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jueves, 16 de enero de 2014

15-1-2014. El pollo frito

15-1-2014

El pollo frito

Anoche tampoco pude coger el sueño y me terminé durmiendo a las tres y media. Dos días me ha durado el caer en la cama y quedarme frito. Esto ha provocado que me haya despertado más tarde de lo habitual, a eso de las diez menos cuarto, con lo que me he puesto enseguida a preparar las patatas bravas para la comida de bienvenida que teníamos hoy con el resto de glogauers.  Mientras hervían, se ha publicado en Mone Monkey mi crítica de El lobo de Wall Street[1].  El problema ha llegado a la hora de freír. ¡No teníamos apenas aceite! y he tenido que utilizar aceite de bálsamo para ensaladas… No comments. Viendo que no se ponían crujientes ni a la de nueve, en mi cabeza comenzaba a sonar la canción de Manos de topo, El pollo frito: “Dime cuál, cuál fue el origen del problema, dime cuál, cuál fue el origen del problema. Y la estrella polar ha cambiado de lugar y el pollo frito quería aprender a volar”. Pasadas las doce, la hora a la que empezaba el welcome lunch, he encontrado un bote de aceite de girasol sin empezar. No era mío, pero lo he abierto para intentar salvar mis patatas. Mañana iré al Lidl y le compraré otro bote a quien haga falta. De todas formas, las patatas no han salido bien. La salsa de ajo que compré en el súper ecológico ha camuflado el sabor a aceite de bálsamo. Pero no estaban crujientes. Un desastre. Menos mal que los demás no saben como son las patatas bravas y se las han comido como si realmente fueran así. Como se suele decir: “bendita ignorancia”. La próxima vez, lo juro por el pollo frito, las haré bien.

La comida no ha ido mal. He congeniado con la nueva becaria española, Ana, que se ha sentado a mi lado y hemos estado hablando buena parte de la comida. Igual vamos el viernes a ver Cría cuervos (Carlos Saura, 1976) a la Bartleby con el otro nuevo becario y la nueva coreana, Jiminy, que se ha sentado a mi otro lado y con la que también he estado hablando un poco y me ha contado que le gusta Almodóvar, Medem y Saura. Me ha sorprendido que de Medem conociera Vacas. Le he contado lo de mi video de cante flamenco y canto tradicional coreano y me ha dado su mail para que se lo enviase. Eso, y la información del evento en Bartleby. Ya veremos si al final voy solo o acompañado, o no voy. Aunque debería ir para comentarles a los de la librería la posibilidad del Littlesecretfilm. Después de comer me han notificado desde Notodofilmfest que mi corto, Desaparecer, ya está online[2].

Cuando hemos terminado el welcome lunch, me he quedado a grabar a Giulz, que sigue con su pulpo y parece que va a tener trabajo para casi dos semanas. Le pasé algunos fotogramas de ayer y lo primero que me ha pedido es que en el vídeo apenas muestre su rostro, que me centre en como evoluciona la obra, que ella tiene que ser “anónima”.  Y que tampoco la saque hablando, que sea musical. Esa era la idea, pero intercalando fragmentos de entrevistas encubierta que fui cazando al vuelo. Pero bueno, lo primero es respetar a los artistas y la forma en que quieren que se les muestre trabajando. Si fuera otro tipo de documental, o quisiera otro tipo de relación futura con ellos, las cosas serían diferentes. Pero estoy aquí para hacer amigos y contactos, y aprender, así que en la grabación ellos mandan. Aunque el montaje final, por muy respetuoso que sea, es mío, y eso no hay quien lo dude.

