1. Objetivo.
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La askesis guía este proyecto
que sienta su base en la intención de un crecimiento personal en la exposición
del individuo con dificultades en la interacción social a una relación con el
resto de artistas dentro de la Residencia GlogauAir, imprescindible para
llevarlo a cabo. El objetivo es indagar hasta que punto el individuo logra hacer
desaparecer patrones de conducta que le impiden generar relaciones naturales.
Partiendo de esta premisa se generan una serie de ideas que vehiculan en torno
a la desaparición, y que van abarcado campos más amplios en cada pieza: la
desaparición del yo-persona a favor del yo-obra artística (o cómo se refleja
nuestra personalidad e ideas en la obra de arte, simplificando); la
desaparición o fusión de la persona con el hábitat en el que debe participar
(la adaptación de la personalidad en base a los intereses que hay en juego y el
contexto que se genera); la desaparición y/o transformación del espacio y la
apropiación del mismo por del individuo.
Una residencia de artistas implica, como mínimo, dos aspectos
relevantes: la interacción entre personas de diferentes geografías y culturas;
y la exposición de un pensamiento crítico y personal sobre el mundo. Lo que
permite una confrontación entre el concepto del yo y el de globalización. Otro
aspecto que se trabaja en Desaparezca aquí. De esta manera la Residencia GlogauAir actúa como un microcosmos en el
que los artistas que la habitan deben adaptarse al lugar y al resto de
habitantes. El interés reside en cómo estas personas lo van logrando, al mismo
tiempo que defienden su personalidad y su visión del mundo, particular en cada
uno, especialmente entre artistas.
Esto da lugar a las cuatro piezas, cada cual parte de esta premisa pero
ahonda en otras muchas, que a su vez forman una posible instalación:
1.1. La habitación blanca.
La Residencia GlogauAir como un lugar habitado por fantasmas que la van
transformando con sus actos. La Residencia GlogauAir como un lugar vacío, pero
vivo. Esta pieza incide en el vacío y el paso del tiempo, cómo el espacio en sí
mismo se transforma en función de los diferentes aspectos que incurren en él.
La habitación blanca consiste es una pieza de videoarte de mediometraje (40’
aproximadamente) que retrata la Residencia a través de las luces del día, la
composición de los espacios, los diferentes elementos que se encuentran, sus
texturas y los sonidos que habitan el lugar. Durante los meses de grabación, el
uso que el resto de los artistas harán de la casa provocará inevitables cambios
en el lugar, que se irán registrando. Para la grabación se utilizará una cámara
réflex con objetivos de diferente profundidad focal, otorgando una mayor
plasticidad a la imagen.
La intención es lograr una sinfonía rítmica y dramática del espacio
interior, captar la vida de la residencia a través de aquello que la va
transformando y no de quién. Esta pieza se contrapondrá con la última, Jardín.
El interés está en el espacio mismo y en que sus habitantes son
artistas. Jugando con el estereotipo del artista, el público se generará
previamente una idea de cómo puede ir transformándose el hogar. Por ejemplo:
puede pensar que las habitaciones se llenarán de cuadros. El arte contemporáneo
abarca diferentes disciplinas y modos de actuación, con lo que es una sorpresa,
tanto para la grabación como después para el espectador, como el artista ha
incidido realmente en el lugar. Al mismo tiempo, al desconocer la identidad de
las personas que van transformando el lugar, también se genera una idealización
del artista, que en esta ocasión se confrontará con la segunda pieza La habitación roja.
1.2. La habitación roja.
Esta pieza se centra en los artistas que residen en la Residencia
GlogauAir. Un ejercicio de cine directo, de observación sin intervención. Lo
importante es cómo los habitantes de la Residencia se relacionan entre ellos, y
cómo es el funcionamiento interno del lugar a todos los niveles. El autor de la
pieza debe convertirse en la “mosca en la pared” y desaparecer entre el resto
de los artistas mientras realizan su actividades diarias y se centran en sus
respectivas creaciones.
