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viernes, 13 de diciembre de 2013

12-12-2013. En la niebla

12-12-2013

En la niebla

Hace pocos días la revista Shangrila publicó su último número dedicado a uno de mis cineastas de referencia, Theo Angelopoulos, que falleció en enero de 2012 atropellado por un policía en motocicleta. Irónico destino para un cineasta político y revolucionario. Para este número de la revista escribí un texto sobre el cine griego contemporáneo y su relación con la figura de Angelopoulos. Titulé al texto Adentrarse en las nieblas de Citera, relacionando la película del cineasta heleno Viaje a Citera (1984) (además de estilemas, recursos habituales, de su filmografía) con las derivas en torno al desencanto del cine griego en el siglo XXI.

Al final de Viaje a Citera, Spyros y su mujer se pierden entre la niebla mientras una tabla de madera que hace de barca los va alejando de la orilla. Según Angelopoulos, estos personajes “pensaban ser sujetos de la Historia cuando en realidad eran objetos de la Historia. Gente que sufrió el devenir de la Historia sin poder cambiarla”. ¿Serán los personajes de mis estatuas objetos de la Historia? Las estatuas en sí mismas si, pues ya son objetos. Pero los personajes… creo que también. Quizás la pregunta a plantearse sea ¿se puede cambiar la Historia?

En todas las películas de Angelopoulos (excepto en Días del 36 (1972)) el paisaje está dominado por la niebla. De hecho, uno de sus films más exitosos se titula Paisaje en la niebla  (1988). Mi Berlín también es una ciudad nublada. Esta mañana la bruma llegaba hasta los pies. Apenas podía verse pocos metros por delante. Y con este paisaje he salido a grabar las últimas estatuas que me faltaban. El camino era fácil pero largo. Un poco más de catorce kilómetros y algo más de tres horas contando el tiempo que estaría detenido grabando las estatuas que tenía localizadas, para llegar al Palacio de Charlottenburg. Así pues, el primer día grabé el centro de Berlín, ayer el este y hoy el oeste y el norte. Dado que yo vivo en el sur puedo decir que en tres días le he dado la vuelta a Berlín a pie. El proyecto de las estatuas me ha venido muy bien como puerta de entrada para conocer la ciudad.


El tramo más peligroso ha sido el primero de todos, al ir a grabar la estatua de Friedrich Ludwig Jahns en el parque Hasenheide. La niebla se colaba entre las briznas del césped y las copas de los árboles, creando un ambiente terrorífico. Como en Berlín los parques son frondosos y respetan la naturaleza, me he sentido como Bryce Dallas Howard en El bosque (M. Night Shyamalan, 2004). Y los “seres de los que no hablamos” eran mis queridísimos drug dealers que acechaban en cada esquina. Para crear más ambiente se ha puesto a chispear, y de vez en cuando me cruzaba con (o me seguía por momentos) gente con capuchas. He salido del parque y me he quedado más tranquilo.

Después de dos horas y media más de camino he llegado al objetivo principal: la estatua de Federico II de Prusia en el Palacio de Charlottenburg. Ya que me había dado el pateo hasta allí he entrado a ver el palacio. Y como me suele pasar, me he puesto de mal humor al ver la ostentosidad y los delirios de grandeza de las monarquías. Cámaras de recámaras con retratos que les importaban poco a los residentes y que solo colgaban para mostrar su influencia, antesalas de antesalas con infinitas colecciones de porcelanas, habitaciones cubiertas de telas, terciopelos y tapices con techos que, utilizando a deidades griegas, describían la funcionalidad  de cada habitación… (he estado escuchando la audio guía mientras recorría el lugar).