La verdad es que hoy, Giulz, parecía un poco… no sé si molesta, pero si incomoda. Así que he empezado grabando desde la distancia. Hoy se ha puesto los cascos para escuchar música. Se me han quitado un poco las ganas de grabarla por el ambiente tenso que notaba, pero me he quedado ahí hasta el final. Poco a poco ha ido volviendo a coger confianza y me he podido volver a acercar sintiéndome cómodo. Me ha dicho que mañana me llamará para seguir grabando. No sé cuantas horas voy a acumular de material como grabe el proceso entero. Mañana por la mañana, medio  a modo de excusa, me iré a la puerta de Brandemburgo,  que es la semana de la moda de Berlín (o algo así he podido leer) y, al parecer hay una pasarela allí mismo. Me quiero acercar a curiosear. Puede que grabe un vídeo y todo. Incluso que sea el material para mi tercera correspondencia fílmica u otra, que tengo que hacerla desde ahí.

Hemos terminado justo cuando iba a empezar la clase de yoga, a la que acuden todas las chicas de la residencia. Los chicos nos avergonzamos, supongo. Aunque hablando con Hyeja, que me ha dicho que hoy solo eran las cuatro que viven aquí, nadie de fuera, quizás me anime y la semana que viene baje yo también a la clase, por probar. Pero no lo aseguro.

Después, mientras importaba el material grabado, Yunyi me ha pedido que la ayudara a colgar un par de su cuadros. Va a venir alguien a hacerle un reportaje sobre su trabajo y quiere tener la habitación ordenada y con sus piezas bien expuestas. Cuando estaba todo en su sitio me he hecho la cena; algo que no sé cómo no me lo había hecho todavía: pan tostado con tomate y queso. Después mi leche de soja con Corn Flakes (quizás tanto azúcar sea la razón por la que tarde en coger el sueño y siempre estoy hiperactivo; aunque ceno muy pronto, por lo que no debería, no lo sé). La noche ha terminado con Gente en sitios (Juan Cavestany, 2013), cuya primera impresión me ha parecido una tomadura de pelo, pero escribiendo sobre ella le he sacado mucho jugo y he redactado un texto muy llamativo y jugoso que mañana estará publicado en Mone Monkey. Así que a dormir, si es que puedo.

lunes, 13 de enero de 2014

12-1-2014. Soñar, montar, grabar, importar... el tiempo no se puede detener

12-1-2014

Soñar, montar, grabar, importar… el tiempo no se puede detener

Después de varias noches, he dormido como un tronco. Pero los sueños se han ido convirtiendo en pesadillas y los recuerdos recientes en premoniciones futuras. De todas formas, a lo largo del día, los sueños se han difuminando y ahora los recuerdo vagamente. Sólo me quedo con la fuerza que genera un acontecimiento y lo importante que es para el subconsciente, para luego convertirlo en un sueño y darte claves, mostrarte errores y recordarte soluciones. Me he despertado pronto, pero no me apetecía levantarme de la cama, así que he retomado el relato de Antonio Luque, La mina, que empecé anoche. Cuando lo he terminado de leer me  he levantado y he comprobado el correo.


Anoche envié varios correos que todavía no habían tenido respuesta. Se presentaba un día tenso, con la cabeza partida en dos, con muchas preocupaciones. Pero leer las entrevistas a Gainsbourg mientras desayuno siempre anima. Tengo que apretar con el libro, que Cyril se marchará y no lo habré terminado. Después me he puesto a editar el making of de Desaparecer, que formará parte del documental sobre la residencia. Quería hacer una secuencia tipo, y breve, como las de Hanneke o ESOC, y he hecho lo que he podido, pero aún así dura unos trece minutos. Lo bueno es que cada secuencia tiene un estilo diferente, lo que me va dando ideas sobre como enfocar el documental final. En esta ocasión, al grabar yo mismo el making of e interpretar el cortometraje, no podía hacer otra cosa que colocar la cámara en el lugar adecuado y dejar grabando. Lo que ha dado largos planos-secuencia estáticos, dignos de una película rumana contemporánea.  Aún así he podido jugar con el montaje: un inicio a lo Naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971); después he ido alternando la forma de mostrar la grabación con el plano en cámara, para que no fuese todo el rato lo mismo. Primero vemos un montaje “convencional” de grabación de la grabación y después grabación real del plano, después lo vemos con las repeticiones, sin alternar ambas grabaciones, la siguiente toma desde la cámara de grabación del corto, etc. Ha quedado largo porque los planos son largo y el efecto de cortar cuando se va desarrollando la acción dentro del mismo plano es algo que no me gusta nada estéticamente. Dura trece minutos, pero creo que está bien resuelto. Me he tenido que cargar varias escenas que tenían momentos interesantes, pero lo más representativo de cómo trabajar en otro idioma, con efectos especiales, repeticiones, esperas y en un espacio tan cerrado pero sacándole tanto partido, ha quedado bien reflejado. Todo este trabajo para un cortometraje de tres minutos y medio que mañana o pasado enviaré al Notodofilmfest y podré publicarlo. 