La habitación roja consiste en una pieza de video documental de larga duración que incide
en la Residencia como institución, el funcionamiento que hacen de ella los
artistas y las relaciones que entre estos se generan. Esta grabación se realizará
mediante una cámara de vídeo digital, permitiendo una mayor agilidad y una
diferencia plástica con la pieza anterior. Si La habitación blanca hacía hincapié en el cambio del espacio y como
le afectan los cambios lumínicos o el movimiento dentro de un plano fijo; en La habitación roja la importancia reside
en la plasticidad del movimiento de los personajes en coreografía con la
cámara, creando un nexo entre el cine directo y el chorecinema.
Diferentes situaciones de interés pueden derivarse del retrato de un
hogar cuyo funcionamiento bascula entre un necesario rigor de convivencia y
orden con una inevitable espontaneidad y maneras de actuar de artistas, siendo
así, la GlogauAir un lugar idóneo para realizar un documental de estas
características siguiendo la estela de Frederick Wiseman.
Pero no solo esta situación puede generarse. La personalidad de los
individuos puede chocar con las intenciones de esta pieza, poniendo en juego el
concepto de invisibilidad que pretende el autor. Así, un lugar con estas
características pone en el límite las intenciones pretendidas, y lo que se
plantea como un ejercicio de observación y adaptación a la realidad puede virar
en una pieza de interacción improvisada de cinéma
vérité. El arte (fílmico, si nos centramos en este caso) se debe a la
improvisación y la adaptación, partiendo de una sólida preparación. Pero a
diferencia de la primera pieza, La
habitación blanca, en ésta la relación con el resto de individuos y las
situaciones que pueden darse, hace que la pieza La habitación roja no pueda ser concretada de partida,
invirtiéndose la posición artística del autor a diferencia de la pieza
anterior. De la misma manera que choca con la pieza siguiente: La habitación negra.
1.3. La habitación negra.
Como vemos, una pieza lleva a la contraposición de la anterior. En esta
ocasión, es el retrato a cámara de los diferentes artistas que habitan en la
GlogauAir lo que da forma a la obra. Los artistas son los protagonistas, sus
palabras, sus gestos, sus silencios…
La habitación negra consiste en una pieza de videoretratos utilizando la cámara Harinezumi2
que da una textura Super-8 al vídeo digital. Los retratos, en 4:3, formato
cuadrado, remiten al cine mudo y la importancia del gesto, y a lo puro y lo
primitivo, que es lo que guía al artista: sus pensamientos y sus reflexiones
sobre el mundo.
De esta manera, los diferentes retratos comenzaran sin sonido, donde la
importancia recaerá sobre la gesticulación del personaje. Las personas nos
hacemos ideas preconcebidas sobre como son los demás cuando nos fijamos en su
ropa, en sus gestos, en su peinado… Así pues, el espectador, con este comienzo
de cada retrato se generara una idea sobre el personaje que luego podrá
quebrarse o mantenerse cuando a éste se le otorgue voz y se escuche su
discurso. Se busca hacer desaparecer la idea arquetípica que se puede generar
únicamente atendiendo al retrato exterior.
Luego, los artistas hablaran de ideas y conceptos que nada tengan que
ver, aparentemente, con la obra en la que estén trabajando. Hablarán sobre su
procedencia, su infancia, su ideología, etc. Hablarán, en definitiva, sobre sí
mismos. A medida que vayan pasando lo minutos, a modo de pixel por pixel, el
rostro de cada artista irá desapareciendo del cuadro y será sustituido por la
obra en la que han estado trabajo. Entonces, por asociación e identificación
con el personaje retratado, el espectador podrá descifrar las claves que se
esconden detrás de dicha obra. En este aspecto es un ejercicio de compresión
del arte contemporáneo, que a veces se aleja tanto del público, que éste
reniega y se justifica diciendo que no se entiende.
