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domingo, 22 de diciembre de 2013

21-12-2013. Deja el odio para después de comer

21-12-2013

Deja el odio para después de comer

Debido a las molestias de mi pie izquierdo, estos días he preferido adelantar faena de escritura. Hoy le tocaba el turno a mi blog de cine: Anuncios para coches, y su post semanal[1]. Se lo he dedicado a Paolo Sorrentino con entrevistas por Las consecuencias del amor, un texto mío que ganó el premio al mejor ensayo inédito en la revista Quaderni del CSCI, otro texto de la misma revista que escribió Agustín y analiza la obra de Sorrentino hasta Il divo, y el libro que el director napolitano escribió hace un par de años: Todos tienen razón, que lo empezaré a leer pronto.

Ripear las entrevistas, subirlas a YouTube, descargar los textos, subirlos a Slideshare, copiar el embed code en código HTML y corregir el tamaño para que quede ajustado a la página, añadir el texto, añadir la etiquetas, añadir las imágenes, revisarlo, publicarlo en la página de Facebook del blog[2] y compartirlo en otras páginas… todo esto, parece que no, pero lleva su rato y me ha costado casi un par de horas hacerlo.

En realidad me he puesto con esto porque no sabía como empezar a redactar un esbozo de idea para la reescritura del tratamiento del documental sobre la guerra civil que estoy preparando junto a María M. y Pilar. La página en blanco a veces es un verdadero abismo, pero cuando uno se pone las palabras salen solas, luego solo hay que reescribir y reescribir, pero ya no es sobre la nada, ya es sobre una idea, y eso es más fácil. Aún así, tenía la angustia de no escribir algo bueno y lo he ido retrasando.

Para ocupar el tiempo en otra cosa me he puesto con la reseña para Nomepierdoniuna del ciclo de cine del Paranimf de enero-marzo de la Universitat Jaume I. Al igual que la del cine de 2013 para Mone Monkey, en esta también he querido meterle caña reivindicativa sobre la distribución, la exhibición, el trato que se le está dando al cine español y cómo CulturArts prefiere rebuscar en el baúl de los recuerdos antes que invertir en buenas películas contemporánea (al menos en Castellón). Aún así, al menos, a parte de grandes clásicos como El grande dictador (Charles Chaplin, 1940) que de paso, me he vuelto a poner para pasar la noche, también se proyectarán dos películas recientes muy importantes: la cuestionable The Act of Killing y la imprescindible La herida.

Era la hora de comer cuando llevaba este artículo por la mitad. Pensando que si lo terminaba tendría demasiado tiempo por la tarde para ponerme si o si con el texto del documental, he decidido hacer una pausa. Al cortar la ensalada casi me rebano el dedo haciéndome un tajo ligeramente profundo. Pero nada que una tirita no pueda arreglar. Es extraña la sensación de llevar una tirita en los dedos. Te hace sentir incómodo, como si tu mano no conservase sus funcionalidades. El miedo a mojarla y que se despegue, la idea de que si algo te presiona la zona dañada te va a doler… de hecho, estoy escribiendo sin utilizar el dedo de la tirita. Manías.

Aún dejando el odio para después de comer, como titulan Klaus & Kinski a una de sus canciones que dice: “Crees que no hago más, que quejarme y odiar. Y eso es muy cierto, pero falta más, es necesidad. Más tensión, ya que el odio sigue ahí, que me impide salir”, he terminado el texto del Paranimf pronto, con muchas horas del día por delante en mi habitación para ponerme con el texto importante de la jornada.

Seguía sin atreverme a redactar las cuatro ideas que tenía para el documental, así que he cogido el libro  de cuento chilenos que me dejó María (sí, hay dos Marías y no son la misma. Está María y María M., para dejarlo claro por si hubiera confusión. Y falta otra: María G.). Luego he visto la cámara sobre el trípode enfocando a la ventana y me he acordado de que ayer la dejé grabando y se me olvidó apagarla. Tenía un vídeo larguísimo en el que no pasaba nada, pero nada de nada, no nada de algo aunque parezca nada pero pasa algo. Nada. Le he dado al botón “delete all” y he borrado todo lo que había en la tarjeta. Y ha pasado lo que tenía que pasar por ser un vago y dejar para mañana lo que podía haber hecho ayer. He borrado todos los planos en vídeo que tenía de la Ballhaus de Grünau. No lo había importado al ordenador al llegar casa y así me lo ha pagado el karma. Pero tampoco es que fueran ninguna maravilla, de hecho no me convencían, así que tampoco supone una gran perdida. De todas formas, Cyril me ha enviado un correo para decirme si quiero ir con él el lunes a otro lugar abandonado de Berlín: “la montaña del diablo”, una antigua central de escucha americana situada en la cima de una montaña hecha con escombros de todos los destrozos causados por la Segunda Guerra Mundial. Allí grabaré algo mejor, espero.

