16-2-2014
Director’s Lunch
Sobre
las seis había quedado con Javier, mi profesor de guión en la ECIB, para ver su
cortometraje que pasaban en el último día del Director’s Lounge. Para
aprovechar el viaje en metro, me he descargado cien lecciones en audio para
aprender coreano. A las seis y cuarto he llegado al lugar. Era el primero. La
puerta cerrada. Parecía un lugar clandestino. He tenido que dar tres vueltas a
la manzana para descubrirlo. Un pequeño
cartel de neón frente a una roñosa puerta trasera de discoteca sobre la que
estaba escrita la palabra “tortuga”.
Seguía escuchando las lecciones de coreano. Ha venido una pareja, que
extrañada ha llamado a la puerta. Nadie les ha abierto. Me han preguntado. Les
he dicho que estaba esperando a mi amigo, que pasaban un corto suyo, así que
sí, este era el lugar. Quizás era demasiado pronto. La pareja se ha marchado.
He seguido con las lecciones de coreano. Me he fijado en el suelo, en las
sombras de los árboles, y he sacado mi cámara. He grabado un pequeño y mágico
vídeo. Sin escuchar el ambiente de la calle, yo seguía con mis lecciones de
coreano, me he puesto ha grabar. Primero la sombras frente a mis pies, una
suave panorámica hacia otras sombras más alargadas, de ahí un coche en un
encuadre siniestro, he empezado una panorámica hacia la izquierda, hacia la
explanada del parking que tenía enfrente y desde la que se podía divisar la
torre de la televisión de Alexanderplatz. Justo cuando he terminado el
movimiento de cámara, unos niños han entrado corriendo, les he seguido, he
vuelto al coche y al punto de partida. Y este es otro de esos momentos
esenciales que logro capturar de la realidad y que si los preparas no salen.
Quizás la única emoción sea la que tengo yo cuando lo estoy grabando, al ver
que todo se da por pura casualidad ante el magnetismo de mi cámara cuando le
doy al play. Quizás el espectador no
noté la espontaneidad, la vida del momento, o mis videos le puedan parecer
aburridos y sin interés. Quizás esto que siento yo e intento capturar en el
momento preciso, a vuelapluma, sólo lo siento yo y todo mi trabajo es un
fracaso. Espero que no.
Eran
las siete menos cuarto y yo seguía con mis lecciones de coreano. Han abierto la
puerta y poco a poco ha ido llegando la gente. Javier no aparecía. No tenía
ningunas ganas de ver unos cortometrajes que me daba a mi que iban a ser una
perdida de tiempo. En el fondo estaba deseando que Javier no viniera para poder
irme a casa. A falta de cinco minutos, tres personas hablando en inglés han
entrado en el local. Me ha parecido que una de ellas era Javier. He entrado,
primero asomando la cabeza y con un pie en dirección a la calle. Pero no, si
que era Javier, así que he entrado de cuerpo completo. Esperando a que comenzase
la proyección hemos estado hablando un rato de la vida y nada más, mientras
picábamos algo. Con veinte minutos de retraso han empezado los cortometrajes.
Sabiendo que no iba a quedarme hasta el final, me he despedido, hemos quedado
en intentar vernos mañana y me he sentado en la última fila. Como pensaba, la
mayoría de las películas eran una perdida de tiempo entre un anuncio de
compresas y un videoclip. Que sea experimental no quiere decir que haya que
ponerle una música rara y una sucesión de planos evocativos del vacío. Apenas
ninguno utilizaba la música como elemento narrativo o rítmico, parecía
simplemente pegada para no aburrir con el silencio. Y las imágenes, lo dicho,
vacuas compresas publicitarias. Y hay más opciones que copiar a David Lynch
para crear algo onírico y siniestro, tanto a nivel visual como auditivo y
musical. Sólo me ha llamado la atención uno que utilizaba el disparo de una
vieja cámara de fotografía para crear una pequeña composición musical, y el de
Javier, que era el único que tenía una mínima línea de sentido (con)sentido y no
era un sinsentido consentido. Estaba claro que mi Te querré siempre no encajaba con estos y por eso no fue
seleccionado, por eso y porque duraba veinte minutos, siendo de diez el más
largo que han pasado. Pero tengo claro que, aunque mis cortos sean una mierda
aburrida o no sean visualmente ladrones de miradas, tienen un mayor pensamiento
ético y cinematográfico detrás.
Al
llegar a casa, Miny me ha ayudado a volver a seleccionar la imagen para el
catalogo del Open Studios. Había
seleccionado una fotografía en horizontal que no representaba exactamente mi
trabajo aquí y que, estirada para hacerla vertical quedaba un poco extraña.
Después de hablarlo un buen rato he(mos) decidido utilizar una horizontal en
vídeo, y que no ocupe toda la página. Dudábamos entre una de Hanneke pintando
el mural o una de su entrevista. De
repente, Miny se ha puesto a trabajar mientras yo pensaba cual escoger. Me he
quedado mirándola un momento, he cogido su cámara de fotos y le he hecho una
con su mural de la pared de fondo. El color de su suéter y los colores y la
composición de sus cartulinas hacían un juego muy interesante. Le ha parecido
bien la idea y hemos hecho varias pruebas con mi cámara de vídeo. He grabado
todo el proceso, así que tengo una nueva secuencia para mi documental, sobre
como buscar la imagen (nunca) perfecta para el lugar indicado. Quizás no sea la
mejor imagen que pueda llegar a sacar aquí, pero tengo que entregarlo mañana
por la mañana y sin ninguna duda en ella se condesa todo mi trabajo y mi vida
en GlogauAIR. Por si acaso, para que
tengan opciones, les he enviado ésta y la de Hanneke pintando el mural por si
quieren poner sólo la de Miny o las dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario