viernes, 10 de enero de 2014

9-1-2014. ¿Quién dijo que Desaparecer fuera fácil?

9-1-2014

¿Quién dijo que Desaparecer fuera fácil?

El insomnio continua. Creo que me va por fases. Dos semanas un lirón, dos semanas un ciclón. Me fui a dormir pronto. Y cuando digo pronto, es pronto. Pero no había manera de coger el sueño. A las dos  y media de la madrugada me puse a hacer pruebas que me habían venido a la cabeza para intentar lograr hacer desaparecer la mitad de mi cuerpo sin necesidad de pintarme las piernas. Las pruebas fueron un fracaso. Y el corto, comencé a pensar que también lo sería. Continué cavilando los diferentes planos que necesitaría para generar capas y poder hacerme desaparecer de una forma más o menos creíble y que no quedase muy cutre. Lo pero de un trabajo es que quede a medio hacer, y por muy buena que sean las intenciones, si es cutre, es cutre.

Al final me conseguí dormir, pero a la seis de la mañana un ruido sordo me despertó. Mi mural de periódicos donde pego las cartulinas para pintar, y que era parte del decorado de Desaparecer, se había venido abajo. Levanté la cabeza y pensé “ya lo arreglaré cuando me levante”. Y dos horas después ya estaba arreglando el desaguisado. Seguidamente tocaba convertirme en tortuga ninja pintándome los brazos y las piernas de arriba abajo.


Si me quedaba algo de seriedad, credibilidad y/o cordura de cara al resto de glogauers, hoy se ha perdido por completo. El primero en verme con los brazos verdes ha sido Kuno. Las dos veces que nos hemos cruzado yo no estaba para dar buena impresión. Al menos esta vez le ha hecho gracia mi pinta. Después, una tensa espera hasta las diez y comenzase la grabación.  Hanneke, como siempre, puntual. Ha sido la segunda en verme y se ha partido de risa. En el fondo, lo que mejor que se puede hacer es hacer reír a la gente. Mientras esperábamos a Cyril le he explicado los planos que tenía que grabar con ella. Cyril ha llegado con su Canon 7D y su trípode y hemos empezado a grabar. Es la primera vez que dirigido a un equipo en inglés y la situación ha sido bastante estable, divertida incluso, haciendo bromas sobre mi piel de serpiente verde que se me iba cayendo, o el collage que hice el otro día. Lo más importante en un rodaje, grabación o como queráis llamarlo, es que haya buen ambiente. Para matizar las instrucciones les iba enseñando el storyboard fotográfico e interpretando las acciones que iban a suceder en el plano.

Hanneke tenía que hacer como que me dejaba y se iba calle abajo con mi maleta. Por lo que, para grabar su segundo plano la maleta debía quedarse fuera de mi habitación para no romper la continuidad. Cuando la he ido a llevar a la cocina me he cruzado con Hyeja, que ha soltado un grito de terror, de desastre, de “¡Dios mío, ¿qué te ha pasado?”. Le he lanzado una sonrisa y un “Work” y ha seguido limpiando los cubiertos.

Después de filmar el plano de Hanneke en la habitación hemos hecho el de la cocina. Cuando hemos terminado de grabar a Hanneke y me tocaba a mí, ésta se ha subido a su habitación a por la cámara de fotos y me ha hecho algunas mientras cortaba la ensalada y fingía que me desaparecía la mano. Soy un actor pésimo. Recuerdo que sólo aguanté un día en las clases de teatro de la poscomunión. De ahí me pasé al baloncesto. Quiero comprarme una pelota, aprovechando que cerca de la residencia hay unas cuantas canchas, pero  como estamos esperando a que llegue la nieva y será imposible jugar, prefiero no arriesgar.


El último plano de Hanneke era tocando a la puerta. Necesitaba manos, así que nos hemos puesto los tres a golpearla. Ha salido Kuno para ver que pasaba. “We are playing” le ha dicho Hanneke. Y Kuno ha vuelto a su trabajo. No hemos molestado mucho. Se ha ido Hanneke y me he quedado con Cyril. Plano a plano, la grabación ha sido rápida y bastante sencilla. Cuando se planifican bien las cosas, salen bien los planes. Lo más doloroso ha sido cuando me he tenido que dar de cabezazos contra la puerta. Lo más asqueroso cuando he tenido que reptar por el suelo de mi habitación lleno de pelos, polvo, suciedad de los zapatos, etc. Antes de terminar, ya comenzaba a dudar del resultado final. Y en los ojos de Cyril también veía dudas.

Anoche me contestó Rosabel a un correo que le había enviado pidiéndole que pusiera ella la voz over. Me dijo que sí. Más responsabilidad para que el resultado fuera, por lo menos, decente. Rosabel me preguntaba si tenía pensado algún tipo de entonación. Le he contestado que prefiero escuchar primero su interpretación del texto para después dar las indicaciones, y que todavía no se hasta que punto voy a utilizar la voz. Todo depende del montaje, que he empezado esta tarde. Pero antes del montaje venía lo peor: la ducha.

Se veía venir. La pintura no se disuelve. He embozado la ducha. Si la grabación nos ha costado dos horas y media, la ducha no ha durado menos. Cuando he notado que se empezaba a embozar he metido los dedos por el desagüe y he sacado una melena asiática con un moco verde gigante de pintura pegado a ella. Después, fregona y desatacador en mano me he puesto el mono de trabajo, y por mono me refiero a la bata. No podrán quejarse de la limpieza que he hecho. He desatascado las tuberías de todo lo que tenían dentro. Para recuperar fuerzas me he ido a Lidl a comprarme una pizza… y un mocho nuevo, pero no tenían.

