18-2-2014
Remontando
Por
fin me he calzado las zapatillas y he salido a correr. Puede que sea el último
día con sol y quería aprovecharlo. Toda una semana soleada, parece primavera y
las flores empiezan a salir. Creo que no va a volver a nevar y no voy a poder
hacer mi correspondencia fílmica desde el Tiergarten nevado. Una de las ilusiones
de venir a Berlín era pasar un par de meses con nieve hasta las rodillas, pero
fueron dos semanas y sólo hasta los tobillos. Al regresar me disponía a hacer
patatas asadas rellenas de queso y huevo, pero, justo a tiempo, antes que de
las metiese en el horno, Miny ha venido para decirme que se iba con Cristina a
una tienda de pintura a comprar y que estaba comiendo antes de irse y no sabía
cuando volvería. He dejado las patatas para otro día y me he hecho fideos
chinos con salsa de tomate, pimiento, ajo y orégano, y queso de Almazora.
Mientras comía me he puesto a leer La
gaviota (1896) de Antón Chejov, que me recomendó Miny. Y después de comer
he seguido con ella hasta que la he terminado. Me han llamado la atención dos
diálogos:
NINA- Perdóneme, pero la inspiración y el proceso mismo de crear, ¿no le
proporcionan, acaso, momentos de felicidad sublime?
TRIGORIN- Sí. Al escribir, experimento una sensación agradable. También
es agradable corregir pruebas, mas... apenas lo escrito sale de la imprenta, se
me hace insoportable, veo que no es como debe- ría, que es un error, que no
debía haberlo escrito de ningún modo, y ello me entristece, me pone como un
peso en el alma... (Riendo.) El público lee y dice: "No está mal, tiene
talento... No está mal, pero le falta mucho para llegar a Tolstói", o
bien: "Es una obra excelente, pero Padres e hijos, de Turguéniev, es
mejor". Y así, hasta el fin de mis días, se repetirá que no está mal y
tiene talento, no está mal y tiene talento, nada más; cuando haya muerto, quienes
me conozcan dirán, al pasar por delante de mi tumba: "Aquí yace Trigorin.
Era un buen escritor, pero no llegó a escribir como Turguéniev".
NINA- Perdóneme, renuncio a comprenderle. Lo que pasa es, sencillamente,
que está usted mimado por el éxito.
TRIGORIN- ¿Qué éxito? Nunca me he sentido contento de mí mismo. No me
gusto como escritor. Lo peor es que me encuentro como en cierto estado de
embriaguez y, a menudo, no comprendo lo que escribo. . . A mí me encanta, mire,
esta agua, los ár- boles, el cielo; siento la naturaleza, que despierta en mí
la pasión, un deseo irresistible de escribir. Pero no soy sólo un paisajista;
soy, además, un ciudadano, quiero a mi patria, al pueblo: siento que, si soy
escritor, estoy obligado a hablar del pueblo, de sus sufrimientos, de su
futuro; siento que estoy obligado a hablar de la ciencia, de los derechos del
hombre, etcétera, y hablo de todo, me doy prisa, por todas partes me espolean,
se impacientan, siguen adelantándose y yo voy quedándome atrás, cada vez más atrás,
como mujik que llega tarde al tren; al final siento que sólo soy capaz de
describir el paisaje y que, aparte de esto, cuanto escribo suena a falso y es
falso hasta la médula.
NINA- Usted se ha dejado absorber demasiado por el trabajo y no tiene
tiempo ni deseos de adquirir conciencia de su valía. Es posible que esté usted
descontento de sí mismo, mas para los otros es grande y magnífico. Si yo fuera
un escritor como usted, consagraría toda mi vida a la masa del pueblo, pero
tendría conciencia de que la felicidad de esa masa está sólo en elevarse hasta
mí, y la masa me llevaría en carro griego.
TRIGORIN- En carro griego... ¿Me toma usted por un Agamenón? (Sonríen los
dos.)
NINA- Por la felicidad de ser escritora o actriz, soportaría
el desamor de la familia, la pobreza y las desilusiones, viviría en una
buharda, comería sólo pan de centeno, aceptaría el sufrimiento de estar
descontenta de mí misma y tener conciencia de mis imperfecciones; pero, a
cambio, exigiría la fama... la fama auténtica, clamorosa. .. (Cubriéndose la
cara con las manos.) La cabeza me da vueltas... ¡Uf!...
y
TRIGORIN- No tiene suerte. No hay modo de
que llegue a encontrar su propio tono. Siempre escribe cosas raras,
vagas, a veces parecen desvaríos. Ni un personaje real, vivo.
MASHA- ¡Once!
ARKÁDINA (mirando a Sorin)-. Petrusha, ¿te aburres? (Pausa.) Duerme.