Me molesta ver en estos lugares el derroche que hacían los reyes, dejando al pueblo morirse de enfermedades, pobreza, guerras, etc. Menos mal que llegó la revolución francesa y acabó con el absolutismo del antiguo régimen en Europa (aunque luego sucediesen otras cosas). Bueno, no en toda Europa. Por alguna “extraña” razón, países como España todavía son monárquicos (aunque no absolutistas). Y como sabemos, mientras hayan reyes los demás somos súbditos. Y si nuestro amigo Juan nos cae tan bien gracias a que detuvo el golpe de estado del 23-F, es porque no nos han contando bien la historia, no nos han dicho que todo estaba planeado y salió mal, y que todo iba a ser un montaje que al truncarse obligó al rey a detener la jugada. En realidad si que nos lo han contando algunos periodistas e historiadores[1] pero su voz se ha acallado, como a tantas otras a las que no dejan que nos abran los ojos.

Pero como esto no es un ensayo político ni una novela histórica lo dejaré aquí, me contentaré con la síntesis que he expuesto y solo añadiré que al salir del palacio le he comprado a mi abuela un tapete de centro de mesa que le gustará mucho. Después he visitado el jardín con su árboles de El año pasado en Marienbad (Alain Resnais, 1961) en miniatura y he filmado el plano más crepuscular, quizás, del film. Será de los primeros en aparecer y es un buen punto de partida para esbozar las ideas que se irán desarrollando a medida que avancen los minutos.


Hablando de minutos. Nunca se me había hecho tan largo un minuto de tiempo. Plantar la cámara con el trípode en medio de la calle y quedarme a su lado durante un minuto mientras la gente pasa, algunos me miran de reojo, otros con rechazo, otros no se enteran, es el momento más incomodo y más eterno que he vivido estos días. Entre el temor a que venga un espabilado y la coja al vuelo, o alguien que venga a decirme algo y me amenace, o que un policía me pregunte en alemán que estoy haciendo, o… pero de momento no ha pasado nada, yo grabo mi plano y soy la persona más feliz del mundo. Pasar un mal minuto con las tripas encogidas tiene la recompensa de capturar momentos irrepetibles de la vida urbana de Berlín.


Hoy he tenido que coger el metro, por cierto. Me he alejado tanto del centro por el noroeste que si quería volver para grabar las tres estatuas que todavía me faltaban cerca de Alexanderplatz no podía bajar a pie antes de que se me hiciera de noche. Y puesto con “propósitos” rotos, he tenido que grabar el memorial del Holocausto. Es un momento clave de la Historia y la película no puede obviarlo, así que lo he hecho. Pero ha sido el plano más austero, respetuoso y sincero que podía hacer: un primer plano de uno de los monolitos que configuran ese laberinto que es el memorial. Un primer plano dejando unos centímetros libres en el lado izquierdo del cuadro para poder ver un pedacito de otro bloque y su suelo característico. Pues tampoco tendría sentido hacer un primer plano de algo que no se reconoce lo que es, su significado quedaría incomprensible y vacío. Por lo tanto se debe de poder identificar, pero sinedo lo más pragmático posible. Hay que ser un cineasta respetuoso y consciente de lo que está grabando.


Con todos los planos recogidos (a falta de la estatua de Rosa Luxemburgo que no encontré el otro día, pero después de buscar por Google Maps y mirar por el Street View hasta dar con ella, iré a grabarla mañana) me he vuelto a casa. Me faltaba agua, leche y zumo, mi sustento básico de bebida. Así que he ido al Lidl a por ello. Ya era noche y caminar por la calle me ha recordado la película más experimental, junto a Zelig (1983), de Woody Allen: Sombras y niebla (1991) Entre las bebidas y un poco de comida, la factura ha subido a diecinueve euros. Me he sorprendido y al llegar a casa quería ver a que se debía este despropósito. Resulta que he comprado agua con sabor a manzana, y ésta valía casi ocho euros. Eso me pasa por haber cogido el primer pack de seis botellas que he visto y solo leer si era agua mineral (mineralwasser). La verdad es que tiene un sabor horrible. Ya intentó en España ese experimento Fontvella (creo) y no le salió muy bien la jugada (creo). Pero bueno, todo es acostumbrarse. Los próximos nueve litros de agua que beberé tendrán sabor a manzana. Lo compensaré comiéndome una pizza con piña cuando me vaya a beber el último litro.