Me daba palo quedarme todo el día en casa. Encima estaba yo sólo. Cyril ha salido a ver a un amigo francés que solo viene los fines de semana. Yunyi también se ha ido. He cogido el portátil, me lo he llevado a la cocina y me he puesto la banda sonora de Koyaanisqatsi (Godfrey Reggio, 1982) compuesta por Philip Glass mientras me preparaba una hamburguesa de tofú y me la comía. La calidad, la variedad y el precio de los productos orgánicos y vegetarianos en Berlín es incomparable. Aquí este estilo de vida es más que una alternativa, se puede llevar a cabo y es más saludable, ecológico y respetuoso con los animales. Una contradicción en un país que en los mercados navideños sólo vende longanizas.

Al final he salido de casa. No quería irme por mucho tiempo, pues me sabía mal no seguir adelantando faena. Hoy era domingo, pero para mi como si fuese lunes, todos los días los cuento como laborables. Hago lo que me gusta y no tengo horario ni obligaciones que me impidan dejar de trabajar. Tenía pensando irme hasta Alexanderplatz y volver, pero serían muchas horas perdidas. Así que, viendo que ya estamos a doce y tengo que enviar la segunda correspondencia fílmica, me he ido al muro de Berlín, a la East Side Gallery a grabar con el teléfono móvil.  En realidad quería grabar el Tiergarten con nieve, pero como no nieva me lo he tenido que replantear.


Una vez allí he ido pensando sobre que podría tratar el vídeo. Al llegar lo he visto claro. Rosabel me hablaba ayer de un proyecto al que le tiene que dar vueltas sobre lo que representa la caída del muro de Berlín y si la ciudad seguía teniendo dos lados y demás. Algo sobre lo que estuvimos hablando un rato en el contexto de si realmente existió en algún momento eso que llamamos Europa, como un contiene unido y en la misma dirección. Pues esta idea va a sobrevolar la segunda correspondencia. Y, de paso, se la enviaré a Rosabel por si le da alguna idea para el proyecto. Partiré la pantalla en dos, por un lado el este, por el otro el oeste. Después, imágenes de archivo de la historia del muro de Berlín. Sobre las imágenes quizás lea un fragmento de Historia de dos ciudades (1859) de Charles Dickens. Me he dejado el libro en Castellón, pero supongo que podré encontrarlo por Internet.


Al volver he terminado de exportar la secuencia del making of y he escrito y publicado la entrada de mi blog de cine, Anuncios para coches. Esta semana sobre Béla Tarr[1]. Nada más he terminado toda la faena, me ha llegado un mensaje de Irene enviándome el texto de Desaparecer traducido al inglés. No tenía nada mejor que hacer, así que me he puesto a subtitularlo. Menos faena para mañana, que creo que igual tengo que empezar a grabar a Giulz con su trabajo para el showcase.

Como me sabía mal haber caminado tan poco rato, apenas dos horas, quería ir al centro de la ciudad por la noche. Me he puesto una película corta y no muy pesada, pues no tenía la cabeza para nada más. Pi (1998), que me la había recomendado Cyril y era la única que le gustaba de Darren Aronofsky. Cuando se ha terminado he pensado que era domingo, y probablemente estaría todo cerrado y habría poco ambiente, así que me he quedado en casa. He importado todo el material que he grabado del muro de Berlín y he buscado los vídeos que utilizaré como material de archivo. Así, mañana por la mañana podré ponerme a editar. Siempre hay trabajo, por mucho que adelantes las cosas. Cuando has terminado una, sale otra. Pensando en la librería Bartleby, en la posibilidad de que venga Sr. Chinarro y que en unos días igual me reúno con Bet, me ha venido una idea para hacer un Littlesecretfilm. Mañana o pasado iré concretando la posibilidad preguntando en la librería la si puedo grabar allí. Las ideas fluyen como si estuvieran en una cinta de Möbius.

