15-2-2014
El largo día (no) acaba
Pensando
en que nos acompañaría la amiga y actriz francesa de Cyril, y que probablemente
estarían hablando en francés durante todo el viaje en metro y autobús, me he
cogido Esculpir en el tiempo para
seguir leyendo. Puede que tarde semanas, o meses, en leer una novela. Pero los
libros de cine los devoro. Había pensado bien, y para no incomodar su
conversación o forzarla al inglés, me he puesto con el amigo Tarkosvky. A
medida que iba leyendo me ha sorprendido la aproximación de las reflexiones del
cineasta ruso con las que estoy haciendo yo mientras trabajo aquí. Por
supuesto, las mías ni son tan profundas ni son tan magistrales, pero abordamos
las mismas cuestiones (el tiempo, la puesta en escena, el momento preciso…) y
tenemos ideas bastante similares. “La
idea fundamental del cine como arte es el tiempo recogido en sus formas y
fenómenos fácticos”. En algunas cosas no estoy del todo de acuerdo con él,
evidentemente, pero me parece que su reflexiones están bien fundamentadas y son
pertinentes con su obra. Me han entrado ganas de volver a ver La infancia de Iván (1962). “El cine ideal para mí es la crónica, que no
considero un género cinematográfico, sino un modo de reconstruir la vida”.
Una cita de Proust me ha llamado la atención: “Demos vida al inmenso edificio de nuestros recuerdos”.
Hoy
he podido hacer algo más que manejar el GPS o llevar cajas, aunque esto
también. Hoy he podido tocar la cámara y hacer panorámicas. La grabación ha
transcurrido entre susurros. Los sábados suelen ir neonazis al lugar y es mejor
pasar desapercibidos, o eso me ha contado Cyril. La escena era sencilla: Cyril,
con el maquillaje que había probado con Hyeja: ojos pintados sobre los párpados
y una media que lo medio asfixiaba, estaba sentado en una silla frente a una
pequeña mesa con un mantel cubierto de sangre y un plato vacío. Aparecía su
amiga, que es la otra actriz del corto, y deja un corazón (Cyril ha traído un
corazón de cerdo de verdad) chorreando sangre sobre el plato. A Cyril le
empieza a salir sangre por la boca. Después la chica mira a cámara. Como ya
comenté la otra vez en el primer día de rodaje, yo lo habría solucionado en uno,
o tres planos como mucho. Pero cada uno tiene su estilo, su punto de vista, su
filosofía del cine y sus pretensiones. Aunque me sobran algunos encuadres, la
verdad es que el lugar, la luz y la escenografía han quedado muy bien. Hemos
llegado antes de lo que yo pensaba. Hemos salido a las siete y media de la
mañana y hemos llegado a las dos. El único inciso ha sido la espera de una hora
para coger el autobús que nos llevaría a la localización. Al llegar, Cyril ha
cocinado espaguetis para los tres. En agradecimiento, les he ofrecido un poco
del queso de Almazora que enviaron mis padres desde Castellón. En Berlín no hay
quesos como estos.
A
las cuatro he tenido una conversación por chat con Pilar, para ver que hacemos
con el proyecto de la productora y el del documental sobre las Brigadas. Todo
lleva bastante parado desde que me vine aquí.
Lo único se hizo fue que redacté un nuevo tratamiento. A María le han
dado una beca para irse siete meses a las Azores. Pilar está empezando nuevos
proyectos para trabajar en lo que ha estudiado, que para eso hemos hecho una
carrera de comunicación audiovisual, y no para ser camareros de la BBC (Bodas,
Bautizos y Comuniones), sin querer faltar a los que trabajan en ello. Hemos
dado nuestras opiniones de cómo debería seguir el tema y nos hemos dado el
plazo de una semana para pensarlo.
Después
me he ido al centro comercial Alexa en busca de zapatillas de deporte en el
Intersport. Hay Decathlon en Alemania, pero ninguno en Berlín. Lo único que
quería eran unas zapatillas Kipsta de
quince euros, pero en el Intersport la más barata valía cincuenta y tres. Me he
ido indignado y he dado una vuelta por el centro comercial. He encontrado una
zapatería donde habían de todas las marcas y tipos. He encontrado unas por
veinte euros de una marca desconocida. Después he mirado ebooks, pero el desorbitado precio me ha quitado la idea de la
cabeza. He vuelto a casa en un largo paseo de casi tres horas.
Miny
había quedado con su amiga para visitar a una cineasta-artista coreana. Todavía
no ha vuelto, así que me he puesto La
infancia de Iván. Tarkovsky hizo bien en reflexionar sobre su propia
película para preparar las siguientes. Su mirada crítica sobre su propia obra
dice mucho sobre él. Voy a seguir
esculpiendo en el tiempo, porque
este largo día todavía no ha acabado.
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