Y llegamos a la noche. Pero la noche anterior, que por cansancio no pude comentar. Brevemente (pues el cansancio se acumula, pero creo que es importante): edité el prólogo de la película. Son casi siete minutos de Matthäus-Passion utilizando las imágenes de la Catedral de Berlín, seguidas de tres planos del skyline de la ciudad y la Niké de espaldas mientras aparece el título. Tuve que remontarlo varias veces porque la cosa no era tan sencilla.

Quizás el que lo vea luego dirá que podría haber puesto los planos en cualquier orden, pero eso no tendría sentido. Si se llama montaje es por algo. Y todo (buen) montaje debe tener un sentido (del contenido, del ritmo, de lo que sea… en eso soy bastante abierto, pero que haya un sentido de algo). Así, después de probar con ángeles tocando la música, Jesús y su pandilla, Ángel mirando al cielo, Berlín y Niké, he tenido que ir probando otras cosas que funcionasen mejor en función del encuadre: si sólo se veía el cielo, sólo la iglesia, o un poco de ambas; la escala de las estatuas; sus miradas, etc. Y he terminado con ángeles con sólo cielo detrás tocando la música, seguido por los ángeles que ya ocupan un mayor tamaño en el cuadro y dejan ver parte de la fachada de la catedral; dando paso al ángel que tiene detrás sólo la iglesia y así poder mostrar a toda la banda de Jesús donde cada uno representa una cosas (los mandamiento, el castigo por incumplimiento, el comulgar, el sometimiento al poder de la iglesia católica… los pecados capitales a los que Europa se ha visto sometido bajo la doctrina del cristianismo en todas sus derivaciones), finalmente Jesús con su gesto de perdón pero una mirada taciturna. El skyline de Berlín y la diosa Niké dándonos la espalda. Un ejemplo perfecto para hablar de cómo las imágenes son narraciones y cada plano es una palabra de una frase.


Otra de las cosas que dan para comentar es el porqué de la duración de los planos. Son planos completamente estáticos, pues al no grabar la calle no hay actividad alrededor de las estatuas (salvo una paloma que aparece unos segundos), y duran todos exactamente treinta segundos. Esto es así por varias razones: se debe escuchar completa Matthäus-Passion, y lo más importante, para crear un ritmo en el espectador. Si los planos de las estatuas durasen diez segundos o menos, cuando terminase el prólogo y comenzase la película en sí, con los planos de un minuto de cada estatua, al espectador se le harían más largos y pesados. Si de entrada creo ya un ritmo pausado y estático, contemplativo, que lleve a escuchar la música (lo que luego será el sonido ambiente, importantísimo) más allá de quedarse simplemente en la imagen, ya lo estoy preparando para cuando vaya lo bueno. Pues para eso sirve un prólogo: para anticipar y acomodar al receptor.

Los planos del skyline son más breves, estos si de diez segundos. Sobre estas imágenes no hay que detenerse tanto tiempo, pues lo principal son las estatuas. Este skyline es como una puesta en situación de donde va a suceder la acción. Como llevamos seis minutos de planos candentes y estos diez segundos están ralentizados  (he cogido dos segundos y los he alargado a diez) no se pierde el ritmo, pero si que se varía con la introducción de elementos móviles (los coches), pero a una velocidad que más que un movimiento es una intuición. Así pues, también anticipamos el movimiento, hacemos saber que lo habrá pero que no será un frenesí, y aligeramos el ritmo inicial para acabar el prologo a modo de éxtasis y comenzar la función por todo lo alto.

Luego, el resto de planos de las estatuas de la ciudad he procurado grabarlos con diferentes ritmos internos, es decir, con tráfico de coches, con más viandantes, con menos viandantes, sin gente que se cruce, etc. para así tener un ritmo interno que irá variando a lo largo de la película y no haga que sea monótona. El cine se hace en la sala de montaje.

Por cierto, En la niebla  (2012) es una magnífica película del ruso Sergei Loznitsa que adapta la novela de Vasily Vladimirovich Bykov.