sábado, 11 de enero de 2014

10-1-2014. Panteras kafkianas

10-1-2014

Panteras kafkianas

Panteras. Panteras, panteras, panteras. Panteras, panteras, panteras. Panteras, panteras, panteras. Panteras, panteras, panteras. Yo era una pantera, nena“ canta Espanto. Me he pasado el día tarareándome “Kafkiano. Kafkiano, kafkiano, kafkiano. Kafkiano, kafkiano, kafkiano. Kafkiano, kafkiano, kafkiano. Kafkiano, kafkiano, kafkiano. Yo era un bicho kafkiano“.

A las ocho de la mañana he saltado de la cama por si tenía que grabar a Hyeja cocinando. Mientras tanto me he puesto a editar Desaparecer, a ver si conseguía acercarlo a mi idea de hacer algo expresionista y artístico, plástico. He decidido convertirlo en una cortometraje mudo, con intertítulos y música como único acompañamiento sonoro. Y, después de las pocas esperanzas que tenía ayer, hoy me ha parecido hasta medianamente bueno. Con la música de Raül Fuentes (Heezen) bien colocada en su sitio, siendo una pieza más del corto, dándole toda la fuerza que necesitaban las imágenes, ha quedado bastante fino. He tenido que recortar planos, eliminar otros y demás. Falta la voz de Rosabel y creo que ya estará listo.


Hyeja al final no ha cocinado. Mañana se va a Londres y tenía que preparar el viaje, así que he aprovechado el día para probar y pulir los efectos de desaparición y distorsión. Mientras trabajaba han golpeado a mi puerta, abierta como siempre a todo aquel que quiera entrar. Era Giulz. Sin levantarme de la silla la he saludado con una sonrisa, esperando a que entrara, o que me preguntara algo, o no lo sé, todavía tenía la cabeza en el montaje y he quedado bastante mal. Se ha asomado Sergio y otra chica. He salido de mi mundo y me he acercado a presentarme. Fuera había medio séquito de los nuevos becarios que van a trabajar en la residencia. Todos españoles. El que se va a encargar de las tareas de mantenimiento, Samuel, es de Castellón. Ellos han seguido la visita por el edificio y yo me he quedado hablando un poco con Giulz, que me habla en italiano y la entiendo perfectamente, pero yo le hablo en inglés, no vaya a decir alguna palabra que no toque. Va a preparar una pieza para el showcase y me ha dicho que si quiero grabarla. “Nice, of course!”.

Cuando tenía el montaje terminado he bajado a las oficinas a buscar a los españoles. Quería comprobar si los rótulos del corto se entendían bien. He utilizado una tipografía que me parece que no termina de leerse y los acentos parecen no existir. Sólo estaban Sergio, Samuel y Giulz, así que han sido bienvenidos.  Efectivamente, las letras al principio cuesta leerlas. El corto les ha gustado. “Muy kafkiano” me ha dicho Sergio. “Me has pillado. Salió así, sin quererlo, una especie de adaptación de La metamorfosis”.  Han visto que Hanneke era la actriz y tenía que salir el comentario: “Hanneke es tu actriz favorita”. Giulz ha hecho el otro pertinente: “Si necesitas a una chica joven yo soy tu actriz”. Le he dicho que se lo iba a decir a ella, pero todavía no estaba aquí. Y es verdad, había pensado que fuese Giulz la actriz, pero eso, no estaba todavía por aquí. Y con Hanneke me lo paso bien, nos reímos mucho. Por la tarde yo seguía liado intentando pulir al máximo los efectos de un par de planos que se resistían, y en eso ha llamado ella a la puerta.