Me he comido la pizza con un temblor en las manos que me había empezado  al despertarme. He estado montando el corto como si tuviera párkinson. Serían los nervios, supongo.  He tardado unas cuatro horas en tener un primer montaje con el efecto de la desaparición aplicado. No me terminaba de convencer, así que me he visto el cortometraje de Alfredo, mi compañero mejicano de clase del año pasado, que me lo había pasado para que le hiciese comentarios respecto al montaje. Le he enviado tres folios de comentarios con mejoras que podría hacer.


El efecto con Hanneke de aparecer y desaparecer ha quedado bien, ese es fácil. El de hacerme desvanecer los brazos y piernas no tanto, ese es muy difícil (al menos con tan pocos medios). El corto es en blanco y negro y mudo, lo que salva un poco el desastre, pero no lo suficiente. Es verdad que sólo es un primer montaje, y que falta probar con la voz over o con un texto tipo carteles de cine mudo. Como toda la historia es una invención he pensado hacerlo todavía más irreal, y así seguir tapando agujeros. He probado a convertir la imagen real en animación como si fuese un dibujo hecho con lápiz. Queda muy bien, pero el efecto de la mano desapareciendo al principio pasa desapercibido. Lo que podría intentar mañana es hacer que sea gradual el ir convirtiendo la imagen en animación, en función de las partes del cuerpo que vayan disolviéndose. Así sería una combinación de imagen en color, en blanco y negro y en animación. No lo sé, mañana seguiré experimentando. ¿Por qué me habré querido complicar tanto?


Mientras grabábamos el corto, yo he grabado el making of para el documental sobre la residencia. He estado pensando que igual sería mejor hacer un corto que combine la grabación y el  frustrado resultado final. Pero eso sería muy fácil. Prefiero seguir intentando buscar la combinación de efectos, voces y montaje que hagan que Desaparecer sea digno de presentarse al Notodofilmfest, aunque luego no pase el primer corte y el mejor comentario sea algo tipo: “buena idea, pero mala realización”. La verdad es que grabar ficción, en el sentido de contar una historia con un “guión” previo, necesidad de una cierta continuidad, actores y demás lo he hecho pocas veces, y en ninguna me ha terminado de convencer el resultado. Quizás porque lo he hecho demasiado rápido y preocupado por no hacer perder el tiempo a la gente que me ayudaba. Monumentos en la luna fue un hibrido muy extraño que salió bien: imágenes documentales, fotografías de archivo, entrevistas, pero todo después guionizado y editado como una ficción. El problema de mis ficciones es, pues, la grabación. No es como cuando salgo con mi cámara que tengo todo el tiempo del mundo y no molesto a nadie. Pero bueno, es seguir practicando hasta coger la destreza para trabajar igual de bien en todos los campos. Tengo que acostumbrarme a tomarme mi tiempo cuando hay un equipo detrás y darme cuenta de que si están ahí es o porque quieren y no les importa esperar y repetir, o porque cobran y deben esperar y repetir; esta opción es más fácil de llevar a cuestas, pero por ahora no puedo contar con ella.


De momento terminaré de editar Desaparecer, seguiré grabando lo que vaya sucediendo por la residencia y empezaré a escribir un guión al que llevo dándole vueltas desde hace tres años que, bien escrito, puede ser muy bueno y atractivo de coproducir. Y, entre unas cosas y otras, si hay feeling con Rosabel, hasta puedo grabar algunas ficciones más con actrices y actores de verdad, no de pandereta como yo, que si no hay actividad física contundente no valgo un centavo. Hablando de actores, por la noche me he puesto Shutter Island (Martin Scorsese, 2009) y Leonardo DiCaprio hace una actuación magnífica con un doble rostro permanente entre la cordura y la locura. La película gana con el segundo visionado y si se hace desde la perspectiva de cómo todos van tejiendo la trama para que DiCaprio juegue su juego. Al final se hace un poco larga, pero no es una mala película como me pareció la primera vez. Hay una mala manía de criticar cada nuevo trabajo de alguien, y hacerlo casi siempre en negativo. Es lo que le está pasando a los Scorsese, Woody Allen, Coppola y demás del Nuevo Hollywood de los setenta, cuyas películas se ven con malos ojos y si hacen una buena se celebra como una resurrección. Pues no, si ahora están ahí es porque son buenos, y si hacen las películas que hacen es porque quieren hacerlas, y son tan buenas como las primeras, y hay que agradecer que no sigan haciendo lo mismo que en los años setenta, sino vaya aburrimiento. El otro día Hyeja, a quien le había pasado algunos de mis cortos me dijo que eran muy diferentes unos de otros. Ahí esta la gracia, es probar, en experimentar, en que cada trabajo sea diferente y originial. Esto no quita que La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011) solo tenga de bueno las películas de Méliès en 3D o que los experimentos de Coppola sea castañas fuera de lugar, pero con mucho interés por lo que hay detrás y lo que dicen del sistema de Holllywood y sus viejas glorias, que se resisten a desaparecer, intentando innovar y hacer cosas diferentes, que aunque no siempre salgan bien, siempre merecerán la pena.

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