[1] Esta es, entre otras muchas, una de las publicaciones que se pueden encontrar al respecto en la web y en papel. Además recomiendo la obra de teatro de Alberto San Juan, Autorretrato de un joven capitalista español (que si no llega a ser por María M. no llego a verla): http://www.alertadigital.com/2011/02/15/coronel-martinez-ingles-el-golpe-del-23-f-lo-dirigio-el-rey-juan-carlos/

miércoles, 11 de diciembre de 2013

10-12-2013. Caminante kamikaze

10-12-2013

Caminante kamikaze

Hoy he comenzado la grabación de la película. Su título final será Sad Song. Scream of Stone About Europe’s Decline (Canción Triste. Grito de piedra sobre el declive de Europa). Los días cada vez son más tristes, más nublados, más grises. Esto me viene de lujo para el tono que quiero que tenga el film. El plan de grabación es de tres días contando hoy.

El trayecto de mañana me llevará a cruzar el río Spree, al Este de Berlín. El recorrido incluirá grabar al Molecule Man, la East Side Gallery, la estatua de Rosa Luxemburgo, el Volkspark Friedrichshain, el Ernst-Thälmann-Park, una estatua que hay en el exterior del cementerio judío, y las estatuas del centro que hoy no he podido grabar: la de Martin Luther[1] (el impulsor del luteranismo) y la de San Jorge y el dragón, a la que tanto aprecio le tengo desde que Triángulo de Amor Bizarro utilizara el cuadro de Rubens para la portada de su último disco: Victoria Mística. 

En fin, otros casi treinta kilómetros que también me voy a patear mañana. Y es que ya lo canta Fernando Alfaro: “caminante kamizake soy, así que no me deis ideas”.  Hoy he vuelto a lo que ya puedo considerar mi lugar favorito de Berlín, el Tiergarten. Ya tenía bastantes planos de la Catedral de Berlín, la puerta de Brandemburgo, la Isla de los Museos y de éste maravilloso y tranquilo parque, pero no con la duración necesaria. Así que vuelta a grabar los mismo planos y algunos de más. Siendo metódico y consecuente, salvo los planos al ritmo de la Matthäus-Passion que irán de prólogo, el resto serán todos de un minuto exactamente. Para darme un regalo después de caminar durante toda la mañana hasta que ha comenzado a oscurecer, y de grabar todo lo que tenía que grabar, me he pasado por el Lidl y me he comprado una deliciosa pizza cuatro quesos.


Lo he grabado todo excepto las dos estatuas citadas en el párrafo anterior. La del amigo Lutero no he podido porque había un grupo muy pesado de niños pidiendo limosna. No puedo ir regalando dinero todos los días, pues ya salgo de casa con lo justo para incidencias y/o para coger el metro si llega el momento en el que no puedo seguir caminando. Pero hoy me han sucedido dos cosas que me hace dudar de la sinceridad con la que estos chavales van rascando el bolsillo de la gente. Los que me han asaltado mientras estaba preparando el plano de Lutero los escuchaba llegar desde lejos. Y recalco el “los escuchaba” porque se supone que son niños de una asociación de sordomudos, pero que antes de llegar a mi estaban bien felices hablando y riendo entre ellos. Al pedirme, de repente habían perdido el habla y se hacían los sordos. A la vuelta a casa he buscado en internet y he leído en diferentes páginas web lo de estos pequeños estafadores que podemos encontrar en ciudades de toda Europa.

El otro hecho que ha reafirmado mi negativa a dar un euro más a estas personas es cuando en la isla de los museos, justo después de grabar a la arquera que apunta al resto de caminantes kamikazes, se me ha acercado otro niño a pedirme limosna. Le he dicho con gestos que “¿otra vez?”, acompañado de un “¿again?” en voz alta. El chaval lo ha entendido a la primera y ha seguido, pero cuando ha visto que parecía que iba a guardar el móvil, que en ese momento llevaba en la mano, al bolsillo, ha vuelto y se me ha cogido al brazo insistiéndome, diciéndome, que le diese dinero. Al mismo tiempo ha hecho el amago de meterme la mano en el bolsillo de la chaqueta. Como soy precavido llevaba la cartera y demás en la sudadera debajo de debajo y dentro de bolsillos con cremallera (¿a cuanta gente le habré dicho que el bolsillo con cremallera es el mejor invento del mundo?). Así que el zorupo (como lo habría llamado mi amigo Juan Carlos utilizando un gentilicio de Fuensanta en Albacete) no ha podido sacar nada, de hecho no ha llegado ni a meter la mano en el bolsillo, pues ya lo he protegido mientras le decía que no y que no. Me ha insultado y cada uno por su camino.


