lunes, 17 de febrero de 2014

16-2-2014. Director's Lunch

16-2-2014

Director’s Lunch

Sobre las seis había quedado con Javier, mi profesor de guión en la ECIB, para ver su cortometraje que pasaban en el último día del Director’s Lounge. Para aprovechar el viaje en metro, me he descargado cien lecciones en audio para aprender coreano. A las seis y cuarto he llegado al lugar. Era el primero. La puerta cerrada. Parecía un lugar clandestino. He tenido que dar tres vueltas a la manzana para descubrirlo. Un  pequeño cartel de neón frente a una roñosa puerta trasera de discoteca sobre la que estaba escrita la palabra “tortuga”.  Seguía escuchando las lecciones de coreano. Ha venido una pareja, que extrañada ha llamado a la puerta. Nadie les ha abierto. Me han preguntado. Les he dicho que estaba esperando a mi amigo, que pasaban un corto suyo, así que sí, este era el lugar. Quizás era demasiado pronto. La pareja se ha marchado. He seguido con las lecciones de coreano. Me he fijado en el suelo, en las sombras de los árboles, y he sacado mi cámara. He grabado un pequeño y mágico vídeo. Sin escuchar el ambiente de la calle, yo seguía con mis lecciones de coreano, me he puesto ha grabar. Primero la sombras frente a mis pies, una suave panorámica hacia otras sombras más alargadas, de ahí un coche en un encuadre siniestro, he empezado una panorámica hacia la izquierda, hacia la explanada del parking que tenía enfrente y desde la que se podía divisar la torre de la televisión de Alexanderplatz. Justo cuando he terminado el movimiento de cámara, unos niños han entrado corriendo, les he seguido, he vuelto al coche y al punto de partida. Y este es otro de esos momentos esenciales que logro capturar de la realidad y que si los preparas no salen. Quizás la única emoción sea la que tengo yo cuando lo estoy grabando, al ver que todo se da por pura casualidad ante el magnetismo de mi cámara cuando le doy al play. Quizás el espectador no noté la espontaneidad, la vida del momento, o mis videos le puedan parecer aburridos y sin interés. Quizás esto que siento yo e intento capturar en el momento preciso, a vuelapluma, sólo lo siento yo y todo mi trabajo es un fracaso. Espero que no.



Eran las siete menos cuarto y yo seguía con mis lecciones de coreano. Han abierto la puerta y poco a poco ha ido llegando la gente. Javier no aparecía. No tenía ningunas ganas de ver unos cortometrajes que me daba a mi que iban a ser una perdida de tiempo. En el fondo estaba deseando que Javier no viniera para poder irme a casa. A falta de cinco minutos, tres personas hablando en inglés han entrado en el local. Me ha parecido que una de ellas era Javier. He entrado, primero asomando la cabeza y con un pie en dirección a la calle. Pero no, si que era Javier, así que he entrado de cuerpo completo. Esperando a que comenzase la proyección hemos estado hablando un rato de la vida y nada más, mientras picábamos algo. Con veinte minutos de retraso han empezado los cortometrajes. Sabiendo que no iba a quedarme hasta el final, me he despedido, hemos quedado en intentar vernos mañana y me he sentado en la última fila. Como pensaba, la mayoría de las películas eran una perdida de tiempo entre un anuncio de compresas y un videoclip. Que sea experimental no quiere decir que haya que ponerle una música rara y una sucesión de planos evocativos del vacío. Apenas ninguno utilizaba la música como elemento narrativo o rítmico, parecía simplemente pegada para no aburrir con el silencio. Y las imágenes, lo dicho, vacuas compresas publicitarias. Y hay más opciones que copiar a David Lynch para crear algo onírico y siniestro, tanto a nivel visual como auditivo y musical. Sólo me ha llamado la atención uno que utilizaba el disparo de una vieja cámara de fotografía para crear una pequeña composición musical, y el de Javier, que era el único que tenía una mínima línea de sentido (con)sentido y no era un sinsentido consentido. Estaba claro que mi Te querré siempre no encajaba con estos y por eso no fue seleccionado, por eso y porque duraba veinte minutos, siendo de diez el más largo que han pasado. Pero tengo claro que, aunque mis cortos sean una mierda aburrida o no sean visualmente ladrones de miradas, tienen un mayor pensamiento ético y cinematográfico detrás.



Al llegar a casa, Miny me ha ayudado a volver a seleccionar la imagen para el catalogo del Open Studios. Había seleccionado una fotografía en horizontal que no representaba exactamente mi trabajo aquí y que, estirada para hacerla vertical quedaba un poco extraña. Después de hablarlo un buen rato he(mos) decidido utilizar una horizontal en vídeo, y que no ocupe toda la página. Dudábamos entre una de Hanneke pintando el mural o  una de su entrevista. De repente, Miny se ha puesto a trabajar mientras yo pensaba cual escoger. Me he quedado mirándola un momento, he cogido su cámara de fotos y le he hecho una con su mural de la pared de fondo. El color de su suéter y los colores y la composición de sus cartulinas hacían un juego muy interesante. Le ha parecido bien la idea y hemos hecho varias pruebas con mi cámara de vídeo. He grabado todo el proceso, así que tengo una nueva secuencia para mi documental, sobre como buscar la imagen (nunca) perfecta para el lugar indicado. Quizás no sea la mejor imagen que pueda llegar a sacar aquí, pero tengo que entregarlo mañana por la mañana y sin ninguna duda en ella se condesa todo mi trabajo y mi vida en GlogauAIR.  Por si acaso, para que tengan opciones, les he enviado ésta y la de Hanneke pintando el mural por si quieren poner sólo la de Miny o las dos.

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