sábado, 15 de febrero de 2014

14-2-2014. Idénticas estrategias.

14-2-2014

Idénticas estrategias

Si ayer me pasé toda la mañana preparando el primer paso del documental sobre el teatro. Hoy me he pasado toda la mañana preparando el primer paso del documental sobre Taiwán. Como en la canción de Nacho Vegas, Nuevos planes, idénticas estrategias: “Tracé un ambicioso plan, consistía en sobrevivir”. Pero antes me he acercado al Kaiser’s a comprar salsa brava. Justo en frente de la nevera con la salsa había un estante de comida asiática con galletas chinas de la suerte y arroz con gambas coreano. He comprado un bol de arroz, no para mí, que si como gambas muero. Cuando he vuelto a casa me he puesto a la faena.

Tres horas y media para leer información sobre Taiwán, sus islas y su historia, y después redactar una carta a Yunyi explicándole la idea del documental, las fases del proyecto y el nivel de implicación que podría escoger: codirigir y protagonizar o sólo protagonizar. La primera pieza para comenzar a preparar el documental es Yunyi y su trabajo en el lugar que sería el punto de partida de la H/historia. Sin Yunyi no hay documental. A las doce y media me he acordado que en la oficina querían hablar conmigo por mi texto para el catálogo. He bajado y la conversación se ha alargado casi media hora. El texto estaba bien pero había traducido algunas expresiones típicas del español al inglés y quedaba un poco “from the lost to the river”, en palabras de Sergio. Lo hemos simplificado y hemos empezado a hablar de cómo quiero exhibir mis trabajos para el Open Studios a finales de marzo. También necesitan que les envié otra fotografía, a ser posible una vertical y no una horizontal. Lo que para mi es complicado porque mi trabajo es en vídeo. Tendré que usar si o si algunas de las fotografías de La habitación negra o alguna de making of del proyecto (pero creo que son todas en horizontal). La buscaré nada más Paula me devuelva la memoria que le he dejado para que se copie el Final Cut y varias películas de Angelopoulos, Tarr, Jancsó, Sokurov y Veiroj. A la una he vuelto a la habitación y me tocaba lo más difícil: traducir la carta de Yunyi del español al inglés… y al alemán, porque Yunyi habla mejor alemán que inglés (casi chino, diría yo, pues lleva viviendo aquí ocho años). Una hora y media más tarde y con erratas, le he enviado el texto. Me ha respondido que lo leerá este fin de semana, que ayer estuvo esperando ocho horas para renovarse el visado y hoy estaba muy cansada. “No hay prisa”, le he dicho.

Casi a las tres me disponía a subir al piso de arriba a prepararme la comida, para después dar una larga caminata hasta Alexanderplatz y comprarme unas zapatillas de deporte. En las escaleras me he encontrado con Miny, que iba camino de mi habitación para preguntarme si quería dar una vuelta. He dejado la comida para más tarde, las zapatillas para otro día y nos hemos ido. Quería enseñarle el Molecule Man y la estatua comunista del Treptower Park. Cruzando el parque que hay cerca de la residencia hemos pasado por delante de columpios y me he puesto a saltar un momento, sólo para probarlos. Miny ha visto una especie de nueces en el suelo y ha empezado a recogerlas. Al parecer, en Corea son muy caras pero se usan mucho, y son más pequeñas que aquí. Mientras ella recogía y yo le ayudaba o sacaba fotos, ha aparecido Hanneke. Nos hemos ido con ella al Treptower Park. Allí, en toda la explanada que da paso al gran monumento, Miny y yo hemos hecho una carrera mientras Hanneke nos grababa.  Hacia un día increíble, y cuando en Berlín hace estos días hay que aprovecharlo. Llegamos a casa justo antes del anochecer.