DORN- El consejero de Estado duerme. MASHA- ¡Siete! ¡Noventa!
TRIGORIN- Si yo hubiera vivido en una finca
como ésta, junto a un lago, ¿acaso me habría puesto a escribir? Habría
sofocado en mí esta pasión y no habría hecho otra cosa que pescar.
MASHA- ¡Veintiocho!
TRIGORIN- ¡Es un placer tan grande pescar un gobio o una perca! DORN-
Pues yo creo en Konstantín Gavrílovich. Algo hay en él. ¡Algo hay! Piensa por
medio de imágenes, sus relatos son vivos, tienen colorido y yo los siento
profundamente. La pena está en que no se plantea problemas concretos. Causa
impresión, nada más, y sólo con impresiones no se llega muy lejos. Irina
Nikoláievna, ¿está usted contenta de que su hijo sea escritor?
ARKÁDINA- Figúrese que aún no he leído nada. Nunca tengo tiempo...
MASHA- ¡Veintisiete!
Y
después he seguido repintado el cuadro en el que llevo trabajando un mes, muy
poco a poco. Mientras tanto leía el correo de vez en cuando. Un mensaje del festival
de Málaga: no han seleccionado Te querré
siempre. Y dudo de que seleccionen Monumentos
en la luna. Si no me había puesto a remontar la secuencia de Miny en todo
el día era porque no tenía claro como hacerlo. Y, después de la noticia del
fallo del Festival, menos ganas tenía de ponerme a ello. Pero he tenido una
pequeña revelación y lo he visto claro. Ayer, un montaje fallido que me llevo
cuatro horas. Hoy, en una hora, mientras dejaba enfriándose en la nevera una
fresas con azúcar que había preparado, he remontado la secuencia, y ha quedado
mucho mejor. Todavía falta corregir el sonido, etalonar y subtitular, pero ha
quedado bastante bien. Al menos, mucho mejor que la versión anterior. Se la he
enseñado a Miny y le ha gustado. Y si dice que le ha gustado, es que de verdad
le ha gustado, pues suele ser bastante crítica con mis videos. A Yunyi también.
No es sólo divertido, también interesante, fresco y maneja con soltura el
concepto de fragmentación en el trabajo de Miny y mi dirección y su condición de
modelo para la fotografía del catálogo. Cuando lo haya terminado por completo
lo comentaré con mayor detalle.
A
las nueve había quedado con Cyril, que había visto hace unos días El gran Lebowski (Joel y Ethan Coen,
1998) y le apetecía jugar a los bolos. Como suele pasar, llegas a la pista, te
crees Lebowski y no derribas ninguno. En cambio, yo estaba inspirado, y salvo
una tirada donde no he rozado ni al viento, el resto no bajaba de los ocho
bolos, con algún strike de por medio. El hombre que nos había atendido era
bastante malhumorado. Después de los bolos, que comparado con España, están muy
baratos aunque a Cyril le pareciera caro, hemos buscado un billar, pero no
había. ¿Qué es una bolera sin billar? Por suerte había una máquina de hockey.
Cuatro partidas, cuatro victorias. Era mi noche, estaba en racha. Y para
rematar, una a baloncesto, que esa si que ha sido un robo de cincuenta céntimos
con lo poco que ha durado. Cyril me ha contando que para ganar dinero fácil como
camarero lo mejor es irse a Suiza, que casi puedes hacer tres mil euros a la
semana, o al mes. Hemos terminado en el Soul Cat escuchando a Johnny Cash
mientras Cyril me contaba que Pei, su novia de Taiwán, había conseguido alargar
el visado por un año y podía venir. Otra vez cambio de planes, ya no se iría a
Taiwán, ya no volvería a París, se pondría otra vez a buscar piso en Berlín
para vivir con ella, y ya no hacía falta sacar el ring of fire, como diría Cash:
Love is a burning thing
And it makes a fiery ring
Bound by wild desir
e
I fell into a ring of fire
I fell into a burning ring of fire
I went down, down, down and the flames went
higher
And it burns, burns, burns, the ring of fire
The ring of fire
I fell into a burning ring of fire
I went down, down, down and the flames went
higher
And it burns, burns,
burns, the ring of fire
The ring of fire
The taste of love is sweet
When hearts like ours meet
I fell for you like a child
Oh, but the fire went wild
I fell into a burning ring of fire
I went down, down, down and the flames went
higher
And it burns, burns, burns, the ring of fire
The ring of fire
I fell into a burning ring of fire
I went down, down, down and the flames went
higher
And it burns, burns, burns, the ring of fire
The ring of fire
And it burns, burns, burns, the ring of fire
The ring of fire
The ring of fire
The ring of fire
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