Al parecer alguien había pintado un grafiti muy cutre y feo sobre una de las piezas de su mural y quería hacer algo, así que me ha avisado por si la quería grabar. Me he puesto las zapatillas y la he acompañado. Ha sido rápido, sólo ha xerografiado la palabra “Riders” que habían escrito sobre el mural, y ha sacado del showcase  su pintura y la hemos subido a la habitación. Yo he seguido con la edición. No había pasado mucho tiempo y Hanneke  ha vuelto a llamar. Había hecho un par de dibujos sobre la serigrafía y quería pasarlos al mural. Esta vez no me he puesto ni las zapatillas, he bajado a la calle con las de ir por casa. “In one moment you make magic” le he dicho. Y es que en menos de cinco minutos ha convertido la palabra “Riders” en una especie de cabra fantasma rosa muy graciosa.  ¡Qué destreza con el pincel! Le he dicho que el dibujo sería la mascota perfecta para una marca de leche de motoristas macarras. Le ha hecho gracia el comentario. Al volver hacia las habitaciones se ha acordado de que se había olvidado de hacerle una foto a la palabra, antes de pintar sobre ella, para así poder ver luego el cambio. Le he dicho que esta noche intentaría construir una máquina del tiempo y así volver atrás un día para volver a pintar. Con la broma nos hemos terminado despidiéndo con un “See you yesterday”, “nos vemos ayer”. Yo he seguido con la edición. Por tercera vez, sin haber pasado más de quince minutos, Hanneke ha vuelto a llamar. Se ha disculpado por ser “pesada”, pero yo encantado, me tenía entretenido. Iba a volver a colocar el cuadro con los nuevos dibujos dentro de la vitrina del showcase. La he ayudado a bajarlo, he grabado como lo colocaba y “See you yesterday”.

Pero antes de eso, a la hora de comer me he cruzado, después de dos días sin verla, con Yunyi. Le he preguntado si quería ver mi corto, sin terminar y sin subtítulos. “It’s very kafkian”, me ha comentado. “Yes, you’re right. I like Kafka and I don’t know how when I wrote the screenplay the result was very kafkian”. Le ha hecho gracia y ha querido hablar un poco de ello. En eso, el horno con mi pizza ha hecho “ding”, así que le he enseñado rápidamente algunas fotos de Krampnitz para que vea que no le mentía cuando le dije que yo también fotografiaba lugares abandonados. Habían tantas que me ha pedido el Facebook para verlas con tranquilidad. Después me he comido la pizza.

Pero la historia de hoy con Yunyi no terminaba ahí. Lo primero que había hecho al levantarme había sido poner la lavadora, esta vez sin fallar, seleccionando el programa corto. Editando Desaparecer se me ha olvidado por completo. Lo he recordado mientras me terminaba la pizza, casi a las tres. La ropa llevaba seis horas en la lavadora. Enseguida he subido a recogerla, pero había un problema. La llave para abrir la puerta del pasillo del piso de arriba había desaparecido. He llamado al timbre, esperando a que alguien me abriera, pero no. Al bajar a la habitación he visto que delante de la puerta de Yunyi había un tendedero esperando a la ropa. He llamado a su puerta esperando que tuviera las llaves. Efectivamente. Se las he pedido. Como ambos hablamos a trompicones con el inglés, lo que es perfecto porque es un “inglés nivel medio”, ella me explicaba que estaba lavando su ropa, que la lavadora estaba ocupada. Yo le decía que quería recoger la ropa, no lavarla. Entonces me ha contado que había sacado mi ropa de la lavadora y la había tendido en el piso de arriba, para así ella poder utilizarla.  Me he disculpado por haberlo olvidado y le he agradecido que la tendiese, calzoncillos incluidos.