Para seguir haciendo tiempo he contestado algunos correos pendientes, como a María G., una compañera actriz y estudiante del máster de la Pompeu Fabra, el que tuve que dejar para venirme aquí. De paso, le he comentado la posibilidad de contactar con unas amigas, también actrices, que viven en Berlín. Descubrí un festival llamado Bodies in Land, enfocando a la danza en lugares públicos a lo Pina (Wim Wenders, 2011). Es su primera edición, y como sus amigas hacen danza he pensado que podría ser una interesante colaboración.

Me he pasado otro rato viendo la programación del cine de la Deutsche Kinemathek y el Babylon Kino, y buscando sus programas de socios para poder ir más barato, pues los siete euros por entrada no te los quita nadie. En el grupo de Facebook “Españoles en Berlín” he visto que una persona trabajaba en los Babylon, así que le he enviado un mensaje para preguntarle. Al parecer me tengo que comprar una camiseta de merchandising del cine por veinte euros, y con llevarla puesta al comprar las entradas, éstas me saldrán siempre por tres euros. La semana que viene, si ponen algo interesante, me acercaré a los Babylon a por esa camiseta mágica.

Tenía la luz de la lámpara de la mesita de noche encendida, proyectando la sombra de mi cámara sobre el trípode en la pared. Se me ha ocurrido hacer un pequeño vídeo donde la sombra cobraría vida con únicamente mover la luz de la lámpara, acercándola más o menos, de derecha a izquierda, de arriba abajo… al trípode, sin moverlo. El efecto era impresionante. Luego me he grabado a mi mismo haciendo los movimientos que había hecho para grabar las sombras. La idea era hacer un montaje simultaneo donde se vieran ambas acciones a la vez. Todo para hablar que la fotografía/cine viene a ser un trabajo de luces y sombras, como dice algún personaje de En el curso del tiempo, o de El estado de las cosas, ahora no recuerdo en cual, pero si no me falla la memoria sería en una de esas dos, creo que en la primera. Al ponerme a editar el vídeo, enseguida me ha parecido una tontería y una perdida de tiempo y lo he borrado. No todas las ideas son buenas, o no todas las ideas están bien ejecutadas. Hay que darse cuenta de cuando algo no va a ningún sitio y saber descartarlo.


Algo así me ha pasado cuando me he puesto a editar el vídeo inspirado en Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte y que he titulado Mañana de miércoles en la Parisier Platz. La imagen inicial no me terminaba de convencer, era muy oscura. Y que me parezca algo muy oscuro, cuando suelo casi todos los negros muy marcados en mis vídeos, es que estaba muy oscuro. Pero lo he apañado lo suficiente para que en los breves segundos que se ve el Gran Plano General de la plaza no quede del todo mal. Enseguida el vídeo pasa a ser una abstracción de colores y formas, así que he visto que sí, que podía utilizar lo grabado. Lo he decidido acompañar de una pieza sonora de Raül Fuentes (Hezeen) titulada Fracturas. Cuando tenga el vídeo más avanzado se lo diré para saber qué quiere que indique en los créditos.


Ya no podía retrasarlo más. Había pensando en dar una vuelta por el centro sobre las ocho. Todavía faltaban unas tres horas. Así que me he vuelto a poner delante del ordenador y me he tenido que enfrentar a la página en blanco con las ideas revoloteando por la cabeza. Como decía, es ponerse. Lo he escrito todo de un tirón, y luego lo he revisado por encima antes de enviárselo a María M. y Pilar. Lo bueno de ser tres y que todos tengamos voz y voto es que si estas ideas no son muy buenas no habrá problema en desecharlas.