Después de cenar, a eso de las siete, cuando parecía que, o bien nos quedábamos en casa y yo me iría a la habitación a adelantar en algo. Quizás editar la entrevista a Kuno, que grabé por la mañana entre párrafo y párrafo de la carta a Yunyi. O, la otra opción era ir a Bartleby. A Miny la ha llamado su amiga coreana para decirle si quería que ir a una galería de arte a ver la inauguración de una pequeña muestra de cuadros.  Allí nos hemos ido. Exponían una china y un italiano. Miny me ha dado su razones de porque era una muestra fallida y no se lograba la tensión que pretendía el galerista. Y tenía razón. El artista italiano era un profesional y tenía mucho nivel. La china era joven, estaba empezando y sus cuadros no es que fueran malos, pero no hacían sombra al italiano. Después hemos subido a resopar a casa de la señora coreana. Yo no he comido nada, entre lo del otro día y la cena de las seis, no podía más. Entre las dos se han comido un gran cuenco de arroz “experimental” que había cocinado la amiga de Miny. Yo lo he tastado y estaba muy bueno. Pasadas las diez hemos vuelto a casa. He leído un poco más Esculpir en el tiempo y me he acostado. A las siete de la mañana tengo que madrugar para irme con Cyril por tercera, y última vez, a Krampnitz. 

viernes, 14 de febrero de 2014

13-2-2014. Nuevos planes

13-2-2014

Nuevos planes

La mañana se la he dedicado a investigar acerca del teatro para el documental y recopilar enlaces, fotografías, ideas y reflexiones sobre como empezar a abordar el documental. Parecía cosa que podía hacer en un momento, pero he empezado a las diez y he terminado a la una y media. Sin encontrar demasiada información, pero si enlaces de interés para empezar a contactar con personas. Y también he podido plantarme cuestiones importantes que de cara a codirigir es importante hablar desde el principio. Justo antes de darle a “enviar” al correo con la información para Oscar y Jimmy, Miny ha venido a la habitación. Tenía que ir al banco a solucionar un problema. He enviado el correo y hemos salido.

Al parecer, por haber recomendado a Miny, Hyeja se llevaba una especie de obsequio del banco. Pero Hyeja ha vuelto a Corea, con lo que no puede recoger el regalo.  La señora que nos ha atendido no estaba de humor y no daba opción a darnos el regalo para que Miny se lo pudiera enviar a Hyeja. Ha salido el director del banco, que era quien había negociado la cuenta de Miny y nos ha explicado con una falsa sonrisa y mayor claridad que en el banco no tienen los obsequios, sino que se envían a la dirección postal, y que llegaría en un par de semana. Por suerte, la dirección de Hyeja es la de nuestra residencia, con lo que el paquete no caerá en malas manos, sino que Miny lo podrá recoger y enviárselo tal como quería.

Se nos han hecho las tres y hemos ido a comer a un restaurante taiwanes que me recomendó Yunyi. Estaba buenísimo. Antes, en el mercado turco de Hermannplatz hemos comprado dos bolsas de naranjas y fresas. Con la fruta en mano hemos vuelto a la residencia. La hemos guardado en la despensa y en la nevera y hemos cogido el autobús para la Kunstbibliotek, la biblioteca de arte del Kulturforum. He mirado todos los libros relacionados con Valencia, su historia y su arquitectura, para preparar el proyecto del teatro. No había mucho, pero quizás tres de los libros puedan ser interesantes leerlos. Lo curioso es que hubieran más de seiscientos libros relacionados con Valencia y escritos en español. Después he hecho lo mismo acerca de Taiwan para el posible proyecto con Yunyi. También, más de cuatrocientos libros en chino, casi cien en alemán y unos pocos en inglés, que por suerte parecen interesantes. La semana que viene igual empiezo a sacar algunos, pero primero tengo que adelantar un poco más con el proyecto. Ya he acordado las entrevistas con Yunyi y Antje para la semana que viene. Puede que también la de Cyril. Y este viernes igual grabo a los de la oficina trabajando. Y la parte del proyecto de La habitación negra, la de las fotografías del espacio vacío, que es la  que más me preocupa y me estoy replanteando puede que sí, que al final la haga con Miny, que tiene buenas ideas y puede salir algo más interesante. Ya estoy pensando como hilar todo el material para la exhibición. Empezaría con las fotografías, a modo de descripción detallada y minuciosa del escenario que es la residencia. Le seguirían las entrevistas, a modo de presentación de los protagonistas. Y después el documental en sí, que le voy a dar la forma de diario, aunque igual me permito la licencia de cambiar cierto orden temporal, es decir, inventarme un diario en función del ritmo y el “drama”, es decir, cntar una vida paralela que nunca he vivido en la Glogauair, pero al mismo tiempo que si que he vivido, pues lo grabado, grabado está, pero el protagonista del diario sería toda una ficción. Y, una vez más, nos planteamos ¿existe la realidad?¿No es todo ficción en el cine?