Cuando, por la noche, he ido a hacerme el bol de Corn Flakes me he encontrado con Cyril en la cocina. Hemos hablado un poco del día y le he dicho que mañana en la librería española hay actuación de un kazajo que hace música experimental, por si se quiere venir. Así que mañana veremos.  He cenado mientras veía Futurama y seguía trabajando los efectos de Desaparecer. Al terminar, me ha hablado Óscar, el director de Fallas 37, el corto documental en el que ayudé hacer un par de años, para contarme que había visto Monumentos en la luna y que estaba empezando un proyecto nuevo. Me ha recomendado que viese la película de Ralf König, rey de los cómics (Rosa von Praunheim, 2012) para que me hiciera una idea de estilo y le diese mi opinión.


Iba a empezar a ver la película mientras se renderizaba el corto. Pero me ha escrito Sofía y hemos estado hablando un rato, cosa que siempre es agradable. Me he acordado de mis dudas con los rótulos del corto y le he pasado una captura de pantalla. También le cuesta leerlo un poco. Decidido, mañana cambio la tipografía. Pero por la mañana, y para que no se me olvide como me ha pasado con la colada me lo he apuntado con boli en la mano, a las doce he quedado con Rosabel. Voy a tener que ir haciendo una lista de tareas. Por poco se me olvida que también tengo que preparar una entrevista a Fernando Franco, el director de La herida, al que le escribí anoche y, muy amablemente, ha accedido. La tengo que preparar este fin de semana. Se acumula la faena, pero menos mal que somos “Panteras. Panteras, panteras, panteras”… kafkianas.

viernes, 10 de enero de 2014

9-1-2014. ¿Quién dijo que Desaparecer fuera fácil?

9-1-2014

¿Quién dijo que Desaparecer fuera fácil?

El insomnio continua. Creo que me va por fases. Dos semanas un lirón, dos semanas un ciclón. Me fui a dormir pronto. Y cuando digo pronto, es pronto. Pero no había manera de coger el sueño. A las dos  y media de la madrugada me puse a hacer pruebas que me habían venido a la cabeza para intentar lograr hacer desaparecer la mitad de mi cuerpo sin necesidad de pintarme las piernas. Las pruebas fueron un fracaso. Y el corto, comencé a pensar que también lo sería. Continué cavilando los diferentes planos que necesitaría para generar capas y poder hacerme desaparecer de una forma más o menos creíble y que no quedase muy cutre. Lo pero de un trabajo es que quede a medio hacer, y por muy buena que sean las intenciones, si es cutre, es cutre.

Al final me conseguí dormir, pero a la seis de la mañana un ruido sordo me despertó. Mi mural de periódicos donde pego las cartulinas para pintar, y que era parte del decorado de Desaparecer, se había venido abajo. Levanté la cabeza y pensé “ya lo arreglaré cuando me levante”. Y dos horas después ya estaba arreglando el desaguisado. Seguidamente tocaba convertirme en tortuga ninja pintándome los brazos y las piernas de arriba abajo.


Si me quedaba algo de seriedad, credibilidad y/o cordura de cara al resto de glogauers, hoy se ha perdido por completo. El primero en verme con los brazos verdes ha sido Kuno. Las dos veces que nos hemos cruzado yo no estaba para dar buena impresión. Al menos esta vez le ha hecho gracia mi pinta. Después, una tensa espera hasta las diez y comenzase la grabación.  Hanneke, como siempre, puntual. Ha sido la segunda en verme y se ha partido de risa. En el fondo, lo que mejor que se puede hacer es hacer reír a la gente. Mientras esperábamos a Cyril le he explicado los planos que tenía que grabar con ella. Cyril ha llegado con su Canon 7D y su trípode y hemos empezado a grabar. Es la primera vez que dirigido a un equipo en inglés y la situación ha sido bastante estable, divertida incluso, haciendo bromas sobre mi piel de serpiente verde que se me iba cayendo, o el collage que hice el otro día. Lo más importante en un rodaje, grabación o como queráis llamarlo, es que haya buen ambiente. Para matizar las instrucciones les iba enseñando el storyboard fotográfico e interpretando las acciones que iban a suceder en el plano.