La finalidad de escribirlas era para motivar el pensamiento y la fluidez de más ideas. Así que, y esta es la gran verdad de toda película, libro, canción, poema… que se precie, es que uno se pasa horas y horas para escribir algo que sabe que solo es un esbozo de un esbozo de un esbozo de un esbozo de un esbozo de un esbozo de un esbozo de un esbozo de una idea de otra idea de otra idea de otra idea de otra idea de otra idea que al final se convertirá en algo que pretendía ser algo pero es otro algo diferente al algo que el esbozo del esbozo del esbozo de la idea de la idea de la idea de la idea quería ser algo que ha terminado en otro algo tan bueno, tan malo, peor o mejor que el algo inicial. Pero al final, uno(s) se las apaña(n) para que el resultado le(s) guste lo máximo posible y haya sido lo más fiel a su esbozo de su idea de su algo con los pluses que durante el proceso de desarrollo del proyecto haya ido ganando.

Al final no he salido al centro. No tengo el pie para dar una buena caminata y prefiero ahorrarme los más de cinco euros del metro para ir el lunes a “la montaña del diablo”, así que he editado un poco más del vídeo abstracto, me he hecho mi bol de leche con cereales y galletas y he visto El gran dictador. Ha aparecido un plano muy significativo que he decidido capturar y llevar a un proyecto, sin fecha de cierre, que llevo en paralelo y se llama Intertextos de cine. He titulado a la imagen: Contigo no, bicho. Ha resultado ser un día de lo más productivo para no haber salido de casa.



miércoles, 18 de diciembre de 2013

17-12-2013. Las consecuencias del amor

17-12-2013

Las consecuencias del amor

Una última mirada vieja y cansada lo dice todo. No dice nada. Algo murió. El recuerdo del pasado en las pupilas, antes de zambullirse en una gran caja de cemento. Las consecuencias del amor.

Esta mañana le he dado el último repaso a Sad Song antes de enviarlo al Urban Research 2014 organizado para la 10th Berlin International Directors Lounge. El apaño de sonido que hice ayer ha dado su frutos y ya no hay pequeñas molestias sonoras que matan al film. Pero la llaga de la boca me sigue molestando.

Ya puestos, lo he enviado a varios festivales más: el DocEX (que no creo que lo seleccionen porque el máximo de minutos por vídeo son cincuenta – con excepciones – pero no quieren películas), al Australian International Experimental Film Festival (para el que tengo que enviar una copia en DVD por correo que me va a costar la vida si el ayuntamiento de Castellón no me paga el primer mes de la beca) y a uno de los importantes: el AFI Docs. Llevo toda la tarde intentando subir a internet el documental para poder presentarlo a este último, pero la conexión se cae cada quince minutos.


He tenido que interrumpir el visionado de Sad Song a media mañana porque a las 12 era la comida con el resto de artistas de la residencia. Como me suele pasar, he sido el primero en llegar. A las 12.00 estaba tocando el timbre. Una vez allí, me he dado cuenta de que iba vestido de la misma manera que el día de la performance de ESOC. Los de la residencia se van a pensar que solo tengo cuatro trapos. Y todo son camisetas monocromáticas del Decathlon. Bueno, así aparento menos ínfulas de artista. Pues en realidad, eso de llamarse artista a uno mismo (o a los demás) me parece pretencioso y exagerado. Volvemos al ¿qué es el arte? ¿Cómo valorar qué es y quién es un artista? ¿Cómo valorar la calidad de una obra de arte? Solo el tiempo puede decirlo. Y mientras el tiempo no hable, aquí (en el mundo a día de hoy) ninguna obra merece ser llamada una obra de arte ni nadie ser reconocido como artista.  Hacer arte es hacer algo significativo para la humanidad: para su devenir, para su recuerdo, para el pensamiento… pero si no es transcendente, si es un acto egocéntrico ¿de qué sirve? Que esto no parezca un pensamiento grandilocuente (que lo es, no lo voy a negar), pero esa “humanidad” también puede ser una única persona a la que la obra de arte le haya hecho abrir su mirada y su reflexión. Las obras de arte en sí mismas no cambian el mundo, pero si pueden cambiar a las personas que actúan en él. Las consecuencias del arte pueden ser significativas, si se le presta atención.