La estatua de San Jorge y el dragón no la he podido grabar porque el Google Maps no reconocía esa zona y no la he podido encontrar. Para evitar estos fallos, las direcciones de mañana las llevo anotadas en un papel.

También hoy, por primera vez, se me ha acercado un policía mientras grababa. Ha sido junto a la catedral, a la orilla del río. No me ha dicho nada, solo ha pasado por detrás, se he parado un momento, supongo que habrá visto desde una distancia práctica que no hacía más que grabar estatuas y ha seguido la marcha. Como voy con un trípode y eso no es que sea muy común, o esta mal visto en amateurs (ya se lo decían a Maya Deren), he grabado ese plano y he seguido el camino. Cuando ya no he visto al policía me he vuelto a detener en una zona donde un muro más alto me protegía de las miradas. He vuelto a plantar la cámara y seguir grabando. Al terminar y darme la vuelta el policía estaba al final del paseo mirándome a mí y a un vagabundo que daba de comer a una paloma que se le abalanzaba a las manos.  Tanto el policía, como el vagabundo y como yo nos hemos reído. Era un hombre mayor y con pinta de ser cordial. Lo único que ha hecho ha sido sonreírme. 


Y el otro individuo que me he topado hoy ha sido el más simpático y amable de todos. Estaba preparando el plano en un lugar que no tenía ni idea de que era, pues me lo he encontrado por casualidad al ir bajando hacia casa. El hombre, un tanto dejado con su barba, su gorro de lana y su nariz roja de llevar una botella de más, se ha parado a mi lado y me ha dicho algo en alemán. Por supuesto, no lo he entendido. Me ha seguido hablando pese a mis gestos, hasta que he dicho “I don’t kwon”. Al parecer me estaba preguntando si sabía que era lo que estaba grabando. Le he dicho que no y me ha contado que era el centro exacto de Berlín. El centro del centro de la ciudad. Me lo decía en alemán pero entre que usaba un lenguaje muy sencillo y hacía unos gestos muy evidentes todo ha quedado claro. Me he acordado del momento en el que Bill Murray intenta hablar con un paciente en el hospital de Lost In Traslation (Sofia Coppola, 2003) mientras espera a Scarlett Johansson. El hombre ha visto mi sonrisa de gran sorpresa y felicidad al conocer el dato, y con mi “Thank you”, se ha ido más contento que nunca sintiendo que ha hecho la buena acción del día.

Después de haberme comido mi pizza cuatro quesos me he puesto a importar el material grabado. Entre unas cosas y otras la tarde se ha pasado volando, pero he podido hacer un maravilloso cartel para la película y un tráiler de lo más sugerente usando cinco de los mejores planos que he podido grabar. Uno de ellos ha sido toda una revelación: la Niké, de la que tanto hablo, me la he encontrado de espaldas al salir del túnel que lleva a la rotonda de la Siegessäule. Estaba claro, el plano tenía que ser de ella dando la espalda a Europa, la Victoria dejando de mirar a Europa, una Europa en decadencia, una Europa en declive. La Niké dándonos la espalda es el símbolo de que el Viejo Continente hace tiempo que ya no rige el mundo. Y esa es la imagen que he utilizado para el póster.  Ahora a descansar, que mañana toca volver a ponerse el traje del caminante kamikaze.

Voy caminando y voy clavando así mis pasos,

voy clavando así mis huesos en la acera,

voy clavando así mis huesos en mis pasos,

voy clavando en el cemento y en la tierra.