Hanneke tenía que hacer como que me dejaba y se iba calle abajo con mi maleta. Por lo que, para grabar su segundo plano la maleta debía quedarse fuera de mi habitación para no romper la continuidad. Cuando la he ido a llevar a la cocina me he cruzado con Hyeja, que ha soltado un grito de terror, de desastre, de “¡Dios mío, ¿qué te ha pasado?”. Le he lanzado una sonrisa y un “Work” y ha seguido limpiando los cubiertos.

Después de filmar el plano de Hanneke en la habitación hemos hecho el de la cocina. Cuando hemos terminado de grabar a Hanneke y me tocaba a mí, ésta se ha subido a su habitación a por la cámara de fotos y me ha hecho algunas mientras cortaba la ensalada y fingía que me desaparecía la mano. Soy un actor pésimo. Recuerdo que sólo aguanté un día en las clases de teatro de la poscomunión. De ahí me pasé al baloncesto. Quiero comprarme una pelota, aprovechando que cerca de la residencia hay unas cuantas canchas, pero  como estamos esperando a que llegue la nieva y será imposible jugar, prefiero no arriesgar.


El último plano de Hanneke era tocando a la puerta. Necesitaba manos, así que nos hemos puesto los tres a golpearla. Ha salido Kuno para ver que pasaba. “We are playing” le ha dicho Hanneke. Y Kuno ha vuelto a su trabajo. No hemos molestado mucho. Se ha ido Hanneke y me he quedado con Cyril. Plano a plano, la grabación ha sido rápida y bastante sencilla. Cuando se planifican bien las cosas, salen bien los planes. Lo más doloroso ha sido cuando me he tenido que dar de cabezazos contra la puerta. Lo más asqueroso cuando he tenido que reptar por el suelo de mi habitación lleno de pelos, polvo, suciedad de los zapatos, etc. Antes de terminar, ya comenzaba a dudar del resultado final. Y en los ojos de Cyril también veía dudas.

Anoche me contestó Rosabel a un correo que le había enviado pidiéndole que pusiera ella la voz over. Me dijo que sí. Más responsabilidad para que el resultado fuera, por lo menos, decente. Rosabel me preguntaba si tenía pensado algún tipo de entonación. Le he contestado que prefiero escuchar primero su interpretación del texto para después dar las indicaciones, y que todavía no se hasta que punto voy a utilizar la voz. Todo depende del montaje, que he empezado esta tarde. Pero antes del montaje venía lo peor: la ducha.

Se veía venir. La pintura no se disuelve. He embozado la ducha. Si la grabación nos ha costado dos horas y media, la ducha no ha durado menos. Cuando he notado que se empezaba a embozar he metido los dedos por el desagüe y he sacado una melena asiática con un moco verde gigante de pintura pegado a ella. Después, fregona y desatacador en mano me he puesto el mono de trabajo, y por mono me refiero a la bata. No podrán quejarse de la limpieza que he hecho. He desatascado las tuberías de todo lo que tenían dentro. Para recuperar fuerzas me he ido a Lidl a comprarme una pizza… y un mocho nuevo, pero no tenían.

Me he comido la pizza con un temblor en las manos que me había empezado  al despertarme. He estado montando el corto como si tuviera párkinson. Serían los nervios, supongo.  He tardado unas cuatro horas en tener un primer montaje con el efecto de la desaparición aplicado. No me terminaba de convencer, así que me he visto el cortometraje de Alfredo, mi compañero mejicano de clase del año pasado, que me lo había pasado para que le hiciese comentarios respecto al montaje. Le he enviado tres folios de comentarios con mejoras que podría hacer.


El efecto con Hanneke de aparecer y desaparecer ha quedado bien, ese es fácil. El de hacerme desvanecer los brazos y piernas no tanto, ese es muy difícil (al menos con tan pocos medios). El corto es en blanco y negro y mudo, lo que salva un poco el desastre, pero no lo suficiente. Es verdad que sólo es un primer montaje, y que falta probar con la voz over o con un texto tipo carteles de cine mudo. Como toda la historia es una invención he pensado hacerlo todavía más irreal, y así seguir tapando agujeros. He probado a convertir la imagen real en animación como si fuese un dibujo hecho con lápiz. Queda muy bien, pero el efecto de la mano desapareciendo al principio pasa desapercibido. Lo que podría intentar mañana es hacer que sea gradual el ir convirtiendo la imagen en animación, en función de las partes del cuerpo que vayan disolviéndose. Así sería una combinación de imagen en color, en blanco y negro y en animación. No lo sé, mañana seguiré experimentando. ¿Por qué me habré querido complicar tanto?