Después de esta verborrea que hasta yo dudo cuando me la replanteo, a lo que iba: la comida. Ha comenzado en silencio, tímida. “Qué grupo tan introspectivo nos ha tocado esta vez”, ha dicho Irene en inglés a la mesa. Sonrisas agachando la mirada. Poco a poco unos han comenzado a hablar con otros. A mi lado se ha sentado Giulia, Guilietta, una italiana que no es residente pero trabaja aquí ayudando a la dirección mientras desarrolla sus dibujos/pinturas.

Ha empezado hablándome ella y preguntándome por el vídeo que grabé de la performance de ESOC y que le gustaría verlo. La conversación ha sido un remix de castellano, italiano e inglés. Y es que chapurreando un poco de cada, todo el mundo se entiende. Luego le he preguntado si ella trabajaba aquí o qué hacía. Me ha contado que vino de Erasmus y se ha quedado un tiempo más, y que trabaja aquí pero más como ayuda, y que al mismo tiempo realiza piezas de arte de dibujo. Creo que me ha dicho esto, más o menos. Igual ahora estoy mezclando conversaciones. Creo que al final también me ha comentado que un día me podía enseñar sus dibujos. Yo le he contado el proyecto de las estatuas. Al final, sin saber cómo, me ha dado su página de Facebook para que viese exactamente lo que hacía. Giulia me ha caído muy bien, y es muy simpática. Y habla italiano, que entre tanto alemán es agradable escuchar una voz poética y que rima. Prefiero el italiano al alemán. De hecho, desde que estoy aquí la mayoría de películas que he visto son italianas. Que cosas.

También he hablado un poco con la otra coreana, que vive justo encima de mí. También se llama Hye. Habla el alemán de calle, pues lleva seis años viviendo en Berlín. Por su forma de hablar y su risa me ha recordado a Ana, la compañera de clase china de mi prima Carlota. El inglés no lo domina tanto. Pero al parecer, según ha contado Irene, y lo he podido comprobar escuchando a Paula (otra residente), los que aprenden bien el alemán al llegar aquí no hablan bien el inglés. Me he reconfortado al descubrir que mi inglés no estaba muy por debajo de la media de los que no somos angloparlantes. Al final he estado hablando con Matthew, para practicar. Y me he quedado escuchando una conversación que han tenido entre él, la chica de cabellos rizados cuyo nombre sigo sin recordar, y Libby. Creo que entre todos los idiomas que he escuchado en la mesa me quedo con el italiano.

Cyril también se ha acercado a hablar conmigo. Le he dicho que esta semana no le he podido hacer la entrevista porque estaba liado con la película de las estatuas. Pero como se va a quedar aquí en navidad, no será por falta de tiempo para hacerla. El me ha comentado que esta semana va a ir a ver o grabar lugares abandonados como iglesias y fábricas, y me ha dicho si quería que le acompañase. Le he dicho que sí. El día no lo tenía claro. Espero estar en casa cuando llame a mi puerta.

Irene me ha puesto un momento en evidencia (positivamente). Cuando los asistentes ya no teníamos nada más que decirnos unos a otros y la conversación general iba sobre “¿te molesto al hacer ruido en la habitación de al lado por la noche?”, Irene  ha puesto la palabra en mi boca para que les explicase a todos mi proyecto de la residencia. Ha dicho en voz alta algo como “Adrián quiere contaros algo para un proyecto que está haciendo sobre Glogau”. Y yo he respondido con la mirada gacha un: “Yes”.  No sabía como continuar y me he reído. Lo que ha hecho que todos se rieran complacientemente. Una vez el público está ganado es más fácil comenzar.

Les he contado la idea en general: grabarles trabajando y hacerles una entrevista, y les he dicho que en unos días les mandaré un email para explicarlo todo mejor y organizarnos los que quieran participar. Para cerrar el pequeño discurso un: “I’m very shy and my English is not very good. I’m sorry”. Sonrisas e interés por su parte. Veremos las consecuencias de mi discurso y si puedo llevar el proyecto a buen puerto.