1.4. El jardín.
Al salir de la Residencia nos encontramos con El jardín, una pieza que, siguiendo la línea planteada engloba al
resto de piezas que se han presentado previamente a través de la
contraposición. En La habitación negra
el artista daba su opinión personal, su forma de ver el mundo. En El jardín vemos ese mundo, saliendo
fuera de la GlogauAir para retratar el paisaje urbano de diferentes ciudades
europeas. En La habitación blanca se
generaba una sinfonía rítmica y dramática del espacio interior; lo contrario
sucede en El jardín, que elimina toda
posibilidad de ritmo y drama más allá del que presente la realidad, yendo
también a la contra de las sinfonías urbanas. Así pues, la Berlín, sinfonía de una ciudad de Walter Ruttman encuentra aquí su
reverso. Y en La habitación roja el centro de atención era el personaje y su
interacción con el entorno, desde un punto de vista personal; El jardín fusiona el paisaje urbano con
la persona, siendo esta un elemento más que entra y sale del espacio
delimitado.
Dos fases, que generan dos visiones diferentes, se dan en esta pieza. En
primer lugar, las correspondencias, y en segundo lugar, las reflexiones. El jardín se inicia con un retrato de
lugares emblemáticos de Berlín y un no-lugar. Semanalmente se grabará un lugar
previamente estudiado, hasta tener un total de cinco lugares: cuatro lugares
emblemáticos de la ciudad, que al mismo tiempo son lugares de paso
(Alexanderplatz, Tiergarten, el muro de Berlín y la puerta de Brandenburgo – a
priori-); y un no-lugar (un gasolinera – a priori-).
Después de cada grabación y edición, el vídeo de cada lugar se enviará a
modo de correspondencia a otros artistas ubicados en ciudades de diferentes
características: Madrid (otra capital interior), Barcelona (metrópolis abierta
al mar), Rotterdam (ciudad del norte de Europa y tamaño medio, con salida al
mar) y Castellón (pequeña urbe). Estos lugares deberán contar con los mismos
espacios que la capital alemana (una plaza central, un gran jardín, una muralla
o similar, y una puerta histórica o similar). Así, se generará un mapa de
similitudes y diferencias entre culturas y paisajes urbanos, que oscilará entre
la Europa del norte y la Europa mediterránea, y del tamaño de las polis.
En la segunda fase, una voz externa reflexionará sobre el lugar. Esta
voz procederá de los diferentes artistas de la Residencia. Cinco artistas, uno
por lugar. Con la condición de que el artista que haga la reflexión sobre lo
que ve, siente y piensa no haya visitado dicho lugar, para así crear tres
interpretaciones del mismo: la que el artista autóctono ha realizado a través
de la referencia de Berlín, la que el artista de la Residencia hace en
comparación con su procedencia, y la del espectador que confronta su
pensamiento ante el del artista de la Residencia y, gracias a la multipantalla,
con el artista autóctono de un lugar diferente (es decir, en la pantalla
izquierda puede ver la puerta de Brandenburgo de Berlín, y en la pantalla de la
derecha la puerta de Alcalá de Madrid, con lo que él mismo podrá comparar y
reflexionar sobre la relación entre ambas ciudades, cosa que los artistas no
han podido hacer).
Como decíamos, esta pieza final engloba a las demás. La askesis, que es una combinación de la
correspondencia y el retrato, es la clave en este punto. Así las técnicas del
yo planteadas por Foucault que exponíamos al principio se ven confrontadas
aquí. En un mundo dominado por la hiperrealidad
(Baudrillard), la askesis “tiene su meta final no en la preparación
para otra realidad sino en el acceso a la realidad del mundo. […] Es un conjunto de prácticas mediante las
cuales uno puede adquirir, asimilar y transformar la verdad en un principio
permanente de acción. Aletheia se convierte en ethos. Es un proceso hacia un
grado mayor de subjetividad” (Foucault).