Después de la biblioteca hemos ido a una pizzería que hay en la calle paralela de la residencia. Las pizzas son casi de un metro cuadrado. Media con piña, media con espinacas. Estaba claro, no nos la hemos podido terminar. Papel albal y el resto para mañana. Nada más llegar, Cyril ha llamado a mi puerta. Ya ha vuelto de París. Había guardado su maleta en mi habitación. La ha recogido, y de paso, me ha dicho que el sábado me necesita para volver a grabar en Krampnitz. Allí que volveremos. Me han llegado varios mensajes y notificaciones de que mi nombre ha salido en el periódico de Castellón porque los becados del Hàbitat Artístic y nuestros proyectos van a participar en ARCO y después en La nit de l’art de Castellón. Más presión para el proyecto, que se ha tornado cosa sería, más seria de lo que ya lo era. Pero como ya se sabe, no hay que tomarse muy en serio a uno mismo. Así que haremos lo que podamos.

viernes, 7 de febrero de 2014

6-2-2014. Hora de aventuras

6-2-2014

Hora de aventuras


A las ocho, mientras desayunaba, he empezado a leer el comic de Guy Delisle Pyongyang. A las nueve he retocado un par de fotografías y me he vestido para una nueva escapada con Cyril, esta vez a Beelitz – Heilstätten. A las diez hemos salido. Antes de coger el metro hemos pasado por una panadería. Cyril se había olvidado de cenar la noche anterior y tenía hambre. Yo había desayunado poco y sabía que no comeríamos en todo el día, así que me he pedido una empanadilla de espinacas con queso que han calentado al microondas y estaba muy buena, tanto, que al regresar he vuelto a entrar en la panadería y me he comprado otra. 



La maquina de tickets no aceptaba billetes y no reconocía mi tarjeta de crédito. Con las prisas de que llegaba el metro y los nervios de que no podía pagar como quería, he comprado un ticket de día para las zonas AB, y no para ABC, que es donde íbamos nosotros, casi a sesenta kilómetros de Berlín. Me he tenido que comprar otro ticket de zona BC, pero eran otros siete euros y no quería gastarme ese dinero, así que he comprado uno sólo de ida por dos euros, pensando que a la vuelta ya compraría otro. Al metro le ha seguido una espera de media hora delante del zoo para coger el tren que nos llevaría hasta Beelitz. Al tren le ha seguido una espera de cinco minutos delante de una casa abandonada para coger un autobús hasta no-se-muy-bien-dónde me quería llevar Cyril. Al autobús le ha seguido una espera de cuarenta minutos a que volviera el mismo autobús porque nos habíamos pasado por tres paradas y estábamos a siete kilómetros de lugar indicado según el mapa de mi teléfono. Por suerte, la parada de autobús estaba frente a un establo y me he podido acercar a hacerles fotos a los caballos, que muy amigables, han venido a mí para posar y dejarse acariciar. Cuando me han intentado lamer me he despedido.  Nos ha tocado pagar el autobús las dos veces que lo hemos cogido. El conductor era el mismo y estoy seguro de que se acordaba de nuestras caras. Además, Cyril le había preguntado la dirección la primera vez y el chofer le había indicado, así que, por un lado, o bien nos podría haber avisado de cuando bajar, o debería haberse dado cuenta y entender que nos habíamos equivocado y hacer la vista gorda. Pero no, casi cuatro euros  entre idas y venidas.