Por la tarde he ido a la oficina de correos a recoger el paquete con mis botas de caminante kamikaze. Casi tres cuartos de hora de romería, papel en mano, hasta que he llegado a la ventanilla. La mujer muy simpática me hablaba en alemán y yo le asentía con una sonrisa sin saber que me decía. Le he dado la acreditación y le mostrado el DNI y todo ha salido sin incidencias. Me he despedido en alemán con un “Tschüss”, que me ha devuelto amablemente.

Ya en casa he abierto el paquete. Todo estaba envuelto en papel transparente como si fuera una col del supermercado: las botas, la memoria con todas mis películas en Divx, el tocho de textos encuadernados sobre las brigadas internacionales para preparar el dossier del documental respectivo, el mini-reproductor de DVD externo, un par de calcetines y mi tela verde de chroma-key. Con todo en su lugar me he puesto a enviar a los festivales Sad Song.

Mientras se subía el film a la web del AFI he entrado a ver la pagina de Facebook de Giula, Giulz de nombre artístico. Trabaja con tinta y hace dibujos muy grandes y líquidamente infinitos, que gotean en sí mismos, yendo a la esencia de su método de trabajo. Exagerando, para definirlo en tres palabras, sus dibujos/pinturas son un Pollock ordenado donde la pintura misma lleva a una forma concreta. Pero detrás hay un trabajo muy cuidadoso con el dibujo previo a la tinta. Con lo que eso del Pollock ordenado es una mentira como que lana sube y lana baja es una navaja y no una oveja en un ascensor. Pero creo que con esa definición se entiende por donde van los tiros. En conclusión, que le he escrito un mensaje con los respectivos elogios y le he pasado los links de mi canal de YouTube y Vimeo. Me había preguntado en la comida si tenía página web, y le he dicho que no, pero que tenía canal de YouTube y Vimeo. (Nota mental: hacerse una página web de verdad). De paso le he dicho que si quiere ver el vídeo de ESOC, pues ya sabe donde vivo; y que si quiere, aunque no sea residente pero si artista dentro de la Glogau, también puede participar en las entrevistas.

Justo en el momento de darle a “enviar” el mensaje, como un aviso del destino, la conexión a Internet se ha caído. Precavido, antes de borrarse la página he copiado el texto. Que no lo he dicho, pero lo he escrito en italiano usando el traductor de Google. Lo que me ha llevado a pasarme una hora corrigiéndolo para que no hubiesen erratas muy graves. No nos fiemos del traductor de Google, aunque en ocasiones extremas sea un salvavidas (como en el caso de la lavadora). Al perderse la conexión a Internet también se ha dejado de subir la película al AFI (y ya estaba en el 98%. Es de esos momentos que duelen).

Como no había manera de volver a conectarse, y era imposible ver una película en Filmin vía streaming, he cogido la memoria externa de mis películas en Divx. Ha llegado caída del cielo (nunca mejor dicho porque ha venido en avión). Incubando todavía el efecto producido por La grande bellezza, he decidido hacerme un pequeño ciclo de Paolo Sorrentino comenzando con la primera película suya que vi: Las consecuencias del amor (La conseguenze dell’amore, 2004).


Al poco de comenzar, movido por la incomodidad de haberme dejado las cosas a medias, he pausado el film y he vuelto a probar la conexión a Internet. Por un instante ha vuelto y le he podido enviar a Giula el mensaje. También he vuelto a dejar subiéndose Sad Song. He seguido con Las consecuencias del amor. Pasada mitad película he querido ver como iba la subida. Otra vez se había caído Internet. Otra vez tenía que volver a empezar. Pero no he podido, pues Internet ya no ha vuelto. Solo me ha dado tiempo a enviar el mensaje. Desde entonces no tengo conexión. He terminado de ver Las consecuencias del amor y aquí estoy, escribiendo mientras espero a que vuelva la Red y me atrape dentro de una caja de cemento del que no puedes escapar viendo el tiempo pasar. O como diría Dante (en una cita directa de la Divina comedia (1304-1321) que se puede encontrar en la Wikipedia y me ha venido de perlas):

Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita.

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura,
esta selva selvaggia e aspra e forte,
che nel pensier rinova la paura!

Tant'è amara che poco è più morte;
ma per trattar del ben ch'i' vi trovai,
dirò de l'altre cose ch'i' v'ho scorte.

Io non so ben ridir com'i' v'intrai,
tant'era pien di sonno a quel punto

che la verace via abbandonai