Mientras grabábamos el corto, yo he grabado el making of para el documental sobre la residencia. He estado pensando que igual sería mejor hacer un corto que combine la grabación y el  frustrado resultado final. Pero eso sería muy fácil. Prefiero seguir intentando buscar la combinación de efectos, voces y montaje que hagan que Desaparecer sea digno de presentarse al Notodofilmfest, aunque luego no pase el primer corte y el mejor comentario sea algo tipo: “buena idea, pero mala realización”. La verdad es que grabar ficción, en el sentido de contar una historia con un “guión” previo, necesidad de una cierta continuidad, actores y demás lo he hecho pocas veces, y en ninguna me ha terminado de convencer el resultado. Quizás porque lo he hecho demasiado rápido y preocupado por no hacer perder el tiempo a la gente que me ayudaba. Monumentos en la luna fue un hibrido muy extraño que salió bien: imágenes documentales, fotografías de archivo, entrevistas, pero todo después guionizado y editado como una ficción. El problema de mis ficciones es, pues, la grabación. No es como cuando salgo con mi cámara que tengo todo el tiempo del mundo y no molesto a nadie. Pero bueno, es seguir practicando hasta coger la destreza para trabajar igual de bien en todos los campos. Tengo que acostumbrarme a tomarme mi tiempo cuando hay un equipo detrás y darme cuenta de que si están ahí es o porque quieren y no les importa esperar y repetir, o porque cobran y deben esperar y repetir; esta opción es más fácil de llevar a cuestas, pero por ahora no puedo contar con ella.


De momento terminaré de editar Desaparecer, seguiré grabando lo que vaya sucediendo por la residencia y empezaré a escribir un guión al que llevo dándole vueltas desde hace tres años que, bien escrito, puede ser muy bueno y atractivo de coproducir. Y, entre unas cosas y otras, si hay feeling con Rosabel, hasta puedo grabar algunas ficciones más con actrices y actores de verdad, no de pandereta como yo, que si no hay actividad física contundente no valgo un centavo. Hablando de actores, por la noche me he puesto Shutter Island (Martin Scorsese, 2009) y Leonardo DiCaprio hace una actuación magnífica con un doble rostro permanente entre la cordura y la locura. La película gana con el segundo visionado y si se hace desde la perspectiva de cómo todos van tejiendo la trama para que DiCaprio juegue su juego. Al final se hace un poco larga, pero no es una mala película como me pareció la primera vez. Hay una mala manía de criticar cada nuevo trabajo de alguien, y hacerlo casi siempre en negativo. Es lo que le está pasando a los Scorsese, Woody Allen, Coppola y demás del Nuevo Hollywood de los setenta, cuyas películas se ven con malos ojos y si hacen una buena se celebra como una resurrección. Pues no, si ahora están ahí es porque son buenos, y si hacen las películas que hacen es porque quieren hacerlas, y son tan buenas como las primeras, y hay que agradecer que no sigan haciendo lo mismo que en los años setenta, sino vaya aburrimiento. El otro día Hyeja, a quien le había pasado algunos de mis cortos me dijo que eran muy diferentes unos de otros. Ahí esta la gracia, es probar, en experimentar, en que cada trabajo sea diferente y originial. Esto no quita que La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011) solo tenga de bueno las películas de Méliès en 3D o que los experimentos de Coppola sea castañas fuera de lugar, pero con mucho interés por lo que hay detrás y lo que dicen del sistema de Holllywood y sus viejas glorias, que se resisten a desaparecer, intentando innovar y hacer cosas diferentes, que aunque no siempre salgan bien, siempre merecerán la pena.