Después de todo esto, la dirección que me había dicho Cyril y yo tenía marcada en el Google Maps, era errónea. Nos hemos bajado a cuatro kilómetros de Beelitz – Heilstätten, que resultaba ser la misma parada de tren. No nos hacía falta coger el autobús. Pero no pasa nada, ha sido un buen paseo, con buen sol y aire fresco en medio del bosque con los finos troncos de los árboles balanceándose y amenazando con caerse sobre nuestras cabezas. Caminando, hemos dado con el hospital que buscaba Cyril, y con toda una urbanización abandonada, justo al lado de una completamente nueva pero idéntica. Un extraño paralelismo. Como no sabíamos que nos íbamos a encontrar exactamente, cada edificio ha sido toda una sorpresa. En uno de ellos había crecido dentro un nuevo bosque. Habíamos encontrado el lugar tarde, pasadas las dos. Quedaban pocas horas de sol y teníamos que ir rápido. Sólo hemos entrado en un edificio, el último, y el que parecía más seguro. A diferencia de Krampnitz o la Ballhaus de Grünau, donde estuvimos dentro casi todo el tiempo, en esta ocasión el fotografiar sólo exteriores ha sido más relajante y novedoso. Prefiero fotografiar paisajes, y si a esto se le suman edificios en ruinas, perfecto.

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Otra media hora de espera para coger el tren que nos había de llevar de vuelta a Berlín. La estación no tenía maquina de tickets. Debería haberme comprado el de la zona BC del día, así no me habría empezado a preocupar. Nada más subir le he intentado explicar la situación a la revisora, pero entre que no entendía (mi) inglés y que la estaban llamando por teléfono cada dos por tres, con un gesto me ha mandado a sentarme y me ha dicho (o eso he entendido yo) que pasaría luego a verme y que no me preocupase. Pasaban las estaciones y la revisora no venía. Al final he llegado a la zona AB y mi ticket de día servía, no tenía que preocuparme más. Un viaje gratis, pero la tensión se me ha quedado dentro hasta que hemos llegado a casa. Cyril, de camino, se ha comprado un pollo y una cerveza. Yo ya vería que tenía en la despensa.

Champiñones. Sopa de champiñones y patatas fritas. Mientras preparábamos la cena, Paula nos ha hecho compañía comiéndose sus espaguetis. Miny ha querido probar los espaguetis. De paso, yo también. Luego nuestra cena. Y cuando estábamos terminando ha venido Cristina con sus fideos Maggi. Miny ha querido probar los fideos. Después ha venido la primera conversación seria sobre nuestro futuro. A las tres de la madrugada ha terminado la charla con un “tomémonos estos meses para conocernos mejor y cuando se vaya acercando el momento tomaremos las decisiones importantes”. Y pensando en esto me he ido a mi habitación a dormir y tarareando “vamos bien, pero podemos ir aun mejor” y que “el tiempo se puede detener”:

De pequeño frente a un calendario pregunté:
"
En diciembre, el 31, ¿se acabará el mundo?"

Todos se rieron, yo no sabía por qué.

"Algo más?, oí, ?nos queda un poco más".



No me convenció y fui hasta el reloj de la pared.

Si no le doy cuerda, entiendo, lograré parar el tiempo.

Se lo comenté a mi hermano y, él mirándome,

"¿para qué?" me dijo, "¿para qué?".

Por primera vez sentía el miedo de verdad

y aún entonces ya sabía que no me abandonaría.

Y soñé con una multitud siguiéndome

que me gritaba "El tiempo no se puede detener".



Un buen día un carro se detuvo junto a mí,

conducían camaleones de los que ponían canciones

y con ellas decidí que iba a ser capaz

de disponer de toda la eternidad.