Esta canción la cantarás siempre que andes,

canta fuerte sin temor a dar el cante.

Y cada vez colocando un pie delante

y a buen ritmo sí que avanzarás bastante,

caminando por el campo, por la calle,

ya lo dije: caminante kamikaze soy.



Y canta fuerte cuando vengan a buscarte,

que no oigas, que no puedan fusilarte,

tápate los ojos, que no puedan darte,

y camina, pon el otro pie delante,

caminando por el monte o por la calle,

ya lo dije: caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

así que no me deis ideas.



Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta amenazante,

sombra y luz son mi hogar de caminante

y la penumbra de la luna cuando nace

me convierte en caminante kamikaze.



Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta amenazante,

sombra y luz son mi hogar de caminante

y la penumbra de la luna cuando nace

me convierte en caminante kamikaze,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

así que no me deis ideas.



Caminando con la vida por delante

y con la muerte por detrás amenazante,

como truenos de tormenta galopante

cabalgando sobre lomos de elefantes,

cantarás esta canción siempre que andes,

que convierte en caminante kamikaze,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy,

caminante kamikaze soy.



Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta galopante,

son mi hogar de caminante kamikaze que

no sabe ya muy bien por qué lo hace

ni siquiera si está aún vivo el emperador.


Y el cielo azul que ve la luz del sol brillante

y las nubes de tormenta galopante,

son mi hogar de caminante kamikaze que

no sabe ya muy bien por qué lo hace

ni siquiera si es que hay guerra o aún no se acabó.







[1] Ahora caigo (me ha vuelto a suceder) que nuestro querido Martín Lutero (Martin Luther, como es conocido en alemán) tiene el mismo nombre que el pastor defensor de los derechos civiles para los afroamericanos: Matin Luther King Jr. Esto no es casualidad. Como bien nos dice las sagrada Wikipedia, el nombre original de su padre, Matir Luther King Sr., era Michael King, y así llamó a su hijo. Pero en un viaje a Alemania en 1934, el padre de éste decidió cambiar sus nombres por Martin Luther en honor al amigo Lutero.

martes, 10 de diciembre de 2013

9-12-2013. Sad Song

9-12-2013

Sad Song

Sad Song, así voy a titular mi película de las estatuas de Berlín. Está mañana he estado revisando las bases y he decidido que la voy a hacer. Esto me ha llevado a pasarme dos o tres horas buscando estatuas a través de Google y Google Maps. Somos esclavos de Google, como bien ironizan Los Simpson en un capítulo de esos en  los que se imaginan el futuro de Bart y Lisa.

Han sido casi tres horas que no me han aclarado mucho y me han hecho darme cuenta de que para ir localizando una a una me puedo pasar los seis meses delante del ordenador He visto que las principales están más o menos por el centro, así que mañana por la mañana cogeré la cámara y comenzaré a callejear.  También me ha hecho pensar en qué estatuas quiero retratar y qué busco con el vídeo, pues grabar estatuas porque si tampoco tiene un gran interés. El otro día hablaba de la memoria. Pues bien, voy a buscar las estatuas que representen la historia de Alemania abarcando el máximo periodo posible. Desde la estatua a Federico II el Grande (los nombres en español son más graciosos, así que Federico se va a quedar) hasta el Molecule Man. 

Hoy era el día de acércame a la BSI a preguntar por el curso de integración al alemán. En un pequeño y cuadrado papel tenía apuntadas las frases en inglés que debía utilizar. No han hecho falta. Lo que viene a ser hablar, he tenido que hablar poco, ya se ha encargado de contármelo todo la mujer que me ha atendido. En resumen me ha dicho que hasta febrero no podría empezar las clases en la BSI. El jueves iré a preguntar en esa otra escuela de nombre impronunciable que es la  Volkshochschulen.