Por ello, el método de grabación de esta pieza será con una cámara de
teléfono móvil, paradigma de la confrontación entre yo y el mundo. La calidad y
usabilidad de los teléfonos móviles y las tablets
han convertido a cualquier turista en un retratista del paisaje urbano. Muchos
lugares han perdido su valor y se han convertido en un icono debido a la
explotación que la fotografía y el vídeo han provocado en la era de la
reproductibilidad técnica de la que hablaba Walter Benjamin, y ahora, en un era
donde el digital ha saturado el concepto de reproductibilidad. Mediante este
trabajo se pretende buscar un retrato artístico de estos lugares, volviendo a
encontrar su esencia. Cada pieza de cada lugar tendrá una duración de entre
3’-10’ (a priori) siendo el conjunto de piezas de cada ciudad entre 15’-50’ (a
priori). Cada artista tendrá libertad absoluta para hacer el retrato paisajista
de su respectiva urbe.
1.5. Instalación.
Desaparezca aquí, en su conjunto puede
presentarse de diversas formas, y en diferentes plataformas debido a su
carácter digital. Desde una larga pieza única de video donde se vayan
sucediendo las piezas, hasta en cuatro pantallas, cada una con una pieza. Pero,
la forma ideal, y por la que se estructura en salas (Habitaciones y jardín) es
la de instalación con un recorrido marcado por el paso de estancias, que
seguirá el orden presentado.
Las dos primeras habitaciones serán salas de proyección. En el caso de La habitación blanca, la sala estará
pintada completamente de blanco, llevando más allá el trabajo con la luz y las
texturas de la pieza en vídeo, actuando como una ventana en una habitación
real, es decir, donde el espectador es consciente en todo momento de que se
encuentra en ella, alejándose de las intenciones de las salas negras que
invitan al espectador a sumergirse en la oscuridad y centrarse en la pantalla
como única realidad. En el caso de La
habitación roja, la sala estará pintada de negro, con suaves líneas rojas
que se intensifiquen en los momentos de mayor luz del vídeo, y el suelo
completamente de rojo, logrando así una mayor estimulación del espectador con
el visionado. Ambas salas se conciben de esta manera para activar la
consciencia de la evasión a la que se ve sometido el espectador cuando entra en
una sala de cine, buscando que desaparezca en un mundo reflejado en la pantalla.
Para concluir, la última pieza, El
jardín, se situará en el pasillo, fuera de cubículos de proyección. Estará
compuesta por cinco pantallas en forma de X con Berlín en el centro. Junto a
los monitores se encontrarán una serie de teléfonos, tipo guía de museo. En
cada uno de ellos sonará la voz de los artistas, uno por ciudad, reflexionando
sobre las imágenes que se muestran, pero sin descifrar la ciudad que es.
Creando así un juego de descubrimiento por parte del visitante que asociará esa
voz y esa descripción a una de las ciudades que contempla, pudiendo variar en
función de lo que vaya escuchando, desapareciendo así su localización
geográfica concreta y viendo el mapa como un nexo de identidades
multiculturales relacionadas entre sí. Debido a que las voces estarán en
inglés, se acompañarán los teléfonos con transcripciones a diferentes idiomas.
Como hemos podido ver, multitud de conceptos se abordan a través del tratamiento de una temática, la desaparición. De la misma manera, la obra abarca las diferentes posibilidades que el trabajo en vídeo puede recoger y su formas de exhibición, creando así un proyecto multiplataforma que va desde la proyección convencional hasta la multipantalla utilizada de diferentes maneras, y siempre, creando un vínculo entre espacio interno (las piezas en vídeo) y espacio externo (lugar de visionado), que, como la base del proyecto, confronta al espectador con su realidad física y el imaginario extraño, entre el yo y el mundo.
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