es porque son buenos, y si hacen las películas que hacen
es porque quieren hacerlas, y son tan buenas como las primeras, y hay que
agradecer que no sigan haciendo lo mismo que en los años setenta, sino vaya
aburrimiento. El otro día Hyeja, a quien le había pasado algunos de mis cortos
me dijo que eran muy diferentes unos de otros. Ahí esta la gracia, es probar,
en experimentar, en que cada trabajo sea diferente y originial. Esto no quita
que La invención de Hugo (Martin
Scorsese, 2011) solo tenga de bueno las películas de Méliès en 3D o que los
experimentos de Coppola sea castañas fuera de lugar, pero con mucho interés por
lo que hay detrás y lo que dicen del sistema de Holllywood y sus viejas
glorias, que se resisten a desaparecer, intentando innovar y hacer cosas
diferentes, que aunque no siempre salgan bien, siempre merecerán la pena.
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