Y crecí tratando en vano de desentrañar

todo lo que el miedo esconde

y yo me hundía en el "Blonde On Blonde"

haciendo que los días me duraran mucho más,

mucho más, lo juro, mucho más.



Y aunque el miedo se volviera a manifestar

para entonces ya sabía que no me abandonaría,

y entre libros y canciones un día pensé

que tal vez el tiempo se podría detener.



Vamos bien, dije vamos bien, pero podemos ir aun mejor.

Vamos bien, dije vamos bien, pero podemos ir aun mejor

y entonces descubrí que el miedo esconde

muchos días y aún más noches

que alguien más sensato que yo querría evitar.



Ahora escribo mis canciones y me refugio en,

unas veces, cosas puras y, otras, las drogas más duras.

Sé que no es perfecto pero hoy sí puedo afirmar

que queda más, que queda mucho, mucho más.



Tan presente como el miedo se hizo la verdad

y ahora que los tengo enfrente sé que seguirán ahí siempre.

Y aunque sigan multitudes persiguiéndome,

ahora sé que el tiempo se puede detener,

ahora sé que el tiempo se puede detener,

ahora sé que el tiempo se puede detener.


El tiempo se puede detener (Nacho Vegas)

miércoles, 5 de febrero de 2014

5-2-2014. Resaca de rodaje

5-2-2014

Resaca de rodaje

 Después de tres días de tensión y cansancio yendo de un lado para otro grabando parte del cortometraje de Cyril, hoy era un día de relax, por lo que me he despertado tarde, a las ocho y media. Me ha llevado toda la mañana recuperar los días perdidos del diario. He terminado sobre las doce y he ido al supermercado a comprar agua. Aprovechando el viaje, le he preguntado a Miny si quería algo: yogures. De paso, he comprado orégano (o algo parecido, pues no entiendo el nombre en alemán, pero dentro del bote hay especias de color verde oscuro). Así, para comer he preparado arroz a la cubana (con “orégano”) y patatas fritas. Hemos comido mientras Yunyi cocinaba, así que hemos estado hablando un buen rato. Hemos acordado que un mañana prepararé pescado, pero Cyril me ha enviado un mensaje para que vaya con él a un nuevo lugar abandonado, así que tendré que aplazar el desastre que se avecina en la cocina. Al terminar, me he ido a grabar los exteriores de la residencia. Quiero empezar el documental desde fuera, con el tiempo que tenía cuando llegué. Que haya desaparecido la nieve me ha venido de lujo para poder grabarlo. En su momento se me pasó, o no lo pensé porque todavía no tenía idea de la forma que le iría dando al documental. Cualquiera que me haya visto dando vueltas, corriendo y saltando de un lado a otro del jardín habrá pensado que estoy loco, pero así es más divertido. Me he puesto a editarlo y casi he terminado, pero me ha venido una ola de cansancio de repente y me he tenido que tumbar media hora. Al despertarme he seguido trabajando un poco en ello, corrigiendo detalles y dejándome sólo el etalonaje para dar por terminada la secuencia de introducción.  Me ha llegado un mail del Urban Research 2014. No han seleccionado Sad Song para la muestra. Pensándolo bien,  me lo creí mucho nada más terminé la película, pero no es digna de festivales. O, no es que sea digna, es que es un tipo que para festivales de cine experimental (o generales) tampoco termina de encajar, como casi todo lo que hago, que está en el medio de la encrucijada de estilos y formatos.


Mientras trabajaba me ha venido a la cabeza el queso feta y el pan de pita. He buscado en Google: “cocinar pita griega” y ha salido un video de youtube con una receta bien sencilla para hacer una pita con ensalada griega en su interior. Le he preguntado a Miny si le apetecía cenar eso y me ha dicho que sí. He ido al súper a por olivas negras y nos hemos puesto a cocinar. No ha salido nada mal. Hemos terminado, y Miny ha seguido a la faena y yo he ido a ayudar a Yunyi a colocar una tela en la pared para que empiece a pintar su nuevo lienzo. Después he empezado a estudiar coreano.