Quería hacer más cosas, pero con el chasco de la escuela de idiomas y el rato que me he pasado mirando lo de las estatuas el día no ha dado para más. He aprovechado que estaba en la residencia y he hecho varias fotografías más para La habitación blanca, que igual le cambio el nombre y será La habitación negra. Es increíble la oscuridad que le estoy sacando al lugar con la de luces encendidas que se deja la gente. Como se nota que no recibimos las facturas. Eso sí, ya me ocupo yo de ir apagando luces (aunque no tardan en volverlas a encender). Lo importante es que para esta parte del proyecto la idea y la línea a seguir ya está bastante clara.


También he aprovechado para probar la grabadora de sonido. Es increíble lo que se escucha si se presta atención y la capacidad del micrófono de atravesar las paredes. Ha sido una prueba de ocho minutos por todo el edificio y funciona bien. Iré acumulando grabaciones. La idea es que, ya que La habitación blanca van a ser fotografías y no vídeos, éstas, en una posible instalación vayan acompañadas por una pista de audio de unos diez o veinte minutos que sintetice el movimiento que se da en la residencia creando así un diálogo entre fotografía y sonido y un ambiente envolvente de situación en el posible espectador.


Por cierto, ¿por qué he decidido llamar Sad Song a mi película de estatuas? Sad Song es la última canción del disco de Lou Reed titulado Berlin. Hoy lo he visto en la película de Wenders ¡Tan lejos, tan cerca! (1993). Como sabéis, Lou Reed falleció recientemente. Este es mi particular homenaje. Pero claro, tampoco es baladí. La película comenzará con la Pasión de Mateo (Matthäus-Passion) de Bach mientras vemos las grandes estatuas de la Catedral de Berlín (Berliner Dom) contemplando la ciudad desde las alturas. De esas icónicas imágenes religiosas pasaremos a las mitológicas como la Niké[1] de la columna de la victoria generando así un planteamiento de lectura inicial para una compresión del resto de imágenes y estatuas que se verán a continuación. Entre este prólogo y el resto, el título: Sad Song, que juega a dos bandas. Por un lado, quebrando toda la lectura primaria que se puede haber generado mediante la Matthäus-Passion combinada con las imágenes de estatuas religiosas y mitológicas (que por consiguiente hacen referencia a deidades). Por otra, dotando de un nuevo sentido (o un complemento que motive la reflexión del espectador) a todo lo que vendrá después del título. Por supuesto, aquellos que conozca la canción de Lou Reed la asociarán al disco Berlin, y así se crea una capa más de lectura. La letra también se recontextualizará, etc. Y, también, porqué no decirlo, llamar Sad Song a una película donde la música es el sonido urbano de Berlín ya dice mucho también de lo que quiere decir. O, podemos hablar de que la Historia que reflejan las diferentes estatuas es una triste canción. Y así podría seguir, generando y generando conexiones haciendo que un trabajo aparentemente tan sencillo como es grabar unas estatuas tenga un sinfín de poso significante.


Staring at my picture book
she looks like Mary, Queen of Scots
She seemed very regal to me
just goes to show how wrong you can be

I'm gonna stop wastin' my time
Somebody else would have broken both of her arms

Sad song, sad song
Sad song, sad song

My castle, kids and home
I thought she was Mary, Queen of Scots
I tried so very hard
shows just how wrong you can be

I'm gonna stop wasting time
Somebody else would have broken both of her arms

Sad song, sad song
Sad song, sad song





[1] Como a veces soy un poco corto, ahora caigo en que Niké, la diosa de la victoria en la mitología griega, da nombre a la marca deportiva Nike. (Una de esos hechos que uno da por asumidos y no se pregunta porque las cosas se llaman como se llaman. Grave error). Por cierto, Adidas se llama así porque su cofundador Adolf “Adi” Dassler decidió cambiarle el nombre a la empresa cuando se hizo con su control en 1948 (un nuevo Adolf al poder; y para los que no lo sepan todavía, vivimos en un mundo imperialista dominado por una gran potencia y donde el consumo es la nueva forma de sumisión al poder. Lo que el fascismo no consiguió lograr por vía directa lo logró el capitalismo por vía indirecta hasta hacer de EEUU una verdadera potencia imperial y totalitaria. Nota: Imperio, novela de Michael Hardt y Antonio Negri del año 2000).