1-2-2014
Deadline
Si
ayer grabe la(s) mudanza(s), hoy me tocaba editarlas. Y en eso ha consistido el
día. Después de un montaje de diez minutos, he ido revisando con cuidado cada
plano, cada corte, el timing… Al
final he dejado la secuencia en poco más de siete minutos quitando morralla.
Desde que tengo que editar tanto y tan rápido, con la mente pensando en que al
final todas las secuencias formarán parte de una película, y cada una no puede
durar veinte minutos, sino un tiempo asequible, estoy aprendiendo a editar
bastante mejor y con más precisión. La secuencia se divide en: limpieza del
nuevo cuarto de Antje, sacar las cosas del viejo cuarto de Antje, mover los
muebles y los trabajos de Miny de su vieja habitación a la que ha dejado Antje,
y terminar de entrar las cosas de Antje a la nueva habitación. Suena caótico, y
es que fue caótico. Pero el montaje no,
el montaje tiene su ritmo, su orden, su precisión. He optado porque esta
secuencia sea en blanco y negro, como un dibujo al que le falta el color para
estar terminado, la ausencia del color como un proceso sin cerrar, lo que viene
a ser una mudanza, el borrar tu pasado y comenzar a dibujar tu futuro.
Mientras
editaba, Miny preparaba su portfolio y demás papeleo que tenía que enviar a una
residencia de Ámsterdam por si la admiten y puede quedarse en Europa más
tiempo. Otra opción que estamos valorando, y a la que nos vamos a presentar, es
para irnos al Vermont Studio Center, en Estados Unidos, cerca de la frontera
con Canadá. Ella solicitará la beca como artista plástica, yo como escritor.
Quizás el haber escrito tantos ensayos, capítulos de libros, y libros, de
manera gratuita, por fin tenga una pequeña recompensa. Pero no me termino de
creer que realmente pueda optar a una beca como escritor, y menos que me
seleccionen. Pero por intentarlo…
Mientras
se exportaba la secuencia de la mudanza me he puesto a pintar, y como siempre,
cada vez que repinto estropeo más el cuadro, con lo que tendré que seguir trabajando
en él. Lo bonitos que me quedan con la primera capa, será que me gusta destruir
la belleza, como al personaje de El club
de la lucha (David Fincher, 1999). Y mientras pintaba, un whatsapp de Miny:
tenía problemas para insertar las imágenes en la tabla del documento de Word.
Así que he cogido mi portátil y he subido a ayudarla. Se nos ha hecho la hora
de cenar y todavía no habíamos terminado de editar sus papeles, pero hemos
hecho una pausa para cenar. Miny ha cocinado algo similar al sushi, pero sin
pescado, solo con arroz, queso y verduras. Estaba delicioso. Mientras estábamos
en la cocina, Cristina, la nueva glogauer
que ha llegado hoy, ha aparecido en escena. Es de Zaragoza y tiene un año más
que yo. Tiene pinta de ser simpática, y habla mucho, mucho. El resto de glogauers se van a pensar que todos los
españoles somos alegres y parlanchines (y no sabemos hablar inglés). No conocen
a nuestros políticos. Hemos vuelto a la faena y hemos terminado antes de que se
acabara el deadline a las doce de la noche. Después nos hemos puesto
a escuchar bossa nova y Miny me ha
cortado el pelo. No he querido mirar hasta que no hubiera terminado, pero, la
verdad, no puedo poner quejas al resultado. He vuelto a parecerme a Matt Damon.
Y luego, a dormir, que mañana las ocho y media me voy con Cyril a grabar su
cortometraje a un cementerio a veinte kilómetros de Berlín.
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